The Eternal Garden Of Golden Flowers



                                               


Un solo sentimiento:

Holly llegó a una gran isla por cosas del destino, se puede llamar así como también se puede llamar huir por apuestas elevadas de dinero, pero esconderse en una isla en mitad de la nada le salvó la vida. Era un gran terreno de elevados risco y en su centro una gran extensión de maizales, la isla estaba habitada por pueblerinos alejados de las grandes civilizaciones, ellos sobreviven gracias a las cosechas y venta de la misma, pero también poseen un gran fuente de ingresos por parte de las tres familias más adineradas del país cuyo lugar de recreación era exactamente la gran isla, le llamaban “ El jardín perdido”  por su encantador paisaje y grandes campos de flores extrañas.

Las familias se encargaron de construir sus grandes monumentos en cada esquina de la isla siendo los Spencer los afortunados de hallar la gran colina que sube por unos jardines naturales, ahí construyeron su casa de verano más bien una gran mansión con exagerados detalles y finos vitrales; La familia White, que fueron los últimos en llegar construyeron su casa justo al costado del río que partía la isla, su mansión distinta a la de los White, era mas rustica, hecha de madera fina y rodeado de enredaderas le daban un toque místico al lugar; Por último los Pikins, siendo esta la segunda más adinerada del país, se instalaron el lugar por insistencias del señor Edward Spencer, por lo que solucionaron en aprovechar la oportunidad, se situaron a la otra esquina de la isla en una zona un tanto elevada y la que está más cerca del pueblo.
Las familias no viven todo el año en sus casas de campo, ellos venían en una fecha exacta hasta volverse tradición, justamente a mediados de julio ellos llegaban con grandes eventos para compartir con sus iguales como también grandes oportunidades para los pueblerinos pues siempre se les ofrecía trabajo en lo que duraba las vacaciones; Como cierta chica quien aprovechó las oportunidades laborales cuidando los establos de los Pikins, ellos aceptaron inmediatamente a la chica y le dieron una habitación, más lujosa que sus otros empleados pues dicha chica y los Pikins ya se conocían.
Holly era su nombre, una mujer de 21 años de mediana estatura, ojos claros como su cabellera con una actitud excéntrica; ella cuidaba los caballos como si fuesen suyos, ponía especial detalle en su cepillado y en su comida, de vez en cuando se daba el tiempo para ejercitar a todos ellos, todo esto le resultaba divertido y una muy buena manera de ganar dinero pues le recordaba a su infancia y como ella solía frecuentar a los caballos de su casa. Ella había estado viajando por varios años llegando a ser conocida como una vagabunda aunque insiste ser llamada como trotamundos, se quedó sin dinero en mitad de su viaje y comenzó a trabajar por los lugares a donde iba y en esta isla no era la excepción, pensaba en lo interesante que puede ser el destino al cambiar la suerte de las personas pues ella cambió de dormir en la intemperie a dormir en una cálida y mullida cama en una mansión de adinerados, tuvo suerte, mucha suerte y no dejaría dejar pasar lo que su vida le ofrecía.

— Holly, deja eso!,  vamos a divertirnos quieres?— Hablo un hombre.

Este hombre era el único hijos de los Pikins, Yago Pikins, un tipo con una personalidad juguetona, incapaz de odiar e incapaz de ser alguien serio, de rubia cabellera y atuendos semiformal.

— Buenas tardes,...Señor Pikins, ¿Como le va en su dia?— Preguntaba la chica elocuentemente.
— Pff, Deja de jugar idiota, ya vámonos— Respondió el hombre con un tono burlon.

Yago salió del establo montado en su caballo negro con manchas grises seguido de Holly quien montaba la yegua de su patrona; Ambos se dirigieron a la salida de la Hacienda para tomar el rombo del sur.

— Pareces estar de buen humor,...¿Será este el dia en que me confieses tu gran secreto?— Preguntaba Yago.
— No se de que hablas, yo no tengo ningún secreto,...Señorito— Contesto en lo que daba un empujón a su compañero de paseo.
— ¡No seas mentirosa!, no puedo creer que estuviste aquí por tres largos años sin ningún motivo...alguien como tu no puede quedarse en un solo sitio—  Respondió entre golpes — No se que hacias aqui antes de que nosotros pero si no te has ido aun, ¡Es porque no puedes abandonarme!, ¿No es cierto?, extrañarias a este Hombre bien elegante— Se adulaba entre risas.
— Lo unico elegante es tu ropa, de lo contrario te confundiria con un caballo, pero a todo esto, ¿Por que tanta curiosidad por saber mis intenciones?—
— Eh, ¿No puedo saberlo?, ¿Aun cuando soy tu jefe y me debes respeto?—
— Si es asi, entonces eres un jefe terrible, no se debe acosar a tus empleados,... maldito idiota—
— Vamos, sabes que puedes confiar en mí, ¿Recuerdas cuando despedazaste la cortina de la tía Norma?, ¿Y me heche la culpa?, ¡Si eso no es de amigos entonces no se que es!—
— Fu!, Si quieres que te lo cuente despues no te quejes si llegas a decepcionarte, después de todo no es gran cosa—

Conversaban los dos muchachos mientras cabalgaban a las orillas del río, seguían el sendero marcado por los pueblerinos mientras jugueteaban entre sí, muchos pensarian que entre estos dos no había un lazo de Empleado-Patrón pues no lo representaban; El campo se extendía por millas acompañado por el ligero sonido de las aguas y las aves cantando, el frescor se podía sentir en el aire y los suaves galopes adornaban la agradable sensación del momento, fue justo antes que los golpes comenzaron a subir de nivel que dos mujeres se acercaron.

— ¿Yago?— Dijo una de las chicas — ¿Esta todo en orden?— Pregunto, viendo la situación.

Los chicos estaban frente a frente manipulando sus ropas agresivamente.

— ¡Buenas tardes! — Decia mientras se sacaba a Holly de encima. — Señorita Bianca, Señorita Soda, que agradable sorpresa, ¿nos acompañan en nuestro paseo matutino?— Preguntaba conforme se arreglaba sus ropas.
— ¿Quien es ella? — Dijo Bianca despectivamente.
— ¡Señoritas!, no nos han presentado, mi nombre es Holly, mucho gusto— Se presento con una reverencia.
— Holly, ¿Y tu apellido?— Siguió preguntando Bianca, parecía querer saber rápidamente quién era la mujer que parecía ser muy cercana de Yago.
— Si, Holly,...Diles tu apellido— Animaba a Holly a decirles, él tenía en cuenta que ella no lo diria pero quería fastidiarla un poco.
— Por ahora... — Miraba fijamente a Yago. — Por ahora soy solamente Holly señorita Bianca—

Bianca  White con solo 17 años era la más joven del grupo, su cabello platinados y sus ojos dorados comprobaban su linaje hereditario pero su mal carácter era insoportable, escondía todo su amor con mala actitud, en el fondo, muy en el fondo es muy buena persona. Soda Spencer siendo de la tercera familia más adinerada era todo lo contrario a Bianca, ella era sumisa y tímida, por lo general se encuentra ayudando a muchas personas en realidad ella esta muy triste pero lo oculta bajo una sonrisa, de cabellos dorados y ojos anaranjados Soda es una belleza.

— La verdad señoritas, Holly es una empleada de la casa, se encarga del establo— Explicaba Yago
— ¿Porque esta acompañándolo?, ...No puede ser, ¿Acaso están llevando una relación amorosa a escondidas?— Sacaba conclusiones Bianca que lucía molesta.
— Fuu!, no, como cree, Yago no me llega a la punta de los talones ahaha— Se reía Holly que no notaba que Bianca la fulminaba con su mirada.
— ¡Ya basta!, Tu, no se que es lo que pretendes pero no hagas enfadar a la señorita, Holly...comportate—  Yago bajaba los niveles, Bianca parecía explotar.

Las mujeres retomaron su camino, Soda que veía todo desde un  margen tomo a su amiga para alejarla del foco que la mantenia enfadada, había notado la rabia contra Holly y interdecio de inmediato; por su parte los dos amigos esperaron un poco a que las mujeres se fueran caminando, cuando ya estaban lo bastante lejos Yago golpe con su mano la cabeza de Holly haciendo que esta se quejara del dolor.

— ¡Escuchame!, no fastidies mas a Bianca ¿me oyes?— Decía con un tono serio.
— ¡¿Que te pasa?!, Maldicion,...¿Acaso te gusta?— Contestaba mientras presionaba su cabeza.
— ¡Si!, ¡me gusta!, y mucho...— Contesto.
— ¡Entonces solo dile!,...No se que estas esperando...—
— Sabes que es imposible...mas si tu estas aqui...—
— ¡Vaya!, lamento ser un inconveniente para ti— Respondió Holly.

Holly Reanudo su camino, se veía seria, le molestaba esa situación.

— No lo tomes a mal Holly, no quize decir que sea tu culpa es solo que,...Tu ya sabes...— Se disculpó el chico entretanto alcanzaba a nivelarse con su amiga.
— No nos van a dejar en paz ¿verdad?, aun cuando eh desaparecido...Y mas cuando tus padres saben que estoy...viva—
— Es un terrible acontecimiento,...pero debo decirte que estas haciendo las cosas mal—
— Lo se amigo,...lo se—

Los chicos seguían su camino por la orilla del rio, no pensaban devolverse hasta que el sol hubiese caído por completo, hace varios años que no se veian y ahora tenían la oportunidad de aclarar todas sus dudas. Al otro extremo las chicas aun seguian caminando, esta vez a un paso mas lento de lo que llevaban, ninguna de las dos había pronunciado palabra desde que se encontraron con Yago y Holly, Bianca parecía maquinar situaciones que no pasarían pero en su mente todo lo imposible era posible.

— ¿Bianca?,...¿Estas bien?— Preguntaba Soda un tanto nerviosa.

Veía a su amiga sumida en sus pensamientos más profundos, se mordía una de sus uñas con tanta fuerza que llegaba a cortarlas.

— ¿Bianca?— Insistia — ¡Bianca!, Responde...— Zarandeo a su amiga.
— ¿Que sucede?— Respondió  al fin.
—¿Que sucede?, te perdiste en tu cabeza,...¿Algo te molesta?—
— ¿Crees que ellos estén saliendo?—
— ¿Ellos?, ¿Te refieres a Yago y a esa chica?—
— ¡Por supuesto que si!,  de seguro estan saliendo, ella, aunque vista con esas ropas sucias y holgadas...es realmente linda...—
— ...Es realmente linda ¿verdad?, esa sonrisa...No puedo quitarmela de la cabeza—
— ¿De que estas hablando?—
— ...¿¡Eh!?, L...lo siento no sé en qué estaba pensando yo—

Soda acelero su paso, tapaba su cara con sus manos mientras pensaba en sus palabras reveladoras, agradeció que su amiga no le tomara la mayor importancia y  decidieron volver a sus casas, pues ya se hacia bastante tarde y sus hogares estaban hacia el otro extremo por lo que acordaron seguir con la conversación en otro momento. Al caer la noche los insectos salieron de su escondite para iniciar sus orquestas, la luna predominaba en el cielo y un silencioso viento pasaba a través de la ventana de la hermosa chica de ojos naranjas, ella permanecía en su habitación, exactamente en su balcón, veía con calma la luna, compañera de las solitarias noches y su más fiel confidente, la luna había sido testigo de los numerosos gritos ahogados de la chica y esa noche no era la excepción, una vez mas sus padres se atrevieron a tratarla como un objeto que solo servia  para ganar prestigio y como tal debía hacer todo perfectamente, pero con tan solo una equivocación era suficiente para desatar los reclamos de sus padres, todas las noches era la misma historia, Soda no tenia ningún talento en especial, ni el arte o la danza le atraía y aun así era obligada a practicarlos, vigilada constantemente por sus propios empleados diciéndole constantemente como debe vestir, como debe caminar, como debe hablar, con quien socializar,etc, Soda vivía un calvario. Y aunque quizás sus problemas eran minúsculos a comparación de otras personas simplemente no soportaba mas, llevaba años soportando los crueles trato de su familia como de su criada Ester; Ella se refugiaba en su habitación el único lugar donde se sentía segura lejos de los incesantes gritos de sus padres, a menudo se paraba arriba de los barandales equilibrando su cuerpo entre su balcón y la caída libre que tenia frente a ella, no podía creer que otra vez se viera en esa situación, pensaba en cuantas veces en la semana había pensado en la misma solución pero también pensaba en el día en que por fin se decidiera a hacerlo pero ella no quería ser egoísta, su mas grande pesar era que realmente no podía hablar con nadie, ni con Bianca ni con Yago, ella se sentía sola.

En la mansión de los Pikins todo parecía estar en orden, los padres de Yago se encontraban en la sala de estar jugando cartas con algunos empleados, en las habitaciones del segundo nivel se encontraban Holly explicando sus intenciones en la isla, Yago no podía creer lo que escuchaba, su amiga era mas idiota de lo que pensaba y se lo hacia saber, con mas explicaciones que escuchaba el reía como hiena, pensar que la chica que tenia en frente viajará tantos años con un solo objetivo, finalizando la conversación Yago se despidió con un ligero golpe y se retiró de la habitación de Holly. Ella estaba algo indispuesta al contarle todas sus intenciones pues ella tenía claro desde un principio lo que quería y aunque no estaba ni cerca de lograrlo lo estaba intentando y eso era suficiente, por el momento; se acostó en su mullida cama y comenzó a recordar su día, repasaba también sus tareas de mañana y algunos encargo de parte de Miryam Pikins su patrona y madre de Yago; Miryam Pikins era una mujer muy risueña, una muy buena persona y muy confiable; Holly se disponía a descansar mientras sus pensamientos la conducían al sueño pero de pronto se vio interrumpido por un recuerdo en especial, recordó esos bellos ojos color naranjos, y esa perfecta piel que brillaba con la luz del sol, de un momento a otro; Holly tenía un secreto bien guardado, ese secreto no lo sabia ni su mejor amigo pues cada tarde ella se escapaba de la hacienda para dirigirse al sur, pasando el rió y adentrándose en el bosque, allí había un pequeño claro a las orillas del mar y una perfecta vista hacia la mansión de los Spencer, a una cierta hora de la tarde Soda se asomaba en el balcón que daba hacia el mar y fue en unos de sus primeros días de llegada a la isla que Holly vio por primera vez a Soda en el balcón, No pudo descubrir la belleza del momento, con el tiempo se convirtió en una necesidad hasta hace poco no sabia su nombre pero ahora lo sabía, Soda, pensaba ella, ahora con mayor razón iría a verla todos los días; la chica se perdía entre sus fantasías y en poco tiempo el sueño se fue apoderando de ella hasta quedar profundamente dormida.

“ Holly, se que quizás sea mi culpa por la cual te comportes así, pero realmente no me arrepiento, todo lo que eh querido era transmitirte mis sentimientos; Tus padres, me han querido separar de ti pero no podrán, ¿Cómo podrían?, después de todo soy tu abuela,...y mas cuando los años me están quitando mis recuerdos por eso antes de olvidar te escribo esta carta.

Debo admitir que todas las historias que te eh contado fueron totalmente exageradas, te debo una disculpa por ilusionarte tanto, pero hubo una que realmente no altere, y estoy segura es tu favorita como lo es para mi; Quisiera que encontraras mi tesoro, es lo único que eh querido, que tu vieras con tus ojos Mi eterno jardín de flores doradas.”

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