Las Joyas del Mundo: Capítulo 1 - La princesa, el caballero y el mercenario

Otra gran historia comienza con este primer capítulo de "Las Joyas del Mundo", gracias a Link Deviluke, esperamos que lo disfruten mucho.




CAPITULO 1: LA PRINCESA, EL CABALLERO Y EL MERCENARIO.

Parte 1

Midgard, un reino próspero y pacífico, donde todos sus ciudadanos podían vivir tranquilos sin preocuparse por el hambre y la pobreza, en el centro del reino se encontraba una gran pared de piedra, esta pared protegía el majestuoso Palacio de Midgard, lugar donde vivía el XIX Rey de tal nación, las puertas que daban acceso al Palacio siempre estaban cerradas, solo un selecto grupo de personas tenían permitido el libre acceso.
Pero hoy era un día especial, las puertas que siempre estaban cerradas estaban abiertas para todo el reino, la princesa del Palacio celebraba su transición de niña a mujer.
Todos los ciudadanos de Midgard estaban invitados, sean niños, adultos o ancianos, nada importaba, todos eran bienvenidos a semejante evento.
En el interior del Palacio el ambiente era el de una fiesta, niños jugando, los adultos comiendo y bebiendo, parejas bailando, todo era perfecto.
Todas las personas que estaban en el interior llevaban en sus rostros antifaces, esto daba cierto aire de misterio al evento, no era como si se impusieran pero la mayoría encontraba divertido el ocultar sus identidades mientras disfrutaban de la lujosa fiesta.
El anfitrión de la fiesta era el Rey Gustaph, un hombre justo y honesto que siempre pensaba en la forma de servir a su pueblo, él era el tipo de Rey que daría todos sus tesoros si eso salvaba la vida de sus residentes, ese era el tipo de persona que era.
Mientras todos pasaban un buen rato en el palacio no habían rastros de la princesa, ella estaba siendo vestida por sus sirvientas en su habitación, rodeada de cuatro mujeres con ropa de mucamas se encontraba solo en ropa interior mientras le hacían su peinado, la chica tenía un hermoso cabello violeta, su piel era tan blanca como la nieve, sus hermosos ojos reflejaban un indescriptible brillo y su altura era de 1,60 aproximadamente.
Cuando por fin terminaron su peinado continuaron poniendo su vestido y sus zapatos, sus guantes, prosiguieron con sus accesorios y terminaron poniendo una tiara en su cabeza.
La princesa estaba lista, las sirvientas estaban maravilladas con el trabajo que habían hecho.
Un firme toc toc interrumpió el alegre y satisfactorio momento.
Una de ellas se acercó y abrió la puerta, al otro lado se encontraba el guardia encargado de vigilar que nadie intentase entrar a la recamara en la que la chica estaba siendo vestida, pero la persona que quería entrar era el mismísimo rey y padre de la muchacha por lo que no se resistieron y lo dejaron entrar, las mucamas hicieron una reverencia al unísono y se retiraron de la sala dejando a padre e hija a solas.
La apariencia del Rey demostraba mucha sabiduría, tenía una espesa barba y su cabello canoso le llegaba cerca de las manos, su rostro estaba arrugado por la edad, tenía una mirada fija y sus ojos de color violeta tenían un raro brillo que le daba cierta majestuosidad, su traje era bastante simple, este carecía de joyas pero no dejaba de ser idóneo para él, su presencia era suficiente para que todos a su alrededor guardasen silencio.
                - Estas preciosa- Dijo el Rey impresionado por la belleza de su hija. - Eres igual de hermosa que tu madre-
                - Me hubiese gustado que ella estuviera viva para celebrar los tres juntos- Dijo cabizbajo la chica.
Ambos permanecieron en silencio por un momento, tal vez lo hicieron por respeto a su difunta madre, la cual murió al nacer la princesa, el Rey lentamente se sentó al lado de su hija.
- Cariño, el día de hoy serás una adulta, como única princesa deberás aprender a llevar este reino por buen camino-
La chica puso una cara de poco interés, era obvio que ella no estaba interesada en cosas como la diplomacia o las reuniones con los altos mando del reino, pero cambio su cara y le respondió.
                - No te preocupes, todo estará bien-
El padre le sonrió, puso su mano en su bolsillo y saco un collar, el collar era de oro puro, por como lucia se podía calcular que tenía un alto precio, pero lo que en verdad tenía un precio incalculable era la joya que se encontraba en centro, una hermosa amatista.
                - ¿Eso es?- Preguntó la sorprendida chica.
                - Si, este es el mismo collar que tu abuela le dio a tu madre cuando nos casamos y es el mismo que ella debía darte cuando tú encontráras a la persona con la que pasarías el resto de tu vida… - El amable hombre tomo una pausa, como si recordara a su difunta esposa y luego prosiguió. - Pero ya es tiempo de que esta reliquia te pertenezca, ahora que eres adulta eres capaz de llevar con orgullo esta joya-
La chica tomó el preciado accesorio y se lo puso en su cuello, la joya que iba en el centro del collar, combinaba muy bien con los brillantes ojos color violeta de la princesa.
                - Yo, cuidare muy bien este collar-
                - Bien ya es hora de que la persona más importante de esta fiesta haga su esperada aparición ¿No te parece? - Le preguntó el hombre poniendo una sonrisa en su rostro.
En respuesta la hermosa princesa le correspondió su sonrisa.

Parte 2

No importaba si era de este reino o viniese de alguna ciudad vecina, todos estaban invitados, por lo que una gran cantidad de personas aprovecharon la oportunidad para comer y beber cosas que normalmente no podían.
Y entre ellos se encontraba cierto joven.
Este vestía un elegante atuendo, su cabello era completamente negro y estaba desordenado, casi como si nunca en su vida se hubiese peinado, su piel tenia cierto tono moreno y sus ojos estaban cubiertos por un antifaz.
                - Esto…-
Dijo para sí mismo el solitario chico mientras se dirigía raudo hacia una de las largas mesas que tenían una gran variedad de fina comida.
                - “Eso” puede esperar un momento ¿Cierto?-
Y sin más demora comenzó a comer a toda velocidad, todos a su alrededor comenzaron a ver al chico que comía como si no lo hubiese hecho en días, pero a él no parecía importarle en absoluto, solo estaba concentrado en comer toda la comida que fuera posible.
El sonido de una trompeta se escuchó en toda la sala, los invitados dejaron de comer, bailar y hablar, la música que llenaba el salón dejó de escucharse, todos prestaron atención hacia donde había sonado el instrumento.
Los guardias que esperaban en la puerta central de la sala comenzaron a ponerse en fila haciendo un pequeño pasaje, el que parecía ser el de mayor rango levantó su lanza y todos los demás lo siguieron creando una imagen increíble, el mismo guardia que tocó la trompeta lo volvió a hacer y con una fuerte voz dijo.
                - Con ustedes la princesa del reino de Midgard, hija del Rey Gustaph, Hotaru-sama-
Todos los presentes comenzaron a aplaudir, pero no eran aplausos que hicieran por obligación, ellos estaban admirados por la belleza de la chica.
La princesa Hotaru, tenía una cabellera violeta atada con un hermoso lazo color naranjo, su vestido era color morado, con un escote que acentuaba sus pequeños pechos, en su cintura un lazo que caía por la parte posterior del vestido, la tela terminaba cerca de sus caderas continuando con unas blondas violetas y terminando con telas blancas que caían hasta el piso cubriendo sus pies demás de una simple pero radiante tiara sobre su cabello.
Pero lo que más destacaba su hermosura era el bello collar dorado con la brillante joya violeta que traía en su cuello.
El chico de traje que tenía su boca llena de comida tragó rápido y se acercó a donde estaba la multitud.
 La princesa bajó tres escalones, que separaban la pista de baile de la puerta por donde había salido e hizo una reverencia como agradecimiento a todos los presentes.
El Rey apareció de un balcón que se encontraba incluso más arriba que el segundo piso, él levantó sus manos y dijo fuertemente.
- ¡¡¡Que continúe la fiesta!!!-
El ambiente de la fiesta regresó, todos reanudaron lo que hacían cuando los interrumpieron.
La chica estaba un poco nerviosa, después de todo esta fiesta era para ella y no estaba tan segura de lo que debía hacer.
Eso hasta que un joven se paró frente a ella, el chico de cabello negro hizo una reverencia y extendió su mano hacia la sorprendida princesa, ella le respondió con otra reverencia y tomó su mano, ambos comenzaron a bailar.
Los guardias reales del Palacio de Midgard eran excelentes peleadores, espadas, lanzas o simplemente con sus puños, todos eran muy buenos con sus respectivas armas, en el salón habían aproximadamente 50 caballeros, algunos en las puertas, otros rodeando el perímetro, estos tenían una armadura plateada que protegía todo su cuerpo y en sus cabezas un casco que solo mostraba los ojos de los hombres, pero en el salón habían tres guardias que destacaban sobre los otros.
Los encargados de la seguridad personal de la familia real, estos eran los caballeros más habilidosos de todo el reino y habían sido escogidos para que lucharan a muerte por ella, dos de ellos eran los protectores del Rey y se diferenciaban por tener una bufanda roja que caía por su espalda, el tercer caballero estaba destinado para la protección de la joven princesa, este se diferenciaba por tener una bufanda color azul.
El caballero de bufanda azul miraba fijamente a la princesa mientras un tipo estiraba su mano y la muchacha le respondía poniendo sus dedos sobre esta.
El misterioso joven tomó a la princesa y comenzó a girar siguiendo el ritmo de la música que había de fondo, 1, 2, 3, 1, 2, 3, decía la princesa en su mente para no perder el ritmo de sus pies, el chico que tenía su mano en su cintura la miraba fijamente, o eso era lo que creía la princesa, ya que sus ojos estaban ocultos por el antifaz, pero aún estaba interesada en él.
Cuando se calmó un poco comenzó a hablar.
- Creo que nunca había visto a alguien como tú por aquí-
El chico  levantó su mano y le dio una elegante vuelta para luego responderle.
- Eso es porque no soy de estas tierras, solo tenía curiosidad por lo que pasaba aquí adentro-
La respuesta del joven despertó aún más el interés de la princesa, lo que más quería en este momento era ver la cara del hombre con el que estaba bailando.
- Entonces que te pareció....-
Ella fue interrumpida por un abrupto apagón, toda la sala quedo en tinieblas, la multitud de personas comenzó poco a poco a perder la calma, mientras que los caballeros estaban en guardia, incluso en la oscuridad estaban listos para acabar con el enemigo.
Atroces gritos comenzaron a escucharse en la negra oscuridad, uno a uno los gritos se hacían más intensos.
La princesa Hotaru incapaz de ver lo que había frente a ella comenzó a desesperarse, pero el chico a su lado la acercó a él y le dijo calmadamente.
- No te alejes de mí-
La chica asintió tímidamente, aun sabiendo que el joven a su lado no sería capaz de verla, entonces el misterioso joven decidió entrar en acción levantando su mano izquierda e infló sus pulmones a su máxima capacidad.
- ¡¡¡CRUX!!!-
Gritó con toda su fuerza.
La chica no entendía que sentido tenia gritar ese raro nombre, entonces la luz en todo el salón volvió, muchos de los invitados y guardias estaban en el suelo, todos acompañados de charcos de sangre, la princesa no pudo evitar llevar sus manos a su boca, cuando miró a su alrededor ella y el calmado joven estaban completamente rodeados por casi 30 hombres, todos ellos con armas ensangrentadas en sus manos, todos tenían sonrisas en sus rostros, ellos habían asesinado a todos los que se encontraban en el suelo.
- Oye, mocoso, suelta a la niña y no te ocurrirá nada-
Dijo uno de los asesinos.
- Si nos la das tal vez no terminemos con tu vida-
Dijo otro.
El joven de negro no reaccionó, parecía que los miraba fijamente, los asesinos comenzaban a perder la paciencia y todos a la vez se lanzaron hacia el joven y la princesa.
Pero algo completamente raro estaba ocurriendo, las puertas del palacio que habían sido cerradas por los asesinos habían volado de su posición normal y estaban en el suelo, una gran espada con forma de cruz volaba a toda velocidad desde fuera del palacio hasta donde estaba el grupo de asesinos.
- ¿Una espada?- Exclamó la princesa que aún estaba siendo tomada por el misterioso joven.
El joven levantó su brazo izquierdo y la espada se detuvo en su mano.
La chica miró asombrada a la espada, el joven levantó aún más su arma y la abanicó hacia abajo.
Una ráfaga color negro envolvió a los dos jóvenes y esta se expandió, provocando que los tipos que los rodeaban fuesen arrojados hacia atrás impactando con las gruesas paredes del palacio, incluso cuando la misteriosa ráfaga que emitía leves llamas color negras impacto con la pared no desapareció, los asesinos que se encontraban entre las paredes y la ráfaga fueron golpeados tan ferozmente que ninguno volvió a ponerse de pie.
                - In-increíble- Dijo boquiabierta la princesa.
El joven la miró con cara rara y notó que más asesinos se dirigían hacia ellos, puso su espada en su espalda y tomó a la princesa en brazos.
                - ¿Ehh… que haces?- Dijo la chica sorprendida mientras movía sus brazos y piernas.
                - Solo quédate quieta- Le respondió el joven de elegante traje.
Él dio un salto, ese salto parecía tener mucha fuerza, por la velocidad en la que iban el antifaz del joven se desprendió de su rostro, lo que dejó ver sus ojos, la joven princesa quedó deslumbrada por lo que vio, unos ojos carmesí que brillaban intensamente haciendo que el alrededor se volviese incoloro.

Parte 3

                - ¡Hotaru!, ¡Hotaru!-
Gritaba desesperadamente el rey desde su balcón en el tercer piso.
La habitación en la que estaba siempre era custodiada por cinco guardias además de los dos que siempre estaban con él, por lo que se podía decir que estaba seguro, pero era incapaz de saber si su única y preciada hija corría su misma suerte.
                - ¡¿Hotaru, donde estás?!- Volvía a gritar.
Hasta que por fin la vio, su hija estaba en los brazos de un misterioso hombre de traje negro, este hombre llevaba una espada en su espalda y había repelido a una horda de asesinos, al parecer él estaba protegiendo a su hija.
El color volvió a su cara y sus hombros se relajaron.
                - Menos mal- Suspiro el Rey.
Pero su tranquilidad desapareció enseguida, los civiles a los que había invitado para la fiesta de su preciada hija estaban siendo asesinados uno a uno, los guardias que estaban luchando contra los asesinos eran fuertes, pero los asesinos los superaban en número, la puerta que había sido rota por una rara espada dejaba entrar a más de esos asesinos, actualmente su número sobrepasa los 100 hombres mientras que los guardias no eran más de 50.
Desde fuera de la habitación del rey se escuchaba mucho ruido, pero él no le prestaba atención, hasta que por fin la puerta que lo separaba de los asesinos fue abierta, un grupo de 10 estaban entrando, a sus pies los cinco guardias más sus dos protectores personales estaban completamente imposibilitados para protegerlo.
Ellos estaban muertos.
 Uno de los asesinos se adelantó a los demás y le hablo al distraído Rey.
                - Rey, podríamos evitar todo esto si me entrega la Joya de Naaga-
Pero el Rey no estaba escuchando lo que decía, él tenía clavada la mirada en lo que ocurría en el balcón del segundo piso.
El despiadado asesino se acercó más al rey y lo apuntó con su arma cubierta de sangre.

Parte 4

El misterioso joven de ojos carmesí aun cargaba a la princesa, Hotaru estaba completamente perdida, pero su mirada volvió en sí, pero no miraba al joven, tampoco a los asesinos que corrían hacia donde estaba ella, su mirada estaba clavada en el balcón de su padre en el tercer piso, el viejo Rey estaba viéndola con cara de preocupación, atrás suyo un hombre de aspecto maltrecho estaba sosteniendo una especie de machete cubierta de sangre.
La chica se bajó de los brazos del joven de negro, corrió al barandal del balcón e intentó acercarse lo más posible a su padre.
Parecía como si en cualquier momento se caería, pero a ella no le interesaba, ella le advirtió al rey.
                - ¡¡Padre!! ¡¡Atrás tuyo!!- Gritó desesperadamente.
Pero fue demasiado tarde, el tipo incrustó su filosa arma en la espalda del rey, los 10 asesinos reían a carcajadas, el Rey cayó por el balcón del tercer piso impactando en la fría loza de la primera planta, él murió al instante.
El tipo que había cometido tal crimen se asomó por el balcón y les dio una orden a todos sus subordinados.
                - ¡El viejo no tenía la joya! ¡Busquen a la princesa! ¡No me importa si la matan, solo tráiganme la joya!-
Esas palabras fueron suficientes para levantar la moral de todos los asesinos, el rey ya estaba muerto, los civiles invitados ya se encontraban en el suelo sin vida, solo unos 20 guardias podían pelear, todo estaba a favor de los asesinos.
La chica cayó en sus rodillas y con una mirada perdida comienza a llorar, su única familia estaba tendida en el suelo sin vida, ella no pudo hacer nada para que esto no ocurriera.
El misterioso hombre que estaba tras ella solo la miraba.
El muchacho miró como iba todo en la primera planta, la mayoría de los presentes estaban muertos, los guardias morían poco a poco, en el balcón del segundo piso solo estaban ellos dos y los asesinos que venían por sus vidas, el joven de ojos carmesí puso su mano en la cabeza de la chica y le dijo.
                - No llores…- Luego negó con su cabeza. - No, llora, pero no te quedes sentada sin hacer nada esperando que todo se solucione por si solo-
La chica levantó su cara llena de lágrimas y miró al joven que la animaba.
                - Si tienes tiempo para estar de rodillas, puedes buscar al responsable de este ataque y preguntarle cara a cara porque ha hecho esto-
La chica no podía evitar sentirse interesada por aquel joven, alguien a quien no conocía la había salvado de ser asesinada y ahora le daba ánimos para que no cayese en desesperación, pero eso no era suficiente para calmar su corazón el cual había perdido a su padre, pero aún así ella le agradeció como es debido.
                - Muchas graci…-
La princesa no pudo terminar de agradecer al joven.
Un centenar de asesinos los rodeaban, la chica estaba sorprendida, el joven de negro la había tomado fuertemente y la puso frente a él cargando la espalda de la frágil chica al pecho del fuerte joven.
Entonces sacó su espada y la puso frente a la muchacha.
                - No permitiré que nadie le toque un pelo a esta chica-
La espada estaba de tal forma que impedía que los hombres lanzaran flechas o algún objeto e impactaran en la chica, pero desde otra perspectiva se podría interpretar como si el muchacho del elegante traje estuviese a punto de cortar el delicado cuerpo de la princesa.
Los asesinos estaban comenzando a perder la paciencia.
La idea original era robar la joya de la Familia Real, no importaba si la chica moría, pero el orgullo de los asesinos estaba siendo manchado por el muchacho que aparentaba los 20 años, ellos querían gozar con la muerte de la joven princesa.
                - Maldito mocoso, no juegues con nosotros- Dijo uno de los asesinos.
La multitud de hombres se abalanzó hacia los dos jóvenes, la intención era matarlos a ambos, pero antes de que pudieran hacer nada una ráfaga de viento impactó con ellos y los mandó a volar hacia todas direcciones derrotándolos a todos, lo único que se pudo notar claramente era un casco de metal que estaba rodando en el suelo, mientras que la espada del joven chico era impactada por una filosa lanza provocando enormes chispas.
La princesa cayó al suelo de frente por el impacto de ambas armas, ella abrió sus ojos y lo que vio fue a su rubio protector que estaba frente a frente al misterioso joven de ojos carmesí.
Su protector personal era un chico de 19 años, él era bastante alto, y su cuerpo parecía bastante trabajado, el muchacho había sido el guardián personal de la princesa desde que ella tenía 5 años, a los 7 años ya era bastante habilidoso y digno de proteger a la princesa del reino, y a medida  que pasaron los años fue perfeccionando su técnica y mantuvo su título de guardia de la familia real.
                - H-Hogo-
Titubeó la sorprendida princesa.
                - Como te atreves a tocar a Ojou-sama con tus sucias manos-
Dijo el furioso guardia.
                - Esto no es asunto tuyo-
Le contestó el joven espadachín.
Una serie de golpes comenzó, el sonido de ambas armas era estruendoso, las luces provocadas por las chispas eran suficientes para notar la gran fuerza que tenían ambos jóvenes, ninguno de los asesinos consientes quería acercarse a tales monstruos, las ondas expansivas que provocaban los golpes destruían los alrededores del palacio.
                - Ya me cansé de ti- Dijo el joven mientras agitaba su gran espada. - ¡¡¡Kokuryu!!! [Dragón negro]- Gritó el espadachín.
Un enorme dragón que desprendía llamas color negro salió de la larga espada con forma de cruz, este milenario ser iba dirigido al guardia que estaba sorprendido por el raro ataque, él no tenía ninguna técnica que pudiese usar para contrarrestarla así que solo podía esquivar la monstruosa manifestación de llamas negras.
Todos quedaron impactados por semejante poder, la princesa estaba boquiabierta, el caballero encargado de la protección de la princesa estaba en el suelo sin entender como alguien era capaz de usar semejante técnica, mientras uno de los asesinos que había sido derrotado levantó su dedo apuntando al joven espadachín.
                - Un hombre de cabello negro, una espada con forma de cruz capaz de invocar dragones negros, él es... el mercenario Kokuryu-
                - ¿Mercenario?- Se preguntó la princesa.
El mismo asesino que había hablado puso una macabra sonrisa en su rostro, acompañado de una pequeña pero malvada risa.
                - Espera a que Zefiro-sama se entere de que aun estas con vida-
Los brillantes ojos carmesí se volvieron aún más intensos, el joven que se dedicaba a hacer trabajos como mercenario se aproximó al asesino que había dicho esas palabras, lo sujetó de su ropa y lo levantó hasta ponerlo a la altura de sus ojos.
                - ¿Dónde está ese maldito de Zefiro?- Dijo el joven que estaba completamente enojado.
El asesino solo le respondía con la misma sonrisa malvada acompañado de un jejeje.
El chico lanzó al asesino con todas sus fuerzas contra un pilar del palacio, el pilar al ser impactado por tal fuerza se desmorona y el hombre quedó enterrado bajo los escombros, una vez más el joven levantó su espada, la abanicó hacia abajo.
                - Ryutai-  [Fluido del dragón].
Muchos pequeños dragones comenzaron a salir de la espada del misterioso joven de negro, cada dragón no media más de 50 centímetros y todos comenzaron a dirigirse hacia todos los asesinos, los que estaban consientes e inconscientes, los dragones se metían en sus cuerpos, y los asesinos comenzaron a caer uno tras otro sin conciencia.
El joven mercenario volvió a poner su espada en su espalda y abandonó el Palacio.
Los únicos que quedaban de pie fueron la princesa y el caballero.
Parte 5
Ya fuera del palacio el mercenario se quitó el elegante traje que había quedado maltrecho en el intercambio de golpes que tuvo con el caballero, su vestimenta actual solo contaba con una playera, unos jeans y un largo abrigo que llegaba hasta sus rodillas, toda su ropa era completamente negra y en su cuello un colgante color blanco que tenía cierto parecido a la mitad de un corazón.
Pero justo cuando se disponía a irse un sonido llamo su atención y despertó sus reflejos, pero se calmó al ver salir de unos arbustos a la princesa Hotaru y a su guardia Hogo.
                - ¿Qué hacen aquí?- Preguntó molesto el joven de negro.
La chica que había cambiado sus ropas por otras menos elegantes y más cómodas le preguntó al mercenario.
- ¿Qué harás desde ahora? ¿Cuál es tu nombre?-
El chico de la lanza, Hogo, el cual ya no contaba con su pesada armadura interrumpió a la chica.
- Ojou-sama ¿Acaso olvida que este tipo estuvo a punto de matarla?-
- ¿Matarme, de que hablas?- Dijo ella.
El chico encargado de la protección de la princesa le contó lo que había presenciado mientras la muchacha negaba todo y le relataba lo que había ocurrido realmente.
                - ...-
Entonces los dos miraron al chico de negro, por un lado la miraba tierna de la princesa y por el otro la mirada asesina del rubio caballero.
- ¿Cuál es tu nombre?- Volvió a preguntar la chica.
- Espere, Ojou-sama-
Ambos ignoraron al caballero.
                - Solo vine aquí porque escuché un rumor de que Zefiro atacaría el palacio, pero ese maldito ni siquiera vino en persona, ya me voy, nos vemos-
                - Espera-
Lo detuvo la princesa y luego prosiguió.
                - Yo te quiero dar las gracias, la vida de mi padre y mi gente fueron tomadas y yo... tal vez ahora estaría llorando o en el peor de los casos estaría muerta-
Hotaru bajó su mirada unos segundos pero se armó de valor y enfocó su mirada a los ojos carmesí del chico que estaba frente a ella.
                - Gracias por salvarme y por no dejar que me hundiera en la desesperación, ehh... ¿Tu nombre?-
Era la tercera vez que le hacia esa pregunta.
- Mi nombre es Iohei y me estoy en búsqueda de Zefiro-
- Yo soy Hotaru, Iohei-kun-
La mirada de la muchacha tenía cierto brillo inexplicable.
                - Nosotros iremos contigo en búsqueda de Zefiro-
Ni el mercenario ni el caballero dijeron nada.
- ¿A qué te refieres con "nosotros"?-
- Debemos atrapar a Zefiro- Dijo como si la pregunta que le hicieron fuera rara. - Tú dijiste que debía hacer algo por mí misma-
Lo recuerda, el pequeño momento en el que le dijo esas palabras aparecieron en la mente del mercenario.
- Olvídalo, no pienso cargar con ustedes- Se quejó el mercenario.
- Es cierto Ojou-sama, nosotros dos somos suficientes-
Reclamó el caballero.
- Pero Iohei-kun es muy fuerte, si somos tres será más fácil-
Volvió a mencionar la chica.
Iohei no necesitaba compañeros, él llevaba viajando solo un par de años por lo que la idea de tener acompañantes no era muy llamativa.
Pero de repente su expresión cambió.
Ella es la princesa del Reino de Midgard, ósea que debe de tener mucho dinero, si tiene dinero significa que puede pagar por hospedaje, comida... si viaja con ella podrá derrotar a su mayor enemigo en este viaje.
La pobreza.
- Acepto que vengas conmigo- Se detuvo un momento. - ¿Puedes defenderte sola?-
- No- Dijo la chica como si fuese normal que fuera así.
El mercenario suspiró fuertemente preguntándose si su decisión fue la correcta.
- Descuida, yo protegeré a Ojou-sama, no dejare que ningún estúpido lagarto le ponga una mano encima-
- ¿Qué dijiste?- Lo encaró el mercenario. - ¿Quién querría ponerle la mano encima a ella?-
La princesa se puso en medio de ambos tratando de detenerlos y dio un pequeño grito.
                - ¡Vamos! ¡Debemos encontrar a Zefiro!-

Entonces con Iohei como líder dieron su primer paso del que sería el comienzo de una gran aventura.


10 comentarios:

  1. Oye me gusta, me gusta.. sobre todo Ojou-sama

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    1. cuando vi que tenia 1 comentario me puse mas nervioso que para mi graduación :'D, gracias por comentar

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    2. lol... vamos a ver que tal se desarrolla ese triangulo :3

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  2. wow que bakan la historia quiero la parte 5 ahora estaba super interesante ,sobre todo quiero saber que pasara con hotaru sama , k lata me paso como cuando sigues un anime en emisión y lo alcansas al dias y tienes k esperar otra semana para saber k pasara nooo quiero saber k pasara envia la parte 5 y sere un fanboy de las joyas del mundo pero le falta mas trama pero cache k era de pelea y se me paso ajjajaja te ganaste su merecido like buen hombre xd

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    1. ya se quien eres "anónimo" :v

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    2. nose si me conoceras solo se k soy un fan de lo k es bueno asique te has ganado mi comentario es un honor asique sientete realizado como mangaka novelista solo soy un simple anonimo

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Muy buen primer capítulo, me gusta la narrativa en tercera persona, para este tipo de historias es lo mejor de lo mejor, jejejeje. Seguiré el desarrollo, pero hasta ahora, muy bien :D

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