Desde de un buen rato sin publicar, acá finalmente traigo nuevo capitulo. En el lapso de tiempo que paso entre capítulos van a notar el cambio en el estilo de dibujo. No es un cambio drástico, es mas como una mejora.
Capítulo 13: Planes en movimiento
Parte 1
Abigail miro a la mujer en silencio, frente a ella tenía una Híbrida Artificial, alguien que ella pensó que nunca volvería a ver, al menos tan pronto. La Híbrida bajo la mirada y se sentó en silencio, las serpientes en su cabeza no sabían dónde ir, se movían por si solas y terminaron escondiéndose detrás de la cabeza de la mujer. Ella no sabía que decir o hacer, no sabía ni siquiera como reaccionar, no esperaba escuchar el nombre de su creador de la boca de alguien más. La Híbrida Artificial alzo la mirada para ver a Abigail a los ojos y con disgusto hizo una pregunta.
Abigail miro a la mujer en silencio, frente a ella tenía una Híbrida Artificial, alguien que ella pensó que nunca volvería a ver, al menos tan pronto. La Híbrida bajo la mirada y se sentó en silencio, las serpientes en su cabeza no sabían dónde ir, se movían por si solas y terminaron escondiéndose detrás de la cabeza de la mujer. Ella no sabía que decir o hacer, no sabía ni siquiera como reaccionar, no esperaba escuchar el nombre de su creador de la boca de alguien más. La Híbrida Artificial alzo la mirada para ver a Abigail a los ojos y con disgusto hizo una pregunta.
—¿C-Como es que
conoces a mi padre? —Ella pregunto, tratando de parecer indiferente, pero
fracaso. Sus manos estaban rascando la mesa, se notaba su impaciencia y
nerviosismo.
—¿Lo llamas padre?
¿Después de que te encerró en un sarcófago y te vendió a un tipo del país mas
cerrado del mundo para hacer su trabajo sucio? Yo no lo llamaría Padre después
de eso. Es más, no le daría el premio al Padre del Año.
La Híbrida parecía
molestia, no, dolida por el comentario. Sus serpientes en su cabeza reflejaron
sus emociones, retorciéndose violentamente y actuando agresivamente en dirección
a Abigail. Las serpientes trataron de intimidar a Abigail, pero ella no parecía
preocupada por el posible peligro de ser atacada en cualquier momento. Ella
actuaba con tranquilidad, como si supiera lo que está haciendo, y ese era el
caso, ella sabía lo que está haciendo. Mientras tanto del otro lado del vidrio,
en la otra habitación, todos miraban algo nerviosos la situación, especialmente
Thomas que parecía algo preocupado por el bienestar de Abigail. Lo cual era lógico,
el vio en persona lo que la Híbrida era capaz de hacer y temía que ella pudiera
hacerle lo mismo a Abigail o algo mucho peor. Tamara en cambio estaba calmada,
pero su mirada se enfocaba en el Híbrido, principalmente es su ojo izquierdo
que no estaba tapado por vendas. Ella no dejaba de ver su ojo y no era la única,
Maxwell hacia lo mismo mientras David trataba de no parecer nervioso con su
mano alcanzando la pistola en su cintura. Abigail esperaba que la mujer frente a ella se ponga
violenta, incluso que trate de matarla, por eso se mantuvo tranquila, pero en
guardia, preparada para lo que sea. Si la situación lo requería, ella podría
defenderse. Para su sorpresa, la Híbrida no se puso violenta sino todo lo
contrario… se deprimió. Se deprimió al punto que empezó a llorar en silencio.
Ella trataba de no mostrar debilidad, pero fallo completamente y sus lágrimas cayeron rápidamente de su ojo
izquierdo mientras que de las vendas que tapaban su ojo derecho empezó a
sangrar. Abigail saco un pañuelo de su bolsillo y lo dejo en la mesa. Una de
las serpientes mordió el pañuelo violentamente y lo llevo hasta el rostro de la
Híbrida, ayudándola a secar sus lagrimas.
—¿Porque? —Pregunto
ella entre llantos—. ¿Porque me metió en la oscuridad? ¿Qué hice mal? El dijo
que era especial…
—Tú no hiciste
nada. A él ni siquiera le importas.
—Si no le
importo... ¿Porque existo entonces? ¿Porque estoy aquí? ¿Cuál es mi propósito?
¿Porque se tomo las molestias de educarme si no le importo?
—... —Abigail
se quedo en silencio y miro al vidrio por un momento, ella se sentía algo
perdida, no esperaba que ella empezara a llorar de esa forma. Del otro lado del
vidrio, Thomas se dirigió a Maxwell.
—¿Quien ese tal
Cornelius Stevenson? —El pregunto con molestia. El no conocía al hombre,
pero empezó a odiarlo un poco por el hecho de que haya encerrado a lo que
prácticamente era su hija, no biológica, pero una creación—. ¿Cómo es posible
que sea capaz de crearla? Debería ser prácticamente imposible.
—... Cornelius se
escapo de nuestras manos en diversas ocasiones —Explico Maxwell—. El
hombre está completamente loco y sus experimentos violan todas las leyes
conocidas y por haber. No es un misterio el "Como" lo hace, pero lo
que no sabemos aun es el "Porque" lo hace. Allí radica nuestro mayor
problema, eso y su ubicación es desconocida. Ha operado bajo nuestras narices
por mucho tiempo y quien sabe lo que nos espera ahora.
Abigail se levanto
lentamente y camino hasta la Híbrida que golpeo su cabeza contra la mesa y no
paraba de llorar. Abigail se paró a su lado y le dio un suave abrazo para
reconfortarla. La Híbrida se sobresalto por el abrazo y tomo a Abigail, solo
para abrazarla fuertemente y llorar en su pecho. Sus serpientes se enredaron a
su alrededor y Abigail quedo atrapada allí mientras la mujer frente a ella
lloraba con fuerza, dejando salir su frustración y miedo. Thomas no esperaba
este desenlace, no esperaba que el monstruo que lo salvo se ponga a llorar de
esa manera. Fue cuando se dio cuenta que ella no era un monstruo, podría ser
artificial, creada en un laboratorio, pero tenía sentimientos... Era más humana
de lo que parecía.
Después de varios minutos, la Híbrida soltó a Abigail y se quedo sentada en silencio. Abigail la mantuvo tranquila y la reconforto. Abigail al poco tiempo dejo la sala en silencio y se reunió con los demás en la habitación contigua. Después de un pequeño silencio, Abigail fue la primera en hablar.
Después de varios minutos, la Híbrida soltó a Abigail y se quedo sentada en silencio. Abigail la mantuvo tranquila y la reconforto. Abigail al poco tiempo dejo la sala en silencio y se reunió con los demás en la habitación contigua. Después de un pequeño silencio, Abigail fue la primera en hablar.
—Tenemos un enorme
problema aquí —Dijo ella con un suspiro—. Lo primero en la lista es
decidir qué hacer con ella.
—Bueno, dejarla en
una de las celdas no va a hacerle muy bien. Parece no estar emocionalmente
estable—Dijo Maxwell. Mientras hablaban ninguno se dio cuenta que la Híbrida
parecía escucharlos del otro lado del vidrio, sus serpientes miraron en
dirección al vidrio, no tienen ojos pero sabían que estaban allí, podían escucharlos—.
Diría de tenerla en un lugar cómodo por el momento. El problema principal es
cuando informemos de esto a la OIP. A Wells no le va a gustar mucho esto.
—¿Porque? —Pregunto
Tamara—. Ni que fuera muy complicado decidir qué hacer con ella.
—El problema no es
solo ella. Cornelius ha estado libre por muchos años y Wells se pone muy denso
sobre el tema. Clonación, experimentación ilegal, secuestro, asesinato, robo de
tumbas, etc. Cornelius violo muchas leyes y no me sorprendería que haya violado
todas y cada una de ellas —Explico Maxwell. La Híbrida escucha con
atención y mientras mas escuchaba mas nerviosa se ponía, no podía creer que el
hombre que le dio la vida era un criminal buscado—. Por el momento hablare con
Wells, haré una llamada y le explicare todo con calma, tal vez podamos poner a
esta mujer en algún programa de protección y la podremos reubicar. El problema
es el papelerío. Ella no tiene nombre, documento ni algo que la ligue al
sistema y para nuestras leyes... Ella prácticamente no existe.
—Dijeron que no
era la primera vez —Dijo Thomas—. ¿Qué paso con los demás?
—...
Murieron —Dijo Abigail con tristeza. La Híbrida se levanto violentamente
del asiento, ninguno noto su brusco movimiento—. La mayoría se suicido, los demás
murieron por algún defecto del experimento. Los Híbridos Artificiales no duran
mucho, tienden a vivir 2 o 3 años como mucho. Lo peor es que no pudimos obtener
información de ellos. Cornelius los envía afuera, sin conocimiento de donde
vienen. Sabemos que el esta aquí en el país, pero no sabemos dónde.
—¿Quién es este
tipo exactamente? —Pregunto Tamara—. ¿Y cómo es que puede crear Híbridos
Artificiales?
—... Es
complicado... —Abigail se cruzo de brazos—. Cornelius Stevenson no es un
tipo común y corriente. Solo una vez pudimos atraparlo, pero desapareció de su
celda a la mañana siguiente. Teníamos la suficiente evidencia para encerrarlo
de por vida, incluso darle la pena de muerte, pero se fue. Dejando su investigación
atrás, pero no dejo de experimentar. Al principio empezó con Críptidos
pequeños, fue después de que lo atrapáramos que empezó a enfocarse en crear Híbridos...
Cornelius es un ex-científico estadounidense que aparentemente trabajo en
proyectos secretos durante la Guerra. Después de que Estados Unidos cerró sus
fronteras el escapo ya que era buscado por trata de personas, experimentación
ilegal, entre otras cosas horribles. El tiene pedido de captura por parte de
todos los países del continente americano, incluso Canadá y Cuba. Eso es un
récord mundial sin precedentes.
—En pocas
palabras, es un científico loco —Dijo Tamara.
—Mejor resumido
imposible —Dijo David—. El problema más grande es que ese loco hace estas
cosas y vende a sus creaciones. Pudimos encontrar a la mayoría, pero los demás
no sabemos dónde fueron a parar. Pensamos que había parado porque pasaron años
desde que encontramos al último.
—Tal vez se
anticipo a sus movimientos y ahora opera bajo sus narices —Dijo Tamara.
—No podemos negar
esa posibilidad. Voy a hacer unas llamadas. Cuiden de ella mientras tanto, que
no salga. Manténganla ocupada —Dijo Maxwell y salió de la habitación.
David se rasco la cabeza y suspiro.
—Bueno... Yo
termine mi turno, así que me voy.
—Está bien, te veré mañana David —Dijo
Abigail y David se fue sin decir adiós pero saludando con la mano—. Bien, lo
que debemos hacer ahora es esperar y ver qué pasa.
—Tengo mis dudas sobre todo esto —Dijo
Thomas—. Dudo que este Cornelius vaya a quedarse de brazos cruzados, digo…
Mírala, parece que esta Híbrida es demasiado importante como para dejar que las
autoridades la tengan. Sin mencionar de lo que es capaz.
—Estoy de acuerdo… Mi duda ahora es
averiguar cómo consigo material genético de Gorgona.
—Tal vez algún científico en Grecia
encontró algo —Tamara sugirió—. No sé, a este punto no creo que importe de
donde haya sacado el ADN.
—Supongo que no. Cuando lo encontremos
podremos obtener las respuestas que necesitamos, por el momento debemos enfocarnos
en ella y… —Abigail miro al vidrio y suspiro. La Híbrida ya no estaba en la
habitación, se había escapado mientras ellos hablaban—. Ninguno de los dos
estaba prestando atención al vidrio, ¿no?
—… Creo que los tres deberíamos asumir la
culpa —Tamara se encogió de hombros.
—Por el amor de… —Abigail salió de la
habitación y corrió hasta el pasillo, la Híbrida no estaba allí—. ¡Mierda!
Tamara, busca por la izquierda, Thomas y yo iremos a la derecha.
—Bien
Los tres se separaron y fueron a buscar a
la Híbrida.
Parte 2
Naomi se encontraba en un predicamento.
Ella se encontraba frente a una puerta con su mano levantada a punto de
golpearla. Su mano no se movía en lo mas mínimo, ella estaba empezando a
preguntarse porque había caminado todo el camino hasta esa casa en particular.
Ella sabia porque, pero se debatía si debía hacerlo o no. De pronto, sin previo
aviso, la puerta se abrió y frente a ella apareció una Elfa que vio a Naomi con
sorpresa y un poco de curiosidad.
—… ¿La puedo ayudar en algo señora?
—S-Si. Busco a… Jebediah Searfoss… Esta es
su casa… ¿O me equivoco?
—No, esta es su casa
—Bien… —Naomi la miro de pies a cabeza y
noto el delantal blanco que usaba, este estaba manchado con tierra—. ¿Es usted
la mucama?
—Prefiero el término “Ama de casa” pero eso
significaría que estoy viviendo aquí, y me gustaría dejar en claro que solo
trabajo para él y nada mas… Tengo suficiente con que los vecinos me vean mal
cada vez que salgo a comprar comida para él.
—… Ya veo… —Hubo un silencio incomodo hasta
que Naomi hablo de nuevo—. En fin… Necesito hablar con Jebediah, podrías…
—Claro, espere aquí, no me tardo.
La elfa entro a la casa, dejando la puerta
entre abierta. Naomi se quedo parada en la puerta, esperando pacientemente pero
también nerviosa. La puerta se abrió levemente y de ella se asomo una pequeña
cabeza. Una niña se asomo por la puerta y miro a Naomi con ojos llenos de
curiosidad y asombro. Los ojos de la niña se enfocaron en las enormes orejas de
Naomi y las colas que salían de su kimono, ella no podía dejar de sonreír al
verla. Naomi por otro lado se mantuvo en silencio y trato de ignorar a la niña pero fallo. La
niña camino hasta Naomi con un muñeco en sus brazos. La niña no dejaba de mirar
a Naomi al punto que la agarro del kimono y tiro de él para llamar su atención.
Naomi suspiro y finalmente le hablo.
—¿Si?
—… ¿Puedo tocar tus colas?
—… S-Si…
Naomi se sonrojo. Ella nunca espero esa
pregunta, es más, nunca nadie le pregunto esa pregunta. Naomi dejo que la niña
se acerca y antes de que pudiera tocarla Jebediah salió por la puerta y se
cruzo de brazos.
—Margareth —Dijo él y su hija se dio media
vuelta para mirarlo—. Ve adentro con Soraya y quédate ahí.
—Pero Papa… Su cola parece de peluche. Es
muy esponjosa.
—Que vayas adentro dije. La estas
molestando
Margareth bajo la cabeza y volvió adentro.
Jebediah entonces cerró la puerta y se paro frente a Naomi con mucho disgusto.
Parecía que no la quería cerca, al menos no en ese momento.
—No esperaba a nadie, mucho menos a ti,
Kobayashi… ¿Qué es lo que quieres de mí?
—Ah, directo al punto… Bueno, solo vine
para… —Naomi bajo la cabeza y saco la billetera vieja de su manga—. A decir
verdad… Vengo a devolver algo que no es mío y… Creo que sería mejor que tú lo
tuvieras.
Naomi extendió su mano y Jebediah tomo la
billetera con clara confusión. No espero para abrirla y sus ojos se abrieron
completamente cuando vio la identificación dentro de esta. Su mirada lo decía
todo, el estaba sorprendido y sus manos temblaron por un momento. Naomi no dijo
nada, simplemente se inclino hacia él, dio media vuelta y trato de irse, pero
Jebediah la detuvo con solo decir una pregunta.
—¿Kobayashi? —El pregunto y Naomi se volteo
para mirarlo. Jebediah abrió la puerta y se paro al lado de esta—. Entra…
Quiero saber porque tenías la billetera de mi bisabuelo… Por favor.
Naomi suspiro, ella no quería hablar y
mucho menos revivir ese horrible momento que termino en ella sobreviviendo una
explosión atómica, pero aun así camino hasta la puerta. Ella le debía una
explicación y se merecía una.
Una vez dentro, Jebediah la guio hasta la
cocina. Soraya, la sirvienta, estaba allí con Margareth. Jebediah le pido que
haga Té, ella obedeció y se puso a trabajar. Naomi se sentó en la mesa redonda
dentro de la pequeña cocina y Jebediah se sentó al lado opuesto. Margareth
quería ser parte de la mesa y la conversación, pero Jebediah la detuvo.
—Margareth… Esto es una conversación entre
adultos. Por favor, sal por ahora —Dijo él con calma. Margareth miro a Naomi y
ella asintió, confirmando que era mejor que Margareth no estuviera en el lugar.
Margareth bajo la cabeza y salió de la cocina. Soraya puso el agua a calentar y
fue a atender a Margareth mientras Jebediah y Naomi hablaban.
—… Así que… Mark era tu bisabuelo… No veo
mucho parecido.
—Bueno, no puedes esperar que me parezca a
mi bisabuelo. Si me vas a comparar, me parezco más a mi padre. En fin… Dime
como terminaste con esto. Mi bisabuelo murió en la guerra.
—Si… Sobre eso…
Naomi se tomo su tiempo y les explico a
Jebediah lo que había pasado. Como saco a su bisabuelo de una prisión junto a
Akihiko, un viejo amigo y como trataron de escapar, pero sin suerte. Como Mark
termino dando su vida para que ella escape junto a Akihiko y como a los pocos
minutos fueron golpeados por la primer bomba nuclear que golpeo Japón. Naomi se
tomo su tiempo en contar la historia, ella tenía dificultades en contar la
ultima parte porque mientras más se acercaba, mas le dolía el pecho. Ella
deseaba olvidarlo, pero no podía, debía vivir con eso. Jebediah escucho en
silencio y cuando Naomi termino, la cocina fue invadida por el silencio que fue
interrumpido por el agua hirviendo. Jebediah se levanto de la mesa y preparo el
Té en silencio. A los pocos minutos llego con dos tasas, una para él y otra
para Naomi. El fue el primero en tomar un sorbo de su taza.
—Ya veo —Dijo el—. Así que esos fueron sus
últimos momentos…
—… —Naomi mantuvo silencio.
—Sabes… Mi familia siempre tuvo relación
con el ejército. Hasta dónde puedo recordar, todos los hombres de mi familia
fuimos o somos parte del ejército. Mi padre me mando a la escuela militar
apenas cumplí los 10 años. Sinceramente, voy a terminar con esa tradición. La
odio, además… Quiero que mi hija se dedique a lo que ella cree que vale la
pena.
—Tu bisabuelo era de Estados Unidos… ¿Tu
también vienes de allí?
—Sí, no fue fácil salir. Tuve que hacer
unos favores para que finalmente me dieran el permiso de salir del país. Al
final, Salí ilegalmente… Deserte, pero no me importa. Aquí me aceptaron, fui
parte del ejército argentino por un par de años hasta que lo deje y me dedique
a ser un mercenario. La OIP buscaba a soldados retirados y me tomaron para
cazar Críptidos monstruosos. Para eso fui entrenado en Estados Unidos.
—Creo que una vida aquí es mucho mejor que
en el norte, ¿no es así?
—Bueno… el norte tiene sus ventajas. Tiene
una moneda más estable. El dólar se mantiene mientras que el peso aumenta.
—Problemas menores… —Naomi esbozo una
pequeña sonrisa y miro a su Té, ella no sabía que mas decir.
—¿Solo viniste para devolverme la
billetera?
—Si, a decir verdad, soñé ese día, esta vez
mucho mas vivido que antes y… recordé tu nombre, hice las conexiones y supuse
que estaban relacionados, menos mal estaba en lo correcto. —Naomi tomo el Té,
se lo tomo todo de un solo sorbo, lo cual sorprendió un poco a Jebediah porque
el Té estaba caliente—. Estaba rico…
—Gracias…
—Sabes… Abigail hablaba mucho de ti y
cuando te vi note que eres exactamente igual a como ella te describía.
—¿En serio? —Jebediah sintió algo de
curiosidad—. ¿Qué decía ella sobre mí?
—La mayoría eran insultos y entre esos
insultos resaltaban las palabras “Negativo”, “Molesto” y “Enojado”. Te veo y
puedo verlo. Parece que tienes esta… permanente cara de perro malhumorado… Sin
ofender…
—… —Jebediah se cruzo de brazos y la miro
fijamente. Claramente ofendido.
—… Si… esa es la cara… —Dijo Naomi con algo
de miedo—. Das miedo cuando pones esa cara, ¿Te dijeron eso?
—Sí, Papa de miedo cuando se enoja —Naomi
se dio la vuelta y vio a Margareth escondida detrás de ella.
—¿Y tu como entraste aquí? —Naomi
pregunto—. Mejor dicho, ¿Hace cuanto estas ahí?
—Recién entre… Buscaba mi jugo —Margareth
se acerco a la mesa y como no alcanzaba a ver lo que había sobre la mesa, se
subo a una de las sillas y vio el vaso de jugo que estaba cerca del borde
—. Aquí
esta.
—Margareth, vuelve con Soraya.
—Ella no está disponible
—¿Por qué no?
—Por accidente encendí el televisor y Dorian
apareció en la tele —Apenas menciono a Dorian, Jebediah suspiro.
—¿Dorian? —Pregunto Naomi—. ¿Quién es
Dorian?
—El hombre de la tele. Que predice el clima
—Explico Margareth mientras tomaba su jugo—. Papa, ¿Cómo es que predice el
clima?
—No lo predice, Margareth. Es… complicado…
—El Elfo del clima… Mmmm… Oh… Ohhh… Dorian
Wood, el Elfo del noticiero del canal 15. Si, ya sé quién es. No la culpo por
quedarse mirando la tele. Ese Elfo deliberadamente usa un hechizo de belleza.
Por eso los Rating del canal están por los cielos.
—Eso es poco ético —Dijo Jebediah.
—En la televisión todo se vale con tal de
conseguir el mayor número de audiencia posible. Ese hechizo es poderoso,
incluso hombres caen por el efecto. Claro, gente como tú o yo somos inmunes.
—¿A que te refieres?
—Nosotros tenemos los pies sobre la tierra
—Naomi sonrió y Jebediah soltó una carcajada.
—Jeje, si… Soraya a veces dice cosas estúpidas.
—¡Papa! ¡No digas malas palabras!
—S-Si, perdón.
—¡La próxima te acuso con Soraya!
—Pfffff —Naomi trato de no reírse, pero no
pudo contenerlo por mucho—. Tu hija te tiene bajo control.
—Nadie me controla, Kobayashi.
—Sera muy gracioso cuando le diga a Abigail
que tu hija te mantiene al margen.
—No digas estupi- Digo… No vas a decirle
eso.
—Mmmm, ya veremos, ya veremos… Ahora, si me
disculpas, debo volver a la tienda. Tengo cosas que hacer y algunos artículos que
organizar.
—¿Eres dueña de una tienda? —Pregunto
Margareth con asombro—. ¿Puedo ir a verla?
—Si a tu Papa le parece bien, entonces un
dia de estos podrías pasar a ver.
—Woah —Margareth miro a Jebediah y soltó
frente a él—. ¿Podemos ir Papa? ¿Podemos? ¿Podemos? ¿Podemos? ¿Podemos?
¿Podemos? ¿Podemos? ¿Podemos? ¿Podemos? ¿Podemos?
—¡Ya! ¡Tranquila! —Jebediah grito—. Si te
portas bien por el resto de la semana te llevare.
—¡SIIIII!
—Por los Dioses…
—Jajaja… Tu hija sabe cómo convencerte.
—No tienes idea…
Parte 3
Makoto estaba caminando por los pasillos
del pequeño mercado del barrio. Sus ojos se movían de un lado a otro, buscando
todo lo que tenia anotado en la pequeña lista de compra que sostenía como si su
vida dependiera de ello. Makoto odia salir de compras, pero si Naomi se lo pedía
amablemente, lo cual fue lo que paso, entonces el saldrá a la calle con tal de
hacerla feliz. Makoto suspiro cuando en el pasillo de los condimentos no había
mayonesa y era algo que estaba en la lista, sin mencionar que estaba subrayado,
con signos de exclamación y al lado entre paréntesis decía “No te atrevas a volver sin ella”,
cualquiera pudo haberlo visto como una amenaza, pero este no era el caso. Naomi
tiende a exagerar. Makoto paso de los condimentos y busco lo demás,
considerando ir a comprar la mayonesa en otro lugar antes de volver a la
tienda. En su búsqueda por los estrechos pasillos del pequeño mercado, Makoto
se detuvo inmediatamente al ver lo que él estaba buscando y no podía dejarlo
pasar. Una botella de jugo, pero no cualquier jugo, era de sabor a sangre.
—Pensé que ya no vendían de estos acá…
—Dijo Makoto mientras agarraba la botella y la inspeccionaba. Todo parecía
estar en orden, la botella de dos litros estaba limpia y con un líquido rojo
familiar en su interior—. Bueno, no voy a dejar pasar esto.
Makoto se dirigió a la caja cuando encontró
todo lo que había en la lista, a excepción de la mayonesa. La cajera pasaba los
productos por el escáner mientras Makoto sacaba su billetera para pagar. Sus
ojos se posicionaron en el viejo televisor que estaba mostrando el noticiero.
El reportero parecía estar en Canadá, evidente por la bandera que colgaba de
una de las casas de la calle en la cual el caminaba.
—Como
pueden ver, las calles de este pequeño barrio están completamente vacías al
igual que las casas por la sirena que sonó hace un par de días. Una sirena que
anunciaba la supuesta presencia de Dragones —Dijo el Reportero que caminaba
con tranquilidad—. Hace un par de horas
se avistaron estas bestias sobrevolando las cercanías, pero desaparecieron al
poco tiempo. Según expertos, los Dragones cambiaron su ruta de migración y
ahora sobrevuelan Canadá, rumbo a Groenlandia y Rusia desde las Islas Malvinas,
en unos meses volverán a las islas y no volverán a migrar por otros 20 años.
Por suerte no hubo señal de que estos Dragones se vuelvan hostiles, pero aun
así el estado de emergencia sigue vigente por al menos otras 24 horas hasta que
se esté absolutamente seguro de que todos los Dragones pasaron.
—Que problema —Dijo la Cajera. Una humana
de edad avanzada—. Recuerdo la última vez que migraron esas bestias. Algunos
imbéciles pensaron que sería divertido disparar al aire… Los Dragones bajaron y
se los comieron.
—¿Alguna idea de porque no sobrevuelan
Argentina? —Pregunto Makoto para hacer algo de conversación.
—Escuche que están rodeando el continente,
enfocándose en los países del lado del pacifico. Fueron avistados desde Chile
hace unas semanas. Parece que están buscando la ruta más segura para ellos…
Supuestamente uno se desvió a Estados Unidos… Lo bajaron con un maldito misil…
Estos norteamericanos… No pueden sacar el dedo del puto botón.
—Lo sé… En fin… ¿Cuánto es?
—$150 pesos
—Si… Podría jurar que estas aumentando el
precio cada vez que vengo —Dijo Makoto mientras sacaba el dinero de la
billetera y lo dejaba en la mesa.
—Por favor, Makoto. No crees que una amable
mujer como yo sería capaz de eso. No soy malvada.
—El otro día fui al supermercado de la
avenida, esta todo más barato. Vengo aquí porque estas a una cuadra de la
tienda… Y porque no tengo ganas de caminar.
—Bueno… Debo competir con esos
supermercados y me están cobrando más por la electricidad. Al menos
contribuyes, eres de los pocos que compran aquí.
—Sí, las grandes corporaciones son
malignas... Pero no tan malignas como tu con tus precios.
—Ustedes Vampiros son unos llorones.
—Si, si, si... Somos una vergüenza...
Makoto pago, puso todo en la bolsa y salió
a la calle. Las calles estaban completamente vacías y solo él estaba caminando.
Makoto volvió con calma hasta la tienda pero a mitad de cuadra sintió que algo
no estaba bien. Alguien lo estaba siguiendo desde la oscuridad y no estaba
siendo nada sutil ni trataba de ocultarse siquiera. Makoto no se dio la vuelta
para ver a su acosador, siguió caminando y cuando llego hasta la puerta fue
cuando se dio vuelta. Detrás de el había una mujer que nunca pensó volver a ver
en su vida. La mujer de piel blanca se acerco hacia Makoto con ambas manos en
los bolsillos de su buzo. La mujer destacaba demasiado en la calle, no por el
color de su piel, pero por su corte de cabello. Tenía rapada la parte de
derecha de su cabeza y una larga melena en el lado izquierdo. Makoto no estaba
feliz de volver a verla, todo lo contrario.
—… ¿Pasamos
tanto tiempo separados y lo primero que haces es llamarme por mi nombre
completo? —Agnieszka pregunto con una sonrisa casi humilde—. No me digas que no
te alegras de verme, Józef.
—Ya no me llamo
así. No me llames así.
—Si… Porque
Makoto suena mucho mejor… ¿Por qué rayos te cambiaste el nombre a uno japonés?
—Un nuevo
comienzo. Quiero olvidar lo que paso, todo…
—Esa es una estupidez,
Komorowski. ¿Por qué olvidar el pasado?
—… ¿Qué haces
aquí? ¿Cómo me encontraste?
—No fue fácil…
Pero considerando que durante mitad de siglo todos los países del sur aceptaban
inmigrantes que escapaban de la guerra… Parecía una buena idea empezar a buscar
por estos lugares. Además… Siempre te gustaron los países que estaban aislados.
—… Si quieres
llevarme devuelta a Polonia, olvídalo. Tengo una buena vida aquí y no quiero
volver, mucho menos contigo.
—Por favor… Si
quisiera traerte devuelta, ya lo habría hecho. Además, no hay muchas razones
para volver a Polonia, mucho menos en estos días donde están muy delicados en
cuanto a los Críptidos… Y no estoy de humor para iniciar una guerra… Otra vez.
—Sí, podría
decirle al mundo que fuiste tú la que ocasiono esa Guerra Civil pero entonces
preguntarían porque no te detuve.
—Tú me
ayudaste, Józef —Dijo Agnieszka mientras se acercaba lentamente a Makoto y lo
acaricio lentamente en la mejilla—. Y no podría estar más agradecida del
desastre que me ayudaste a provocar… Fue hermoso.
—Fue enfermizo.
No hay una sola noche en la que no me arrepienta de haberte ayudado. Estaba
enojado, furioso, por eso te ayude. Aun así, esa gente no merecía lo que les
paso.
—¿No lo
merecían? Józef, los humanos se merecen todo lo que les pase. Es más, merecen
extinguirse.
—¿A qué viniste
aquí? —Pregunto Makoto con molestia. El no iba a golpear o atacar a Agnieszka
en medio de la calle. Aunque no había nadie, debía mantenerse civilizado.
—Vine a decirte
que dentro de unos días van a pasar un par de cosas por aquí… Cosas van a cambiar,
cosas importantes.
—¿Qué clase de
cosas? —Makoto se puso un poco nervioso. El tono de Agnieszka le ponía los
pelos de punta. Ella no dejaba de acariciar a Makoto en la mejilla. Su mano se
deslizo hasta su cabello y bajo hasta su cuello.
—Cosas maravillosas,
Amor mío… Me entere que hay fragmentos de cierto Rubí por aquí…
—¡…!
—Y… Una amiga
mía esta buscándolos con algo de desesperación… Cuando consiga un número bueno…
Todo lo que ves aquí, va a caer delante de tus ojos…
—… Voy a
suponer que tu “Amiga” quiere usar esos fragmentos para iniciar una Guerra
aquí… ¿O me equivoco?
—Estás bien en
suponer eso, pero no estás del todo acertado.
—¿Por qué me lo
dices? ¿Acaso quieres que te detenga?
—Siempre quise
la respuesta a la pregunta… ¿Quién es más fuerte? ¿Tú o yo? Como vi que estas
tras la falda de esa Kitsune… Supuse que te olvidaste de mí… Ahora lo confirme…
Cuando llegue el momento… Voy a matar a esa zorra —Agnieszka agarro a Makoto
del cuello fuertemente—. Voy a arrancarle la piel frente a ti y voy a obligarte
a que te comas sus intestinos para que después me supliques que me detenga solo
para que yo finalmente te arranque la lengua y te retuerza la maldita columna…
Makoto mantuvo
la calma y no parecía nervioso ante la amenaza de Agnieszka. Ella lo soltó
rápidamente, cuando vio que gente apareció en la calle, para no llamar la
atención. Agnieszka sonrió dulcemente.
—No puedo
esperar a que este lugar caiga a pedazos… Según ella es por una buena causa… A mí
no me importa, mientras todos sufran y tenga la oportunidad de matar a alguien,
estoy contenta.
—Estas enferma.
—A ti solía
gustarte también, Józef… ¿Qué carajo te paso?
—Madure… Tú
también deberías.
Al decir eso,
la sonrisa de Agnieszka se borro completamente y lo miro con odio. Un odio
profundo. Sus ojos se pusieron negros y maldijo entre dientes.
—Más te vale
que te crezcan ojos en la nuca… Lo mismo para tu zorra… Ah, pero antes de irme…
Deberías saber que el Rubí que tu zorra trataba de proteger ya no le pertenece.
Mejor dicho… No está donde debería estar.
Makoto parpadeo y Agnieszka desapareció,
ella ya no estaba en el lugar. Makoto suspiro y dejo salir y risa nerviosa.
—Mierda… —Makoto entro corriendo a la
tienda y busco el fragmento del Rubí en la caja fuerte del sótano donde él y
Naomi habían acordado que quedara guardado. Makoto abrió la caja con
desesperación y el fragmento había desaparecido. Makoto no podía creerlo, esto
era un problema enorme—. Sera hija de puta… ¡Tengo que llamar a Naomi ahora!
Parte 4
En la oscura habitación sin ventanas,
iluminada por tenues luces azules, Cornelius Stevenson escribía furiosamente en
su libro de notas mientras miraba la televisión frente a él que mostraba la
escena de lo que parecía ser una masacre en un edificio abandonado, pero él
sabía que había pasado. La Híbrida Artificial que él había vendido a un
traficante en Estados Unidos, escapo de su encierro y mato a la mayoría de sus
cómplices. El noticiero no la mencionaba, pero el sabia que la habían capturado
las autoridades, y si ese no era el caso solo es cuestión de tiempo para que la
encuentren. Cornelius tiro su lapicera al suelo con furia y llevo sus manos a su
cabello canoso para tirar de él y arrancarse algunos pelos. El estaba
frustrado, enojado, furioso y asustado. El no esperaba este desenlace y no
podía darse el lujo de que descubran a la Híbrida, mucho menos descubrir donde
se ocultaba él y en lo que está trabajando actualmente. Cornelius sabía que no
iban a poder alcanzarlo, pero aun así debía empezar a mover dentro de poco,
cambiar de escondite. Cornelius se levanto de la silla y en desesperación
empezó a organizar todos sus documentos para empezar a trasladar todo al
próximo escondite. Aunque la habitación estaba a oscuras, la tenue luz
iluminaba lo suficiente como para que el pueda trabajar. En la misma
habitación, que era lo suficientemente grande para usarse de laboratorio, había
un enorme tubo de cristal en una de las esquinas, dentro de este había una niña
flotando en un líquido rojo; la niña estaba en posición fetal y tenía un
pequeño tubo de plástico unido a su ombligo, funcionando como un cordón
umbilical. Entre todos los papeles que dejo sobre la mesa había una caja de
madera. El se puso anteojos negros especiales y la abrió con cuidado. Su rostro
fue recibido por una luz roja que brillaba intensamente. Dentro de la caja
descansaba un pequeño pedazo de Rubí…
—… El Rubí de Tou Krowat… —Dijo en vos
baja—. No puedo dejar que ellos me quiten todo en lo que he trabajado. Estoy a
punto de alcanzar el éxito y no dejare que me detengan.
—Me encanta esa dedicación…
La voz de una mujer se alzo y Cornelius se
dio la vuelta. Sus ojos se abrieron completamente al ver a una mujer vistiendo
una túnica blanca y con un largo cabello castaño que llegaba al suelo, de su cabeza
salían cuernos. La mujer miro a Cornelius con una sonrisa, pero el corrió hacia
el lado contrario, saco un arma de su cinturón y apunto a ella.
—¡¿Quién rayos eres?! ¡¿Cómo entraste
aquí?!
—Tranquilícese Doctor. No le haré daño
alguno. No planeo hacerlo y tampoco me conviene.
—¡Pruébalo!
—… Usted y yo buscamos algo… Algo que
cambiara al mundo… Los fragmentos… —Al decir eso, Cornelius miro al fragmento
del Rubí que aun estaba dentro de la caja—. Puedo ayudarlo a tener más
fragmentos. Apuesto a que usted descubrió que son capaces de replicarse por sí
mismos si uno de los fragmentos originales es destruido. Tienen esta… ¿Cómo
decirlo? Mente de colmena, saben donde están, quieren unirse, pero si una es
destruida, entonces las demás se agrandaran de una manera u otra…
—¿Cómo es que sabes todo esto? ¿Quién eres?
—Soy una aliada para ti… Supongo que usaste
uno de los fragmentos en tus experimentos ¿no? —La mujer se acerco al tubo con
la niña flotando dentro de este. Sus manos acariciaron el tubo y la niña dentro
de este empezó a moverse, como si estuviera teniendo una pesadilla—. Siento un
fragmento dentro de ella… Fusionaste el fragmento con su cuerpo… Ahora son
inseparables, incluso en la muerte. Ciertamente una hazaña sin precedentes… La
Híbrida que escapo también tiene uno, ¿no es así?
—… Si. Pero su fragmento no está fusionado
con su cuerpo. Su fragmento está en su corazón, es parte de él, pero aun
mantiene su forma física. Ella es un fracaso, por eso me deshice de ella. No
puedo matarla después de todas las molestias que me tome en criarla, así que la
vendí para recuperar el dinero perdido.
—¿Qué dirías si yo te trajera a tu pequeña
creación devuelta? ¿Qué tan atado a ella estas?
—… ¿Cuál es tu intención?
—Quiero los fragmentos, tu también… Nos
conviene tener la mayor cantidad posible.
—… Si me atraes a mi Híbrida devuelta
entonces considerare trabajar contigo, pero vas a tener que decirme que es lo
que planeas hacer con los fragmentos. No quiero sorpresas, dime lo que planeas
ahora o no cooperare contigo.
—Quiero el Rubí de Tou Krowat… Completo. Si
me ayudas te daré todos los fragmentos independientes que quieras para tus
experimentos.
—¿Qué ganas con eso?
—… No me creerías si te lo dijera…
—Pruébame…
—Está bien… Te lo mostrare…
La mujer, en un parpadeo, apareció frente a
Cornelius y puso su pulgar en la frente de Cornelius. El hombre de edad
avanzada dejo salir un grito de dolor que lentamente se transformo en un llanto
de felicidad. La mujer retiro su pulgar y sonrió. Cornelius cayó al suelo,
llorando de felicidad y con una energía rara recorriendo su cuerpo. Su cabello
canoso se volvió oscuro y de a poco empezó a rejuvenecerse.
—Eso es lo que quiero que pase. Apuesto a
que tú también lo quieres —Dijo la mujer y Cornelius se levanto con dificultad.
Cornelius se miro al espejo que tenía en una de las paredes y noto que volvió a
ser joven. Su cabello se volvió negro, sus ojos celestes recuperaron su color y
su rostro era liso, sin imperfecciones. El era joven de nuevo.
—Eso fue… hermoso —Dijo él con miedo y
asombro—. ¿Cómo me devolviste mi juventud?
—Tengo mis trucos.
—Esa visión… se sintió tan real… ¿De verdad
pasara? ¿De verdad el mundo puede volverse así? Parece un mundo de fantasía…
¿Si el Rubí está completo puede hacer eso? Y ese ser… en medio de todo… ¿Es lo
que creo que es?
—Sí, lo es… Si nos ayudamos mutuamente me
asegurare de que pase. Te traeré a la Hibrida, le
quitaremos la mitad de su
fragmento y nos pondremos a trabajar.
—Por favor… Tráela devuelta… Quiero a 101 a
mi lado de nuevo… Al final si va a serme útil…
—Se donde está y lo mejor es que ya tengo a
alguien ocupándose del asunto.
Parte 5
La Híbrida Artificial salió de la
habitación de interrogatorio por su propia cuenta. Ella no sabía qué hacer, no
quería quedarse en esa habitación mucho más y mucho menos dejar que gente que
no conocía decida por ella. Ella quería estar sola, quería aclarar su mente,
pero no podía. Las serpientes en su cabeza se movían desesperadas, tratando de
guiarla pero cada una de ellas se movía en distintas direcciones, norte, sur,
este, oeste, agitando su cabeza de un lado a otro y sin dirección aparente,
haciendo que se tambalee y caiga al piso debido al mareo que sus serpientes sin
ojos ocasionaron. Ella se tomo su tiempo para recomponerse y levantarse de
nuevo, tratando de mantener la calma y con su cabeza mirando al suelo camino
hasta que choco con una puerta. Sin pensarlo, abrió la puerta y entro para
esconderse del mundo, no le importaba donde iba a terminar, mientras estuviera
sola no importaba el lugar. Para su suerte, el lugar estaba vacío, la oficina en
la que se encontraba solo tenía sillas y mesas, documentos desparramados sobre
las mesas y una pizarra blanca en una pared. La Híbrida se sentó en una de las
esquinas y se puso en posición fetal por varios minutos mientras miraba a la
pizarra en silencio. La pizarra completamente en blanco por alguna razón la tranquilizaba.
Ella miraba el blanco vació en silencio mientras que en su cabeza se debatía
que hacer. Ella no quería aceptar que su padre, el hombre que le dio la vida,
se haya deshecho de ella sin dificultad alguna y que además sea un criminal de
clase mundial. Ella no quería aceptarlo, pero que ella haya sido encerrada en
un sarcófago de metal, encadenada, atada por una camisa de fuerza y sedada
hasta que pierda el conocimiento era suficiente evidencia. Ella lo sabía, pero
una parte de ella no quería aceptarlo. Le dolía, la lastimaba… Su corazón le
dolía. Las serpientes sentían su dolor y se entristecían con ella mientras
instintivamente trataban de consolarla, enrollándose a su alrededor tratando de
abrazarla. Ella estuvo así por varios minutos hasta que la puerta de la oficina
se abrió repentinamente y vio a Thomas entrando al lugar. Ella mantuvo su
posición mientras Thomas la miraba. El cerró la puerta detrás de él y se acerco
a ella lentamente. Cuando estuvo frente a frente con ella, hizo una pregunta que
ella no esperaba.
—¿Puedo sentarme contigo? —El pregunto con
calma. La Híbrida lo miro fijamente hasta que decidió hacerse a un lado para
que Thomas se siente a su lado. Dejo salir un quejido cuando se sentó, su
hombro derecho aun estaba curándose y aun sentía dolor—. Sabes… Esta es una comisaria
y… no puedes simplemente deambular por aquí.
—… ¿No puedo?
—No, está prohibido. Apuesto a que tu
“padre” nunca te dijo nada de eso —Thomas dijo padre con cierto disgusto, pero
a la Híbrida no le importo.
—… No… No lo hizo… Solo me enseño a hablar
y escribir… y algunas cosas más. No creo que haya hecho falta nada de eso si me
iba a dar a gente que iba a usarme.
—Puede ser… —Thomas suspiro y la Híbrida
sintió su aire frió saliendo de su boca, era tan frió que congelaba el aire a
su alrededor—. Escucha, no voy a decirte que entiendo cómo te sientes, no lo sé
y lo más probable es que nunca lo sepa. Pero lo que si se es como sentirse
traicionado y confundido. Es por lo que estas pasando ahora ¿O me equivoco?
Pensaste que tu padre nunca te haría nada malo y cuando menos lo esperas te
encierra en una caja metálica para mandarte al otro lado del mundo.
—… Si… Yo… —La Híbrida mantuvo la cabeza
baja y sus serpientes se escondieron detrás de su espalda—. Yo… No sé qué
hacer… Quiero volver a casa… pero tengo miedo de verlo… ¿Es cierto? ¿El hizo
mas como yo?
—Tengo entendido que lo hizo. La verdad
recién me entero de todo esto también.
—¿Crees todo lo que dijeron? —Pregunto
ella, como si los acusara de decir una mentira—. ¿Cómo sabes si dicen la
verdad?
—Son policías, están obligados a hacer lo
correcto. Tal vez suene como alguien que cree que el mundo es blanco y negro,
pero la verdad es que creo que el mundo es gris.
—… No lo entiendo…
—Los policías deben hacer el bien, cumplir
la ley, pero hay algunos que no lo hacen. Gente que solo abusa de su poder. No confió
en la policía, pero confió en las personas con las que estaba porque aunque no
los conozca a nivel personal, se que van a hacer lo correcto.
—Oh…
—La mujer que te interrogo, Abigail… Creo
que es del tipo de persona que daría su vida por una buena causa. Apenas la
conozco, pero es alguien en quien puedo confiar. No es algo que digo a menudo,
es más, no es algo que diría en mi vida, pero puedo confiar en ella. Demostró
ser alguien de bien.
—… Tú me sacaste de mi encierro… ¿Por qué
lo hiciste?
—… ¿Quieres la verdad? —Thomas pregunto con
seriedad y la Hibrida asintió—. La verdad no sabía que había dentro del
sarcófago. La razón por la que estaba allí fue porque quería salvar a una elfa
que termino en manos de estos sujetos que también te tenían prisionera. Fue
pura casualidad que te encontrara y te saque del sarcófago… Lo hice para salvar
mi vida porque supuse que lo que sea que haya adentro iba a matar a esos tipos
que me disparaban… Tuve razón… Lo siento si te use…
—No tienes que disculparte por eso… Estoy
agradecida de que me hayas liberado. Yo no podría haberlo hecho… Sé que soy
fuerte, pero no lo suficiente.
—Pfff, eres más que fuerte. Tu sola te
lanzaste contra esos hombres, no solo para salvarte a ti misma, pero también a
mí, eres mi salvadora… Me salvaste la vida y eso lo aprecio.
Thomas sonrió y la Híbrida se sonrojo al
escuchar el cumplido y miro hacia el otro lado. Ella nunca había recibido un
cumplido de su padre ni de nadie. Ella muy en el fondo se sintió feliz y no
pudo contener esa felicidad por mucho. Su sonrisa se dejaba ver al igual que su
rostro sonrojado. Sus serpientes seguían ocultas detrás de su espada, pero se
sacudían de alegría.
—No esperaba verte sonreír tan pronto
—¿Eh? S-Si…
—Oye, ¿Tienes un nombre?
—… 101…
—Eso no es un nombre, es un número.
—Es como me llamo mi Padre.
—… ¿Te gustaría un nombre real?
—¿Un nombre real? ¿Cómo cual?
—No lo sé, no soy muy bueno con los
nombres… Mmm… No sé, creo que un nombre clásico sería interesante. Algo Griego
tal vez.
—¿Un nombre griego?
—Si, creo que te quedaría muy bien… Eres
parte Gorgona y de allí provienen, o es lo que se dice. A ver… Un nombre… ¿Cuál
podría ser?
—¿Qué les parece Anastasia? —Dijo Abigail
al abrir la puerta, sorprendiendo a ambos.
—¡Mierda! ¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Grito
Thomas.
—No mucho, solo sentí curiosidad y me quede
escuchando —Abigail se acerco y se arrodillo frente a la Híbrida—. Escucha… Sé
que estas asustada, pero te puedo asegurar que no hay nada que temer. Yo misma
me asegurare de que nada malo te pase. Lo único que te pido es que no salgas
corriendo como lo acabas de hacer… ¿Te parece bien?
La Híbrida miro a Thomas, como si esperara
una afirmación de él. Thomas asintió y ella suspiro.
—S-Si… no volveré a correr…
—Bien, no te preocupes todo estará bien…
—Abigail tomo a la Híbrida de las manos—. En cuanto a tu nombre… Creo que
Anastasia es un buen nombre para ti. Algo clásico, no muy común y tiene un
significado… Significa “resurrección” o “segunda vida”
—Resurrección… —Murmuro la Híbrida—. Pero…
no morí… ¿Está bien que lleve un nombre así?
—No hay problemas. ¿Te gusta el nombre? Si
quieres puedes usar otro, puedes elegir el nombre que quieras —Dijo Thomas.
—… No… Me gusta… Es un nombre lindo —Ella
sonrió y decidió quedarse con ese nombre—. Tengo un nombre ahora… Gracias.
—De nada, Anastasia
Parte 7
Tamara había salido a buscar a la Híbrida y
termino volviendo hasta el vestíbulo de la comisaria. El vestíbulo estaba lleno
de gente haciendo fila, algunos presentando quejas, otros tratando de informar
de robos y algunos simplemente venían a retirar sus vehículos que fueron
llevados por la grúa por estacionar donde no debían. Tamara suspiro y se apoyo
contra una de las paredes, la Híbrida obviamente no estaba allí, destacaría
demasiado, así que se dio media vuelta para seguir buscando, pero algo llamo su
atención. Una mujer acababa de entrar al lugar con una capucha cubriendo su
cabeza. La mujer que vestía nada más que un buzo gris con capucha y pantalones
largos camino hasta el centro del vestíbulo y no paso un segundo hasta que uno
de los oficiales se le acerco.
—Disculpe señora, no puede llevar la
capucha puesta dentro de la comisaria.
—Oh… interesante… No lo sabía… Perdóneme
señor…
La mujer con una voz tranquila sonrió y se
bajo la capucha, mostrando su rostro. Tamara la miro fijamente y mientras más
la veía más sentía un escalofrió en todo su cuerpo. Su cabello y sus ojos, ya
los había visto, Tamara la había visto antes. Su cabello amarillo oscuro, sus
ojos verdes y una sonrisa condescendiente… Era la mujer que veo en la foto con
Abigail.
—Tal vez usted pueda ayudarme con algo,
buen señor —Dijo ella de manera educada.
—¿Qué necesita?
—Estoy buscando a alguien…
A primera vista la mujer
parecía algo fuera de lugar, pero no muy sospechosa a pesar de la rara sonrisa
que invadía su rostro. Aun así, Tamara no podía sacarse la sensación de que
ella parecía estar ocultando algo, ella podía sentir que algo no estaba bien
con esa mujer. La mujer se
acerco al oficial de policía que tenia frente a ella y hablo en voz baja, pero
lo suficientemente alto como para que Tamara escuche.
—Sé que la tienen aquí... Una mujer con serpientes en su cabeza… —Dijo ella con un tono algo
sombrío.
—¿Cómo es que usted sabe sobre eso?
—Pregunto el oficial mientras llevaba sus manos a la radio en su cinturón. La
mujer agarro al oficial con fuerza, deteniéndolo y mirándolo fijamente.
—Si por alguna razón usted grita o se atreve
a pedir ayuda, voy a partirlo a la mitad con mis propias manos…
Tamara sabia que esto iba a terminar mal e
inmediatamente intervino. Ella apareció justo al lado de la mujer y la agarro
del hombro. La mujer la miro, aun con la sonrisa en su rostro. Parecía no
importarle que Tamara estuviera metiéndose en su camino.
—Ya es suficiente. Lo que sea que tengas
pensado hacer, no lo harás aquí.
—Ese olor… —Dijo la mujer—. Vaya, vaya,
vaya… Demonio y humano… Es hermoso encontrar otro Hibrido aquí…
—… ¿Otro?
—Apuesto a que tu sabes a quien estoy
buscando
—¿Y que si lo sé? —Tamara miro al oficial—.
Sal de aquí.
—No se irá hasta que me diga dónde está la
chica que busco. Si no lo hace, lo matare aquí y ahora.
—Señora, amenazar a un oficial de policía
es un delito muy grav-
La mujer, de un movimiento rápido, agarro
al oficial del cuello, antes de que pudiera seguir hablando, y con fuerza se lo rompió, matándolo en el acto. Todos
los presentes fueron testigos de lo que acababa de pasar, incluso los demás
oficiales que quedaron boquiabiertos. La mujer tiro el cuerpo al suelo y miro a
Tamara.
—¿Decías?
—¿Q-Qué acabas de hacer? —Tamara estaba estupefacta.
—Lo mate… ¿No es obvio? —La mujer pateo el
cadáver levemente—. No vine aquí para hablar, vine a hacer mi trabajo —La mujer
entonces grito—. ¡Si no me traen a la Hibrida que busco, entonces voy a abrirme
paso a ella! ¡Empezando contigo!
La mujer agarro a Tamara y la lanzo contra
la pared, agrietándola en el proceso. Todos los civiles que estaban en el lugar
salieron corriendo despavoridos de la comisaria y todos los oficiales presentes
sacaron sus armas y apuntaron a la mujer que tronaba sus dedos mientras vea a
Tamara que se preparaba para hacerle frente. Tamara sintió algo fuera de lugar
cuando la mujer la tiro contra la pared, se sintió más débil.
—¿Qué rayos?
—¿Te diste cuenta? —Pregunto ella mientras
alzaba sus manos—. Ustedes los demonios son fáciles de abusar si uno conoce sus
debilidades. Dime, ¿Qué tan tolerante eres a la sal?
Ella agito su mano y un puñado de sal salió
de su mano. Ella tenía sus manos y brazos cubiertos en sal. Tamara se enojo y
se decidió a darlo todo con tal de detenerla.
—No voy a decirte nada. Además, no eres
nada más que una humana tramposa.
—… Jajajaja… ¿Estás segura?
La mujer sonrió y detrás de ella salió una
enorme y larga cola, tan larga que parecía medir casi tres metros. En un
parpadeo la uso para desarmar a los policías y los hizo retroceder. Tamara se
preparo para cualquier cosa. Sus ojos se enfocaban en la mujer frente a ella,
pero momentáneamente sus ojos miraron a la cola y a la extraña apariencia que
tenia. Debajo de las escamas verdes salía un extraño pelaje gris, era extraño.
La mujer dio un par de pasos hacia la derecha, sus manos crujieron y se lanzo
contra Tamara, con puño cerrado y a punto de golpearla justo en el rostro.
Tamara esquivo el golpe y el puño de la mujer se incrusto en la pared, pero eso
no la detuvo, ella saco el puño de la pared y en lugar de lanzarse contra
Tamara, su cola fue la que se movió. Tamara no tuvo tiempo de reaccionar ya que
la cola era tan larga que abuso de su longitud y la agarro desde atrás. La cola
atrapo a Tamara y la mujer se acerco, Tamara no pudo escapar, se sentía aun más
débil.
—Esto no tiene sentido, ¿Por qué me siento
cansada?
—Parece que no prestas atención. Mi cola también
tiene sal, vine aquí preparada. Hice bien en suponer lo peor. Aunque debo
admitir que no esperaba demonios aquí. Ella no me dijo que clase de problemas
me esperarían.
—¿Quién rayos eres? ¿Quién te envió?
—No vine a responder preguntas, pero si vas
a hacerte la difícil, voy a tener que sacarte los ojos —La mujer se acerco cada
vez más a Tamara y la empezó a oler—. Sabes… Tu olor me recuerda a otro Híbrido
que me cruce… También era otro mitad demonio… Mierda, no puedo recordar bien su
nombre, pero lo que sí recuerdo fueron sus gritos.
—… ¿Q-Que? —Tamara pregunto con temor.
—Sí, creo que su nombre era Greg, no, no
era Greg… Mmm… Gro… No… Gri, ah sí… Grigori, ese era su nombre… Pero su nombre
no importa mucho a estas alturas. ¿De casualidad lo conocías? Incluso me dijo
su nombre completo, Grigori Rabinovich, ¿te suena?
—… —Tamara miro a la mujer fijamente,
claramente enojada, furiosa, al punto que sus huesos crujieron por si solos y
su sangre hervía de rabia—. Grigori es mi hermano mayor.
—¡Oh! Con razón huelen igual. Mira qué
pequeño es el mundo. Bueno, tal vez deberías saber que tu hermano ya no podrá verte.
—¡¿DE QUE MIERDA ESTAS HABLANDO?! ¡¿QUE LE
HICISTE A GRIGORI?!
—… Lo sabrás cuando lo veas. Si es que
logras encontrarlo —Tamara se enfureció. Sus cuernos y alas salieron de su
piel, liberando gran parte de su poder, pero la mujer apretó a Tamara con su
cola, rompieron varios de sus huesos en el proceso y revirtiendo la transformación.
La sal era la debilidad de los demonios y Tamara comparte esa debilidad. La mujer
sigo apretando a Tamara hasta que ella empezó a escupir sangre—. No hagas un
berrinche aquí. Solo dime donde está la Híbrida que busco y me iré en paz.
—Dudo mucho que te vayas en paz —La mujer
escucho una voz familiar. Sus ojos se abrieron en sorpresa y se dio la vuelta
lentamente. Maldijo su suerte cuando vio a Abigail detrás de ella, con una
pistola en mano y el resto de los oficiales de la Comisaria detrás de ella—. Bájala
en este instante… Ariel.
—Abi… —La mujer, Ariel, soltó a Tamara y se
enfoco en Abigail—. Así que… Aquí estabas… Amiga mía.
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