Parte 1
En algún lugar a las
afueras de la ciudad de Cassperor, se encontraba una pequeña villa con una
apariencia acogedora, las pequeñas casas que conformaban este lugar parecían
recibir alguna suerte de mantenimiento cada cierto tiempo, algo bastante
extraño en comparación con algunas otras zonas parecidas; sin embargo, aquella
mañana lucía aún mejor, el ambiente parecía ser propicio para recibir alguna
clase de evento especial, se podía notar por la cantidad de personas que se
desplazaban al interior, incluso podían observarse vendedores ambulantes
ofreciendo sus productos comestibles entre otros.
– ¿D-Dónde...?
Milo acababa de despertar,
se encontraba recostado sobre una cama al interior de una vivienda.
– ¿Qué me ocurrió? –
refirió mientras se tomaba la cabeza.
La puerta de la habitación
en la que estaba se abrió.
– Me preguntaba hasta
cuándo seguirías durmiendo.
Hana habló mientras entraba
caminando unos pasos hasta llegar a pararse frente a la cama, con las manos
posadas sobre su cintura.
Cuando Milo fijó sus ojos
en ella, recordó todo lo que había sucedido la noche anterior, imagen por
imagen, las peleas con los guardias y su derrota con el mago de los anteojos.
No podía evitar sentirse
frustrado, había sido una derrota total y aplastante.
– Sí que soy patético
– Así que lo recordaste.
Hana se cruzó de brazos y
caminó hacia la ventana que se encontraba al costado de la cama y daba hacia el
exterior de la casa, desde donde se podía observar a la gente en sus quehaceres
diarios.
Mientras veía a los niños
correteando delante de sus padres, personas realizando compras y algunos
sentados sobre las pintadas banquetas de la plazoleta de enfrente, Hana agregó
unas palabras.
– Yo te quiero dar crédito
en esa pelea, ya estabas cansado cuando Alexei llegó.
– ¿Alexei? Ah verdad, ese
el nombre de ese mago. Te agradezco ese voto de confianza, pero creo que en
cualquier caso el resultado hubiese sido el mismo.
Milo se sentó, la sábana
que lo cubría dejó al descubierto su torso desnudo.
– No trates de aparentar
modestia, estoy segura que tienes un poder mucho mayor al que conozco ¿no es
así?
Hana volteó y la primera
imagen que vio fue la figura bien marcada de Milo. De inmediato su rostro se
ruborizó y volteó de nuevo hacia la ventana.
– D-Desvergonzado...
p-ponte tu polo.
Milo bajó la mirada y
cuando se vio con medio cuerpo desnudo no llegó a tener reacción alguna.
– Qué exagerada eres
Milo se puso de pie y
avanzó unos pasos hasta una silla en la que había sido colgado un polo negro.
– ¡S-Solo has lo que te
digo!
– Ya puedes voltear
Con un leve suspiro Hana
dio vuelta comenzando a hablar.
– Deberías aprender a
comportarte como se debe.
– Pero si fuiste tú la que
entró sin avisar.
– B-Bueno eso es porque
pensé que estabas inconsciente aún... ¡en todo caso son cosas completamente
diferentes!
– Sí como digas... por
cierto, me interesaría saber por qué sigo vivo, ese mago debió haberme matado.
– Decidió perdonarte la
vida
– Tch... engreído. Pero
supongo que a cambio de algo...
Escuchándolo decir aquello,
el rostro de Hana enrojeció por completo, de hecho, Alexei había perdonado la
vida de Milo por su atracción a Hana.
– Eso es... eh... bueno...
– ¿Te pasa algo?
Milo no pareció prestarle
mucha importancia y decidió salir de la habitación.
– O-Oye ¿a dónde vas?
– Tenemos que hablar
Momentos después, ya fuera
de aquella vivienda, los tres jóvenes se encontraban en una tienda de bebidas,
ocupaban una de las modestas mesas de madera, además tenían jarros de madera
con jugo de frutas delante de ellos.
– Así que... Safiot – Hana
se notaba todavía algo sorprendida por ello.
– ¿Es verdad entonces que
son los asesinos más temidos de Belifas?
En esta ocasión la pregunta
fue hecha por Ireth.
Cuando Milo la escuchó
dirigió su mirada hacia Hana, de hecho él no pensaba que la joven elfo lo
sabía.
– Tenía que contárselo
– No veo por qué... bueno,
tampoco es que me importe.
– Ya Milo, quiero saber por
qué no me dijiste eso desde un inicio.
– Está bien... pero antes,
quiero hacerte una pregunta.
– ¿Hmm?
– Ahora recuerdo que la
primera vez que nos encontramos, también había caído herido, y tú curaste mis
heridas. En aquella ocasión también desperté sin polo... ¿cómo es que no te
diste cuenta que traía esta marca?
–
.................................
Por un momento Hana
permaneció sin pronunciar una palabra. Pero después respondió trastabillando un
poco.
– B-Bueno eso fue porque...
no... te vi – estás últimas palabras las pronunció a voz muy baja y con el
rostro rojo.
¿Está
diciendo... que me curó sin abrir siquiera los ojos?
– Si me hubiese dado
cuenta, te aseguro que no hubieses despertado.
– Lo sé, lo sé...
Hubo un silencio
momentáneo, una pausa antes que comience una conversación más seria.
– Fui miembro de Safiot –
comenzó contando Milo ante la atenta mirada de Hana e Ireth –, como había dicho
antes, desde siempre todas las operaciones las teníamos que hacer solos, no
podías ver nunca a más de uno realizando algún trabajo. Lo cierto es que recién
me iniciaría oficialmente como un asesino la noche antes de que nos encontráramos.
Lo que se suponía que iba a ser un trabajo relativamente sencillo se complicó
al grado que renuncié a hacerlo...
– ¿Y qué fue lo que te hizo
desistir?
– Prefiero no entrar en
esos detalles... al rehusarme a seguir había caído en un acto de traición y debía
morir por eso... tuve que huir, aunque antes enfrenté a quienes eran mis
compañeros, además...
Milo se había detenido en
su explicación por unos segundos.
– ¿Qué pasó?
– Fui atacado por magos de
Neo Génesis, fueron ellos quienes me dejaron en el estado en el que me
encontraste.
– Pero ¿y si hubieses
decidido hacerles frente?, tal vez hubieses tenido oportunidad... es decir,
eres de Safiot... ustedes han ganado una reputación en todo Belifas. Creo que
hubieses podido ganar.
– Ya no soy parte de
Safiot...
– Pero tienes el poder de
uno.
– Ya te había hablado de la
rivalidad que tienen con Neo Génesis, lo que no te conté es que ellos siempre
han tenido la ventaja.
Una confesión que
sorprendió a Hana, lo hizo saber al casi atorarse con la bebida que tomaba.
Ella chocó el jarro de madera contra la mesa, derramando parte del contenido.
– ¿Qué dices? ¿Desde
siempre? ¿Acaso sus poderes no los hacen parejos?
– La verdad es que no, a lo
largo de la historia desde la aparición de Neo Génesis, ellos siempre han estado
por encima de nosotros, sus magos son extraordinariamente poderosos. Es por eso
que siempre hemos evitado toparnos con ellos, si había una manera de evitar un
enfrentamiento, la tomábamos sin dudar.
Hana mostró una sonrisa
nerviosa luego de oír estas palabras que parecían matar cada vez más sus
esperanzas de robar la llave.
Tiene
que ser una broma
– Las veces que no ha
habido otra opción más que el enfrentamiento – continuaba narrando Milo –, en
la mayoría hemos perdido. Para darte una idea más clara, en enfrentamientos uno
a uno, la escala vendría a ser de uno a cuatro...
Ahora se podían notar gotas
de sudor recorriendo la tersa piel de la bella joven.
– Por cada mago que hemos
matado, ellos nos mataron cuatro.
Milo había puesto en
evidencia lo verdaderamente temibles que podían ser los magos de Neo Génesis en
comparación a los asesinos de Safiot.
Si Hana había sufrido un
escalofrío recorrer por toda su espalda, Ireth no había sido ajena a ello; la
joven elfo había podido entender que aquel mago de anteojos podría haberlos
matado en un parpadeo si así lo hubiese querido.
– Yo – Milo aún seguía
hablando –... solo soy un novato, aquella operación que decidí dejar era mi
prueba final para convertirme en un verdadero asesino de Safiot.
– No puede ser...
La expresión de Hana dejaba
en claro su posición ante esta revelación, sin lugar a duda era un gran
inconveniente.
– ¿E-Entonces me podrías
explicar por qué propusiste robar un tesoro que cuidan muchos de esos magos?
Esa era una pregunta
bastante lógica, el propio Milo había propuesto robar La Sangre de Tarrasque,
pero irónicamente quienes cuidaban esa llave eran aquellos a los que este había
insinuado no poder derrotar.
– Yo te di mi palabra de
acompañarte hasta que consigas tu objetivo... ya encontraremos un modo.
Era la primera vez que Milo
había ratificado su ayuda hacia Hana, y ella se sonrojó ligeramente a causa de
eso.
– "¡Apúrense en
atenderme maldita sea, ya comenzarán las inscripciones del torneo!"
Unos metros más allá, en
otra mesa, un sujeto reclamaba exaltado haciendo referencia a unas
inscripciones.
– ¿Qué fue lo que dijo?
Hana fijó su atención de
inmediato en aquella persona.
– Ha mencionado unas
inscripciones para un torneo – respondió Ireth.
– Esos torneos son una
pérdida de tiempo – refirió Milo mientras cerraba los ojos y mantenía sus
brazos sobre la mesa –, de cualquier modo, no es algo que nos interese, lo más
importante ahora es centrarnos en avanzar hacia la llave.
Luego de estas palabras
Milo tomó del asa el jarro con la bebida y comenzó a beber.
Cada
decisión que tomemos debe ser prudencial y...
Mientras pensaba aquello,
bebiendo aún del jarro, sintió que alguien lo tocaba con el dedo en el hombro.
Se detuvo y abrió los ojos viéndola a ella, se trataba de Ireth, que señalaba
con el dedo de la otra mano hacia la dirección donde se encontraba aquella
persona que había reclamado momentos antes.
– Por allá – señaló la
joven.
Cuando Milo fijó su mirada
en aquel lugar, reconoció al instante aquella vestimenta blanca y el cabello
violeta.
"Pfffffffff"
Luego de escupir todo lo
que tenía en la boca, Milo golpeó la mesa con la base del jarro.
– ¡Qué mujer tan
despreocupada!
– He... hehe
Milo
e Ireth se pusieron de pie y caminaron hasta aquella mesa, llegando a pararse
junto a Hana.
– ¿Hah? ¿Quiénes son ustedes?
– Olvídese de ellos y siga contándome.
– Qué considerada – Milo hizo un
comentario con sarcasmo, acompañado de una ligera sonrisa forzada de Ireth.
Aquel hombre de barbas pronunciadas,
haciendo caso a las palabras de Hana, continuaba hablando:
– Es un torneo de poder, ya se lleva
realizando por años... ¿acaso ustedes no son de aquí?
– Es tal como dice, no somos de aquí...
pero sí nos interesaría participar.
– Habla por ti – refirió Milo.
– Pues si desean participar, las
inscripciones ya están por iniciar, yo les recomendaría que se apresuren si no
se quieren quedar afuera.
– ¿Qué quiere decir?
– Que es tanta la cantidad de gente que
quiere participar, que los cupos se acaban antes que te puedas dar cuenta. Y
por eso es por lo que quiero que me atiendan ¡de una vez!... ¡óiganme, hasta
qué hora les voy a esperar!
El hombre comenzó a exclamar exigiendo
atención.
Los tres jóvenes se alejaron del lugar y
salieron de aquella tienda. Casi al instante, pasaron frente a ellos tres
hombres que iban apresurados y visiblemente emocionados.
– "Esta vez seré quien gane"
– "La última vez perdí por confiado,
pero eso ahora no pasará"
– "Los veo muy confiados, recuerden que
ahora estaré yo"
Hana tenía los dedos comprimidos formando
puños y elevados a la altura del pecho, evidenciando su emoción por lo que
sabían.
– ¡Bien! Sucedió mucho antes de lo que me
había imaginado.
– De modo que crees poder encontrar a
alguien que pueda... o, mejor dicho, que quiera ayudarnos en lo que tenemos
pensado hacer.
– Si quiero encontrar a los mejores, este
tipo de eventos son los ideales, ¿acaso no piensas lo mismo?
Quedaba claro que, a Milo todo esto le
parecía algo absurdo; por lo general, quienes participan en los torneos de
poder son luchadores aficionados, sin habilidades fuera de lo ordinario, y por
ende no aptos para grandes riesgos.
– Miren, es por allá
Ireth levantó el brazo señalando con el
dedo hacia una pequeña plazoleta en donde se encontraban personas realizando
una larga cola.
– Las inscripciones – Hana apresuró el
paso para poder llegar lo más rápido posible.
Cuando llegaron al lugar, Hana comenzó a
caminar hacia la cola.
– Suerte con tu prueba
Después de oír estas palabras, Hana dejó
de caminar y giró el cuerpo para ver a Milo.
– ¿Qué dijiste?
– Que con mucha suerte encontrarás lo que
buscas.
– Oye, ¿qué esperas para venir a la fila?
– ¿De qué estás hablando?
La mirada de Hana se clavó contra la de
Milo, haciendo una expresión amenazadora.
– ¿Por qué me ves así? No tengo la
intención de participar en este tipo de cosas, ya te lo di...
La expresión de Hana, lejos de cambiar se
hizo más sombría, Milo sintió un aura aterradora, a causa de esto no terminó de
hablar, y tuvo que aclarar la garganta.
– No voy a particip...
– ¿Huh?
Bastó ese gesto de Hana para que Milo
termine formando en la fila de inscripción.
– Tch... ¿por qué no haces participar al
elfo más? – decía Milo estando de brazos cruzados.
– Ella no puede pelear, no seas
quisquilloso.
– Lo siento señor Milo
Ireth se encontraba al costado de ellos,
y se refirió a Milo mostrando una sonrisa.
– Sí claro
La corta respuesta de Milo contenía
cierto sentido de sarcasmo.
– "Siguiente"
Se hizo un llamado desde la mesa que se
encontraba frente a la fila, la siguiente en avanzar era Hana. Ella se acercó a
la mesa y escribió su nombre delante de tres personas que hacían de encargados
y colocó su huella dactilar en un pequeño cuadro al lado de su nombre.
– "Listo... siguiente"
Cuando Hana se retiró, Milo era quien
tenía que avanzar. Se acercó a la mesa y escribió su nombre, solo puso
"Milo", y terminó colocando su huella.
– "Siguiente"
Los participantes seguían avanzando para
poder inscribirse. Milo y Hana se alejaron de la fila, acompañados por Ireth.
– Muy bien, ahora podremos conseguir más
miembros para la orden.
– ¡Oh vaya!, ¡qué sorpresa!
Una pequeña voz se oyó detrás de ellos y
al instante voltearon.
– No pensé que los volvería a ver
La pequeña que se encontraba frente a
ellos seguía hablando ante la sorpresa de Hana e Ireth, y extrañeza de Milo.
– ¿Quién...?
– Tú eres...
– La pequeña que nos ayudó a escapar del
mago – refirió Ireth.
La pequeña niña había resultado ser quien
la noche anterior de alguna forma ayudó para que Alexei no los viera como
enemigos a vencer, pero a pesar de que en aquel momento traía una gabardina que
la cubría casi por completo y ahora no, solo Ireth fue capaz de reconocerla.
– Me sorprende que me reconocieras,
onee-chan.
– ¡¿Entonces eras tú?!
Hana se acercó a la pequeña de grandes
rizos tomándola de las manos.
– Así es, me alegro de que hayan podido
salir de ese problema.
– No sabes cuánto te agradezco que nos
hayas ayudado, pequeña.
– Aiko, me llamo Aiko Toru
– Yo soy Hana y ellos son Ireth y Milo
– Mucho gusto con todos – la pequeña Aiko
hizo una reverencia frente a los jóvenes.
– ¿Entonces fue esta pequeña la que nos
ayudó para poder escapar? – refiró Milo casi sin creerlo.
– En realidad yo solo di una pequeña
ayuda, el hecho que sigan vivos es en gran parte gracias a Hana onee-chan, ella
logró seducir con su belleza al mago y solo así los dejó ir.
– ¿..?
– ¿Q-Q-Q-Q-Qué estás diciendo Aiko?
N-N-No es tan li-literal como lo cuentas.
Hana entró en un estado de nerviosismo
por lo que había dicho la pequeña, mientras Ireth veía la escena sonriendo un
poco.
– ¿Seducir?
Milo se cruzó de brazos a la par que
comenzaba a formarse una idea en la que Hana se acercaba cariñosamente pegando
su bastante bien formado cuerpo al de Alexei mientras le hablaba con una voz
bastante sensual y tierna al mismo tiempo, pidiéndole que les perdonasen la
vida.
Luego de imaginar esto, Milo dirigió su
mirada a Hana y acto seguido esbozó una sonrisa burlesca.
Hana pudo suponer lo que había pasado por
la mente de Milo y se fastidió al instante, propinándole un golpe en la cabeza
con los nudillos.
– Wahggg
Casi de inmediato, Milo se ponía de pie
luego de haber caído al suelo, a la vez que se limpiaba el polvo y se tomaba la
cabeza. Luego continuó hablando como si no hubiese sucedido nada.
– Ujum, dejando eso de lado, esta sería
la segunda vez que te quedo a deber la vida.
– Bueno, esta vez no es precisamente como
si hubieras sido el único en salvarse.
– Hana, mira – Ireth alertó haciendo una
señal con el dedo en una dirección.
Los jóvenes centraron su vista hacia
aquel lugar y pudieron observar a un grupo de personas llegando, seis sujetos
con apariencia de caballeros, que mostraban garbo al caminar por entre los
presentes.
Algunos se quedaban observándolos
mientras estos se desplazaban, y otros simplemente continuaban sus actividades
como si no sucediera nada especial.
– ¿Quiénes son?
Los jóvenes observaban discretamente
aquellas figuras, no había ninguna característica especial en ellos que
pudieran identificarlos, y gracias a esto es que Milo tampoco lograba
reconocerlos.
– No tengo idea...
– Quizá sean participantes – Ireth
comentó suponiendo que se podrían tratar de participantes para el torneo.
– ¿Acaso no los conocen? – intervino en
este ambiente de dudas la pequeña Aiko, cruzada de brazos.
– ¿?
– ¿Cómo, sabes quiénes son?
Ante esta pregunta que había hecho Hana,
la pequeña no dudó en responder.
– Son caballeros de la orden Fénix Negro
– ¿¿Cómo??
La expresión de Hana había dejado de ser
de curiosidad, ahora se mostraba sorprendida. Y es que había algo que se supone
tendría que pasar; ya anteriormente Alexei les había hablado sobre los torneos
ilegales, además habían sido advertidos de tener problemas si eran atrapados
participando en uno.
Y ahora aquí estaban, envueltos en un
torneo ilegal, y miembros de una organización militar en el lugar.
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