Chronicles of a Lifeless World - Capitulo 1

Nueva historia que espero les guste. Es diferente a lo que estuve escribiendo. La historia trata sobre tragedia y muerte que de a poco va a ir revelandose el pasado y el porque el mundo termino en tal estado. Si les gusta historias sobre el fin del mundo y el post-apocalipsis, bienvenidos sean. Sino, bueno, pueden leerlo tambien, pero mientras mas progrese, mas crudo y violento se pondra.




I - Mundo en Blanco y Rojo

El hombre razonable se adapta al mundo; el hombre no razonable se obstina en intentar adaptar el mundo a sí mismo. Todo progreso depende, pues, del hombre no razonable.
— George Bernard Shaw.

La noche se hizo presente en el mundo una vez mas, la oscuridad se apropio de cada rincón de la abandonada ciudad donde reinaba la vegetación y lo único que iluminaba al mundo era la luna que estaba mas cerca del mundo de lo que estaba hace 40 años. La luna tan grande, blanca y llena, mostrando su esplendorosa y temida forma, oculta tras las oscuras nubes de color negro que dejaban caer pequeños copos de nieve, miraba al mundo, como si estuviera juzgandolo. El mundo era iluminado por esta enorme luna pero nadie se quedaba a mirarla, no había nadie que pueda admirar su cruel belleza, solo unos cuantos, por no decir pocos. La luz de la luna encontró su apertura entre las nubes negras e ilumino a un pequeño parque donde niños solían jugar hace ya mucho tiempo, ahora era solo un agujero en la tierra con los columpios, sube y baja, y otros juegos destruidos a su alrededor y una espesa nieve cubriéndolo todo. En ese agujero, una  mujer estaba parada en medio del enorme cráter. Ella miraba en la tierra, huellas que parecían humanas a simple vista, pero mas de cerca se notaba algo raro. Las huellas en lugar de mostrar cinco dedos, mostraba dos. La mujer de largo cabello negro como la noche miro el camino de huellas que desaparecía fuera del parque, donde empezaba el pavimento. La mujer, vistiendo nada mas que una larga gabardina negra, guantes negros, jeans azules rasgados a la altura de la rodilla y con su cinturón amarrando una gran hacha a la cintura; se quedo mirando el camino de huellas y todo a su alrededor. Sus ojos rojos como la sangre se enfocaban en las huellas y en un pequeño rastro de sangre que desaparecía en la nieve. Detrás de ella se escucho el crujido de pequeñas ramas rompiéndose. La mujer se dio media vuelta, de su gabardina saco una pistola y su otra mano fue directo al hacha que saco rápidamente. Su reacción ante el ruido era valida, pero se decepciono al ver que el ruido fue producido por un gato negro. Ella suspiro y guardo su pistola, pero no dejo ir su hacha. Ella estaba en guardia, si algo le enseño el mundo fue a nunca dar la espalda a la mas mínima señal de peligro.

El gato se le quedo mirando de mala gana. Ella miro fijamente al gato, sin interés aparente, como si no le importara o no lo viera como un gato. Ella se enfoco en los ojos del gato por un momento y se asombro al ver que los ojos del gato, hasta el momento amarillos, se volvieron rojos oscuros. Ella apretó el hacha en su mano y camino lentamente hacia el, con cuidado. El gato no desvio la mirada ni por un segundo. La mujer ya estaba a menos de un metro de el, se agacho y trato de alcanzarlo con su mano, como si fuera a acariciarlo. El gato esperaba pacientemente a que ella lo alcance, como si el quisiera que pase, como si estuviera anticipando algo. La mujer, antes de tocarlo, rápidamente alzo su hacha y como un relámpago golpeo el suelo donde estaba el gato. El polvo se disipo rápidamente, revelando que el gato no solo esquivo el hacha, sino que su cabeza se estaba sacudiendo, retorciendo hasta que finalmente se abrió por la mitad revelando múltiples dientes y un ojo en lo que parecía ser su garganta. El gato, o al menos la cosa que solía ser un gato, escapo rápidamente de ella y desapareció en los callejones abandonados de la gran ciudad que estaba cayéndose a pedazos cada día que pasaba. La mujer lo dejo ir, no se esforzó en perseguirlo. Igualmente, su intención no era ahuyentarlo, sino matarlo. Mientras menos amenazas haya mejor. Eso fue lo que ella pensaba.

Aun así, el mundo en su estado actual esta lleno de amenazas, grandes o pequeñas. Todas y cada unas de estas amenazas son una peor que la otra y eventualmente encuentran su camino hasta ella para hacer de su día, o su vida, un infierno. La mujer volvió a mirar a las huellas anormales en el suelo que seguían por la espesa nieve y terminaban al final del parque en el que ella estaba parada y empezaba la calle. Ella suspiro con una clara expresión de molestia en su rostro y camino fuera del enorme cráter y eventualmente el parque. Ella camino en medio de la calle, una avenida para ser mas específicos, completamente abandonada. La nieve cubría la acera, los tejados de los edificios, las plantas y la vegetación que encontraba su camino de entre las grietas de la calle y los edificios, los automóviles abandonados, etc. Los autos abandonados eran lo mas llamativo de las calles abandonadas de la ciudad, algunos tenían sus puertas abiertas mientras que otros estaban destruidos... Lo curioso de estos autos es que no fueron destruidos desde afuera, sino desde adentro, como si alguna clase de fuerza desconocida haya aparecido dentro el automóvil y violentamente tratado de salir. La mujer de largo cabello negro paso entre los autos e ignoro la sangre seca en medio de la avenida que se mezclaba con la poca nieve derretida, sangre coagulada que solía pertenecer a las personas de antaño, la gente ignorante que murió sin conocer la verdad, sin conocer los eventos que causaron su muerte y la inesperada caída de la humanidad como se la conoce. No solo la humanidad, el mundo entero sucumbió ante ellos... El mundo... Se volvió blanco, sin vida, sin progreso aparente. Los largos días se vuelven cada vez mas largos, las noches cada vez mas oscuras y frías, cada día que pasaba el mundo se volvía mas doloroso, mas cruel y mas terrorífico, sin esperanza y solo muerte en cada esquina. La mujer ignoro esos pensamientos, dejo de pensar en lo dura que es la vida y se enfoco en su objetivo, lo que ella debía hacer, lo que la impulsaba a seguir en este mundo de porquería, en este mundo por el cual ya no vale la pena luchar, por este mundo donde todos se dieron por vencidos... Excepto ella.

La mujer siguió su camino por la enorme avenida, cada vez que daba un paso, mas parecía que algo la acechaba, oculto en los callejones oscuros. Ella no podía dejar caer su guardia por nada del mundo. En el momento en que lo haga, sera su fin. Ella camino a paso lento por un par de minutos hasta que finalmente se detuvo en un cruce entre dos avenidas de cuatro carriles cada una. Ella miro para todos lados y sintió un escalofrió en su nuca. Ella saco su pistola y con el hacha en mano se preparo para lo que sea. Ella sabia que algo la acechaba, sabia que algo estuvo siguiéndola mientras ella rastreaba las huellas que le llevarían a alguien que ella llevaba buscando desde hace ya una semana ya, su ardua busqueda llegaba finalmente a su desenlace. La mujer tomo aire lentamente, lo mantuvo en sus pulmones. A los dos segundos dejo salir el aire rápidamente, se dio rápidamente la media vuelta y apuntando con su arma, dio un disparo certero a la cabeza de la criatura que se tiro sobre ella desde el tercer piso de uno de los edificios olvidados ya hace tiempo. La criatura cayo al suelo, justo al lado de ella y de su cráneo salia sangre purpura oscura. La criatura era humana, su cuerpo estaba cubierto por escamas negras, sus brazos y piernas parecían de piedra y su rostro estaba retorcido, se volvió una criatura irreconocible. Ella no dejo de apuntar a cada esquina, esperando a que algo mas salte sobre ella, algo que no iba a venir. Ella suspiro y con cuidado se alejo del cruce, dejando el cadaver de la criatura que quiso tomarla por sorpresa en medio de la calle para que se pudra. El cadaver no duro mucho tiempo, pequeños insectos, del tamaño de sus pies salieron rápidamente de las alcantarillas apenas ella se alejo lo suficiente y devoraron el cadaver de la criatura con ferocidad. La mujer ignoro el sonido de los huesos rompiéndose y la carne siendo arrancada de los huesos. La mujer siguió su camino hasta que vio a la distancia, al final de la avenida, un teatro. Las puertas estaban rotas y el techo del lugar se había caído a pedazos. La mujer, llevada por su curiosidad, camino hasta el teatro, pero sin bajar la guardia. Solo la ataco una criatura, no se sabe si aun hay mas hostigándola en las sombras, los pequeños insectos no la atacarian a menos que este en completa desventaja y casi moribunda. Ella sin ningún problema llego hasta el teatro y le llego un raro sentimiento de tristeza. Ella nació en este mundo destruido y solo escucho historias sobre la vida antes de que todo sea destruido y eso la llevo a imaginarse el mundo justa antes de que todo explote, ella vio la entrada llena de sangre y esqueletos bien vestidos de adultos y niños, ella no podía evitar sentir tristeza ante estas pobres almas. Ella sacudió su cabeza y se deshizo de estas emociones que no debían tener lugar en su cabeza en ese momento. Ella estaba aquí, no solo por curiosidad, había una posibilidad, por mas mínima que sea, que lo que ella este buscando estaba escondido en el teatro. Las huellas que ella estaba siguiendo habían terminado en la calle y su objetivo pudo haber ido por cualquier calle, cualquier callejón en incluso tal vez se haya escondido en uno de los edificios solo para hacerla perder el tiempo. A ella no le importaba, tenia todo el tiempo del mundo ahora, tenia tiempo de sobra, tiempo para matar.

Ella se adentro al teatro y entro al gran salón, donde el enorme escenario se presentaba frente a ella y para su sorpresa, su objetivo estaba parado en el escenario. Un hombre con cabello canoso, un hombre mayor. El hombre estaba llevando una túnica blanca, el estaba encorvado y llorando con sus manos tapando su rostro. De lejos podían notarse los cambios, sus pies estaban cambiando lentamente y se volvían monstruosos, escamas reemplazaban su piel, y de sus manos crecían mas dedos mientas su piel se volvía negra como la noche alrededor de sus uñas. La mujer camino lentamente hacia el y sus pasos hacían eco en el lugar. El hombre se dio la vuelta y vio a la mujer a los ojos. Ojos rojos miraban a otros ojos rojos. Ambos se miraron fijamente, el hombre no podía dejar de llorar mientras la miraba fijamente. Su rostro le recordó el pecado que cometió.

—¿Lea? —Preguntó el hombre con sorpresa y tristeza en sus ojos—. Perdón... Te pido... perdón. No fue mi intención. No fue mi intención hacerlo. No pude controlarme.


Dijo el mientras lloraba cada vez mas. La mujer, Lea, siguió caminando hacia el y le apunto con su pistola. Sus ojos no abandonaron al hombre ni por un segundo.


—Sabe lo que sigue, Padre. Lo siento, pero debe hacerse —Dijo ella—. Las voces... ¿Qué le decían? Necesito saber, que le decían las voces. ¿Donde lo están llevando? Necesito que me diga para poder hacer algo al respecto.


—Las voces... Ellos me dijeron... Que lo haga... Los mate a todos, no era yo... ¡Dios, perdóname porque es sucumbido ante la tentación de estos malditos demonios dentro de mi! ¡Que ardan todos en el infierno! —El padre grito con furia y Lea no dejo de apuntarle con la pistola. Ella sentía pena por el y trato de dejar de sentirse así. Aun cuando conocia al hombre, era su trabajo deshacerse de el—.


—Padre... Responda mi pregunta ahora... Por favor...


—Las voces... Me llevaban... Al norte, muy al norte... Hablaban sobre un... un... un...un-Ughh-Argh! —El padre se agarro de la garganta y empezó a toser sangre, su rostro empezó a deformarse y tomo la extraña forma de un chacal mezclado con un lagarto. Su piel se torno negra y le creció pelo en casi todo el cuerpo a excepción de los lugares donde ya tenia escamas. Lea solo podía mirar como el Padre gritaba de dolor mientras cambiaba rápidamente y dejaba de ser humano. Se volvía un monstruo, sin esperanza de volver a ser lo que era. Un destino el cual ella quería evitar, un destino que sin importar lo que ella haga, terminara como el. El padre empezó a caminar como un lobo, un animal de caza, un animal salvaje que lo único que quería era cazar—.


—Lo siento, Padre. Se que no era su intención y a mi no debe pedirle perdón, ni a Dios, ni a las personas de la villa a las que mato... Usted es una víctima, como todos nosotros y le aseguro que si Dios de verdad existe... Lo perdono desde el momento en el que sucumbió —Lea susurro y el Padre rugió ferozmente hacia Lea—. Lo siento, Padre. Usted me agradaba.


La túnica blanca del padre se mancha de sangre completamente cuando de los costados le salen dos brazos de cada lado. El Padre, ahora completamente irreconocible, mira fijamente a Lea con sos ojos rojos que brillan intensamente. Lea apunto a la cabeza y disparo sin vacilar. El Padre recibió el disparo, pero parecía no hacerle daño. Lea siguió disparando, el Padre recibió todos los disparos y aun así no parecía caer. Lea guardo su arma y tomo su hacha. El monstruo que antes solía ser una de las personas mas respetables que Lea solía conocer ahora se acercaba a ella, lentamente, acechándola, caminando sobre sus ocho patas. Lea apretó el hacha en sus manos y el monstruo se lanzo a ella sin dudar. Se lanzo de frente, Lea se hizo a un lado para esquivarlo, alzo su hacha y con ambas manos la incrusto en el cráneo del monstruo. El monstruo cayo al suelo, arrastrando su cabeza contra la alfombra y con sus múltiples brazos tratando de quitarse el hacha que se encontraba muy profunda en su cráneo. Lea se lanzo a su espalda, se agarro de su túnica ensangrenta y pelo grisáceo recién crecido, saco un cuchillo escondido en su cinturón y lo apuñalo repetidas veces en la espalda. El monstruo trato de tirarla con sus brazos, pero ella los evitaba y seguía apuñalando.


—¡Ustedes son cada vez mas resistentes! —Ella grito. Uno de los brazos la alcanzo y la lanzo contra los asientos de la segunda fila, cerca del escenario—. ¡Maldita sea! —Lea se levanto rápidamente y se tiro sobre el escenario para tener mejor terreno—.


El monstruo se saco el hacha de la cabeza, pedazos de cerebro salieron volando por los aires al igual que pedazos de su cráneo. El monstruo la partió el hacha al medio y rugió furiosamente, el empezó a babear lo que parecía ser sangre roja oscura, casi negra.


—¿Así vamos a jugar?... Que así sea entonces... Plan B —Lea se saco los guantes negros y se arremango, revelando vendas en sus brazos y manos. Ella se arranco las vendas y sus brazos quedaron expuestos. No tenían piel, su carne, venas y tendones estaban todos a descubierto—. Veamos que tanto aguanta ahora, Padre Ryan. Voy a deshacerme de lo que le causa dolor.

Sangre negra salia de los brazos de Lea, esta sangre al tocar el escenario empezó a corroer el suelo. Ella corrió a toda velocidad hasta el Padre Ryan. Ella pego un enorme salto que desafiaba la lógica, ningún humano podía saltar y llegar hasta los 6 metros de altura. A esa altura Lea cayo sobre el Padre, sometiéndolo contra el suelo antes de que el pudiera reaccionar. Lea alzo su mano derecha, llena de sangre, y atravesó su espalda con ella. El Padre rugió mientras sus múltiples brazos rasguñaban a Lea, trataban desesperadamente quitársela de encima, pero era inútil. Lea estaba firmemente agarrada de el desde su túnica, pero su mano derecha que lo atravesó se estaba agarrando de su columna vertebral y al mismo tiempo su sangre se "comía" el hueso, lo corroía. Ella apretó los huesos de su columna y de un tirón el Padre dejo de moverse, cayo al suelo y de su espalda salia sangre negra. Lea miro su mano derecha, parte de su columna descansaba en su mano. Lea no se detuvo allí. El Padre seguía moviéndose, sus brazos trataban de mover el cuerpo hasta la salida, pero ella lo detuvo. Lea metió su mano de nuevo por la espalda del padre y la enterró aun mas profundo. El Padre rugió de dolor, un agonizante dolor que era indescriptible. Lea llego hasta su objetivo y tiro de el. Ella saco lo que parecía ser un enorme cienpies de color purpura oscuro. El cienpies, casi tan largo como ella, trato de atacarla y escapar, pero Lea lo tenia bien agarrado. El cienpies, que tenia diez ojos pequeños en su cráneo y antenas que le recordaban a patas de arañas, lanzo un agudo alarido. Su cráneo se abrió de manera vertical y le mostró múltiples dientes y tentáculos repletos de espinas. Lea tomo al cienpies del cuello y lo decapito con sus propias manos. El cuerpo del cienpies se seguía moviendo frenéticamente. Ella lo tiro al suelo, extendió su mano y dejo caer su sangre negra sobre el. El cienpies empezó a retorcerse cuando la sangre hizo contacto con el. La sangre se comió al cienpies, lo redujo a un charco lodoso negro, lo derritió. Lea solo miro como el insecto que estaba dentro del Padre Ryan moría lentamente y ella se regodeaba en su sufrimiento.

—Te pasa por meterte conmigo, Parasito inmundo —Dijo Lea con desprecio—.

El cienpies desapareció y Lea dejo salir un suspiro. Ella murió el cuerpo del monstruo que solía ser el Padre Ryan. Ella camino hasta el, arranco parte de su túnica y la uso para vendarse los brazos y las manos. Ella tomo el cuerpo del Padre, con cuidado y en señal de respeto, lo llevo hasta afuera del teatro donde le dio un entierro en el parque donde ella paso hace poco. Lea se tomo si tiempo para cavar una tumba para el Padre, ella cavo con una pala que había encontrado en las cercanías, cabo una tumba de casi dos metros. Ella tomo el cuerpo y con cuidado lo llevo hasta la tumba improvisada. Lea salio del pozo y se cruzo de brazos mientras veía el cuerpo frente a ella.

—... Usted sabe que yo no soy buena para esta clase de cosas... Es mas, me siento estúpida por el simple hecho de estar hablándole a un cadaver. No creo en Dios, no creo en el Cielo ni en el Infierno, para mi la muerte es el final y nada mas... Pero, solo por respeto hacia usted. Padre Ryan, usted merecía mejor, usted era lo mas cercano a un padre de verdad que tuve y... Lo respeto por eso. Perdón por tener que haber hecho esto, pero debía hacerse. El mundo ya no es lo que solía ser y lo único que podemos hacer es tratar de adaptarnos y vivir lo mejor que podamos... Pero los idiotas que tratan de tomar el control son los que acabaran con nosotros antes de que podamos tener un respiro.. Padre... Si esa estupidez del cielo existe... Entonces espero que usted este allí y que Dios le haya abierto la puerta de par en par, como se lo merece —Lea saco un crucifijo de su bolsillo, un crucifijo hecho de madera y barnizada. El detalle en la cruz y el pequeño Jesús eran impecables. Ella tiro el crucifijo a la tumba—. Buenas Noches, Padre. Yo... Lo voy a extrañar...

Lea hizo un gran esfuerzo para no soltar una lágrima. Ella tomo la pala y sin mirar el cuerpo directamente lleno la tumba con tierra. Ella se tomo su tiempo y cuando la tumba fue completamente cubierta, Lea clavo en el suelo una cruz de madera improvisada, hecha a partir de una puerta. En la cruz ella tallo el nombre del Padre. La cruz decía:

"Aqui yace el Padre Ryan Powell. (1980-2040) Amado Padre y Amigo. 
Que Dios te abra las puertas y te conceda la vida eterna"

Lea dio un ultimo adiós y se alejo lentamente de la tumba. Lea salio del parque antes de seguir su camino, saco una brújula. La brújula que estaba en un pésimo estado, casi a punto de caerse a pedazos, apunto al norte mientras la aguja temblaba violentamente. Lea guardo la brújula y camino en la dirección que la brújula le marco. Antes de que ella pudiera caminar hasta el final de la calle, un fuerte viento la golpeo. Lea miro al cielo y solo vio las nubes negras moviéndose rápidamente. Lea, sin perder tiempo, corrió por las calles mientras veía el cielo. El viento se volvía cada vez mas violento. Lea se detuvo y miro frenéticamente por doquier, ella buscaba un refugio, dentro de poco la tormenta la cubrirá con nieve y ella no podrá ni moverse. Lea llevo sus ojos hasta un pequeño restaurante en la esquina de la calle. Ella corrió hasta el restaurante y una vez dentro busco un lugar cerrado, un lugar donde pueda mantenerse caliente y esperar a que la tormenta pase. A los pocos segundos de haber entrado, Lea cerro todo, puertas, ventanas y cualquier lugar por donde la nieve pueda entrar. La tormenta llego al poco tiempo y Lea veía como el viento traía la nieve violentamente y en tan solo unos minutos la nieve cubrió toda la calle, ya habían casi dos centímetros de nieve cubriendo la calle y seguía aumentando. Lea se alejo de las puertas y ventanas. Ella entro a la cocina y reviso si podía usar el horno y cualquier cosa. Ella no esperaba mucho, el lugar, y por ende la ciudad, estuvo abandonado desde hace años ya. Lea no se decepciono al descubrir que absolutamente nada funcionaba. Habían plantas creciendo desde los enchufes, los grifos y las tuberías del lugar. Lea tomo lo que tenia a la mano y trato de encender una fogata en la cocina. Ella tomo un par de sillas de madera, las rompió y las apilo todas en el mismo lugar. Ella saco un encendedor y el fuego cobro vida. Lea se froto los brazos y las manos mientras acercaba sus manos al fuego.

—Maldita tormenta... Esto me va a retrasar bastante —Lea suspiro y sintió su estomago gruñir—. Hoy no hay comida... Al igual que ayer... ¿Cuánto podre aguantar hasta que me de un ataque?

Lea se pregunto mientras miraba el fuego que de a poco se volvía mas intenso mientras mas madera ella tiraba. Lea cerro sus ojos por un momento y se quedo dormida frente al fuego sin darse cuenta. Lea se durmió sentada frente al fuego, el calor la mantenía caliente, pero solo era cuestión de tiempo para que el fuego se apague y el frió se apodere del lugar. La oscuridad de la noche, mas la violenta tormenta y la nieve acumulándose en la calle hacían que sea imposible para un humano estar afuera. Pero, contra toda lógica, una mujer vistiendo un vestido negro estaba parada frente a la tumba del Padre Ryan. Esta mujer miro fijamente la cruz con su nombre tallado y sonrió gentilmente. La tormenta de nieve oculto a la mujer y esta desapareció en un parpadeo, dejando atrás nada mas que una rosa podrida frente a la tumba.

CONTINUARA...

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