Bienvenidos todos al segundo arco de Mad World. Este arco empieza con nueva tapa y una vista previa a varios personajes que tendrán un impacto enorme en la historia. También, este capítulo es bastante largo, pero habrá mas largos todavía. Disfrútenlo
Capítulo 12: La Mujer sin Nombre
Parte 0
Sabíamos que el mundo no seria el mismo... Algunas personas rieron... algunas lloraron... la mayoría nos quedamos en silencio. Recuerdo una linea de la escritura Hindú, el Bhagavad-Gita... Vishnu, trataba de persuadir al príncipe para que cumpla con su deber y, para impresionarlo, toma su forma con múltiples brazos y dice... "Ahora me he convertido en Muerte... El Destructor de Mundos." Supongo que todos nosotros pensamos en eso... de una forma u otra...
—J.Robert Oppenheimer
Por suerte para el soldado americano, el japones sabia su idioma y viceversa. Ambos soltaron carcajadas mientras hablaban entre ellos tratando de decir palabras difíciles en el idioma del otro. La noche se había hecho demasiado larga para ambos y tenían miedo de cerrar los ojos. Eran los últimos prisioneros, los demás los habían matado y hoy les tocaba a ellos. Lo ultimo que querían hacer antes de que llegue su inevitable final era al menos tener a alguien con quien hablar, sin importar de donde venían. El soldado americano saco una foto, en esta había una niña pequeña de apenas seis años de edad con cabello rubio y un vestido celeste. A su lado había un niño de tres años. El americano le mostró la foto al japones.
—Mira —Dijo el—. Son mis hijos... ¿Sabes cuando fue la ultima vez que los vi?
—No...
—Dos años... —Dijo el soldado con lagrimas en sus ojos—. Dos malditos años, Akihiko ¿Sabes lo que se siente?
—No, no lo se —Dijo el Japones—. Debe dolerte mucho.
—Si... No solo duele, tengo miedo... Mucho miedo —El Americano guardo la foto en el bolsillo de su pecho—. ¿Que hay de ti? No me dijiste si tienes familia. ¿Estas casado siquiera?
—¿Yo? No... Nunca conocí a la mujer indicada.
—Bueno... Que mierda...
—Lo se... Mierda... —El Japones soltó una carcajada—. Que forma de insultar mas rara tienen ustedes, Mark.
—Tu idioma es raro, Akihiko. Muy formal.
—Jajaja, si... lo es...
Ambos se quedaron en silencio por varios minutos hasta que escucharon algo afuera. Un soldado gritando a alguien y bruscamente se dejo de escuchar su voz, seguido de un golpe seco. Los dos soldados no sabían que había pasado y tampoco tenían forma de saber lo que estaba pasando afuera. Escuchan a varios guardias, que estaban dentro del lugar, salir y amenazando a alguien, seguido de un par de disparos... y después silencio.
—¿Que fue eso? —Pregunto Mark—. ¿Que esta pasando?
—No se
Mark y Akihiko miraron a la puerta, esperando por respuestas y para su sorpresa la respuesta a sus preguntas entro por esa puerta. Una mujer de largo cabello rojo entro al lugar con un kimono negro manchado de tierra y sangre. Sus ojos miraron a su alrededor y cuando vio a Akihiko corrió hacia su celda. Mark se sorprendió al ver que la joven mujer tenia orejas de zorro saliendo de su cabeza y varias colas rojas saliendo por debajo de su kimono. Ocho colas para ser exactos.
—¡Akihiko! —Dijo ella—. Al fin te encuentro.
—¡¿Naomi?! ¿Que rayos haces aquí? Deberías estar en Kyoto.
—¡No podía dejarte aquí! —Naomi rompió la cerradura de la puerta con sus manos y abrió la puerta—. Cuando escuche de las ejecuciones me asuste y fui a buscarte.
—¡Esto fue peligroso e imprudente de ti! —Akihiko grito—. ¿Que hay de tus hermanos menores? ¿Quien los cuida?
—No te preocupes por ellos ahora. Debemos irnos ahora —Naomi entonces vio a Mark fijamente—. Rayos, no lo note a el.
—Naomi, sacalo a el también —Dijo Akihiko y Naomi lo miro en confusión—. No podemos dejarlo aquí.
—Pero... Es Americano...
—Lo se y yo estoy aquí por cuestionar ordenes y me negué a matar jóvenes soldados americanos. Si lo dejo a el también seria como matarlo indirectamente.
—... —Naomi se quedo en silencio. Ella miro a Mark fijamente antes de ir hasta su celda y romper la cerradura—. ¡Vamos!
—No se que esta pasando pero después discutiremos tu raro disfraz —Dijo Mark.
—No es un disfraz
Naomi, Mark y Akihiko salieron corriendo de la cárcel y vieron como de a poco el cielo se iba aclarando aun mas, el sol estaba por salir. Mark vio un vehículo militar justo frente a la cárcel y corrió hacia el, planeando usarlo para huir. Akihiko y Naomi lo siguieron. Mark abrió la puerta y busco rápidamente por las llaves. En ese momento sonó la alarma del lugar, haciendo que Mark se ponga mas nervioso. Eventualmente encontró las llaves guardadas en la guantera y justo aparecieron soldados a la vuelta de la esquina que empezaron a disparar. Naomi se paro frente al auto y con velocidad que desafiaba toda lógica atrapo todas las balas en su mano, sorprendiendo a los soldados. Ella tomo las balas y las lanzo contra ellos, impactando en los hombros y gargantas de los soldados. Mark arranco y auto y toco la bocina para llamar a Naomi.
—¡Oye, vamonos ahora! —Grito Mark y Naomi se subió al auto. Mark acelero y condujo como loco por las calles de Hiroshima por casi una hora. Los soldados habían cerrado las salidas y varias calles, obligando a Mark detenerse en plena calle y optar por otro plan. Pero no importaba que haga, no iban a salir de la ciudad.
—¡Mierda! —Grito Mark mientras golpeaba el volante.
—¿Que hacemos ahora? —Pregunto Akihiko—. Nos están rodeando. No esperaba que se hayan tomado las molestias de poner oficiales en casi todas las calles. Incluso cerraron los puentes.
—Los japoneses me ponen los pelos de punta, son demasiado eficientes... Mierda... —Mark miro a Naomi de pies a cabeza—. Tu... pareces humana pero... Esas orejas y esas colas son reales. ¿Que eres?
—¿Eso importa ahora?
—Lo que importa es el porque nos ayudas.
—Yo vine por Akihiko... Solo eso... Tu no estabas en el plan. Es mas, si no fuera por ti, yo y Akihiko podríamos haber escapado sin dificultad.
—¡Naomi! —Grito Akihiko—. Eso no es cierto. Ademas, no podemos simplemente abandonar a la gente que necesita nuestra ayuda. No importa que donde provengan, todos debemos ayudarnos mutuamente en los momentos de adversidad. No podemos separarnos ahora. Encontraremos la manera de escapar.
—... —Mark suspiro y golpeo el volante de nuevo. Mark vio una pistola en la guantera y un plan le vino a la mente rápidamente. El miro a Akihiko y saco la foto de su hija de su bolsillo—. Akihiko... toma.
Mark le dio la foto a Akihiko que la vio en confusión. Mark tomo la pistola, reviso el cargador rápidamente.
—Confió en que puedas salir de aquí con vida —Dijo Mark mientras buscaba otro cargador en la guantera—. Necesito que me hagas un favor... Mi esposa esta en Florida... Miami, la calle 54 y Avenida 12 —Mark busco en su uniforme su billetera y se la dio también—. Toma, te servirá mas a ti que a mi ahora
—Mark... ¿Que vas a hacer?
—Distraerlos —Dijo Mark mientras abría la puerta del auto—. Hay un soldado Japones que informa a los Estados Unidos de cualquier movimiento por parte de Japón. El se encuentra en Tokyo, se llama Mashiro Toudou. Encuentralo y el te ayudara a salir de Japón. Dile que yo te envié y se encargara de darte asilo en estados unidos. A ti y a Naomi, si así lo desea. Salgan ahora.
—¡Mark, espera! —Akihiko salio del auto—. ¡No voy a dejarte!
—¡Vete! Si morimos los dos todo esto fue por nada.
—Pero...
—Hazte un favor... Amigo mio... Vive y ten una familia. Vale la pena. Te lo aseguro
Esas fueron las ultimas palabras de Mark antes de salir corriendo por la calle con pistola en mano dejando a Akihiko y Naomi solos. Akihiko miro dentro de la billetera y encontró su documento de identidad. Estaba su foto y el nombre "Mark K. Searfoss" al lado junto a todos sus datos. Naomi se acerco a Akihiko.
—Akihiko... Debemos irnos...
—... Si...
Naomi y Akihiko salieron corriendo, llegando al puente Aioi fueron detenidos por un grupo de soldados que sin dudarlo dispararon contra ellos. Naomi se paro frente Akihiko y lo protegió de las balas, atrapando todas y cada una de ellas. Naomi tiro las balas al suelo y chasqueo sus dedos creando esferas de fuego azules que atacaron a los soldados. Naomi tomo la mano de Akihiko para salir corriendo pero en ese momento se escucharon varias sirenas al mismo tiempo, advirtiendo un ataque. Akihiko miro al cielo y a la distancia vio un solo avión. El avión volaba tan alto que no sabia de donde venia.
—Deben ser americanos —Dijo el—. ¿Van a bombardear la ciudad... con un solo avión?
Mientras Akihiko y Naomi miraban al cielo paso lo impensable... Akihiko fue disparado por la espalda. Naomi no se había percatado antes, estaba distraída mirando al cielo. Ella vio a otro grupo de soldados llegando, apuntando a ella, exigiendo que levante las manos pero ella no hizo caso. Naomi vio a Akihiko cayendo al suelo mientras sangre salia de sus heridas. Ella lo atrapo antes de que pudiera chocar contra el suelo y se sentó en el suelo mientras cargaba su cuerpo.
—¡Akihiko! —Ella grito—. ¡No, no, no, no, no!
Naomi toco su pecho, buscando por las balas para sacarlas con su magia, pero Akihiko la detuvo.
—Ahora no... Ya vienen... —Dijo Akihiko con una voz débil—. Vete de aquí... Nunca debiste haber venido por mi...
—No digas eso. Voy a sacarte de aquí, vas a vivir y vas a venir conmigo. No pienso abandonarte.
Naomi vio a los soldados acercándose pero se detuvieron a mitad de camino cuando vieron el avión. Naomi alzo la vista cuando sus orejas captaron un sonido... una voz... ella pudo escuchar el avión y la voz del piloto. "Bomba armada... Desplegando..." Dijo el piloto y la bomba salio despedida del avión. Naomi miro con anticipación la enorme bomba cayendo rápidamente. Akihiko agarro a Naomi de su kimono con fuerza, temblando la miro a los ojos.
—Na-Naomi... Tengo frió...
—No cierres los ojos, Aki... Voy a curarte y... —Naomi dejo de hablar y sintió algo que nunca había sentido antes... Un rasguño en su nuca, su instinto le gritaba y le decía que corra. Ella sintió un escalofrió por todo su cuerpo, Terror. La invadió absoluto terror. Naomi lentamente miro a la bomba y su miedo fue en aumento. Fue en ese momento que se dio cuenta...
—Aki, yo-
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Naomi abrió sus ojos rápidamente y se levanto de su asiento casi de un salto. Ella se había quedado dormida sobre su mesa de estudio y con la radio encendida pasando una canción que ella no imaginaba estar escuchando "Crawl out through the Fallout" de Sheldon Allman. Esa canción le dio un mal sabor de boca y apago la radio. Naomi se sentó de nuevo en la silla y masajeo su frente. Ese viejo recuerdo resurgió del rincón mas oscuro de su mente después de haber pasado varios años tratando de olvidar. Ella no podía olvidar, su brazo izquierdo sin una mano la obligaba a recordar. Ella sobrevivió al arma de destrucción masiva mas poderosa... Ella estuvo ahí... Lo sintió en todo su cuerpo. Naomi suspiro y se levanto de su silla, buscando en uno de sus cajones con lentitud y encontrando una pequeña caja de madera, la abrió para encontrar una vieja billetera en un estado deplorable pero con varios de los papeles intactos. Naomi abrió la billetera y vio el documento de Mark K Searfoss, el hombre el cual Akihiko estaba dispuesto a salvar... Aunque todos sus esfuerzos fueron inútil al final. Fue recién ahora que Naomi recordó algo que le llamaba bastante la atención.
—Jebediah... Searfoss... Con razón ese apellido me sonaba mucho... ¿Sera pariente de Mark? ¿Su abuelo? ¿O bisabuelo?
Naomi conocía a Jebediah de antes debido a que Abigail lo mencionaba de vez en cuando pero ella nunca se había dado cuenta de la conexión hasta ahora. Su traumatico recuerdo la hizo darse cuenta y recordar el nombre completo de Mark.
—... Tal vez debería preguntarle... Supongo que el merece tener esto mas que yo...
Parte 1
Una semana había pasado después de la toma del Congreso por parte de Amara Gaertner. En los días siguientes nadie podía evitar hablar de lo que había pasado y como medio país lo vio todo mediante las cámaras que aun estaban activas durante la pelea de Amara contra Tamara. Lo que causo que la gente no pueda dejar de hablar sobre esos eventos no era Amara, sino Tamara. Amara revelo frente a las cámaras lo que ella era, un Híbrido en un país donde estaban prácticamente prohibidos y para empeorar la situación, ella era un Híbrido de un Humano y un Demonio, lo hacia la gente desconfiar aun mas ya que los demonios son un peligro para el mundo al igual que los Ángeles. En los días siguientes, Tamara y Abigail fueron llamadas por el mismísimo Presidente de la Nación. Ellas no estaban solas, Maxwell, Jebediah y Wells las acompañaban para corroborar los acontecimientos que ellas narraba. La reunión se mantuvo en privado, nadie mas sabia de la reunión con excepción de algunos políticos y los Guardaespaldas personales del Presidente. Dentro de la oficina se discuto el problema mayor... El Rubí de Tou Krowat.
—Primero lo Primero... El Rubí —Dijo el Presidente—. Antes de discutir sobre su contención debo hacerte un pregunta personal, Rabinovich.
Tamara se paro derecha, tranquila y lista para responder cualquier cosa.
—¿Porque alguien como tu tenia un fragmento en primer lugar y porque lo trajiste contigo?
Tamara tomo aire y explico su situación.
—Mi madre me dio el Rubí cuando era una niña. Ella le robo el Rubí a un Elfo y me lo dio pensando que estaría mejor en mis manos que en las suyas. Ella robo el Rubí para poder demostrar su superioridad frente a sus hermanos y a todos los demonios que la desafíen. Por alguna razón que nunca me explico... Se auto exilio de su dimensión y termino aquí con el Rubí.
—¿Donde esta tu madre ahora? —Pregunto el Presidente—. Ella debe responder también por todo lo que paso aquí.
—Mi madre fue asesinada —Dijo ella casi sin emoción. Abigail la vio con sorpresa al igual que Maxwell y Jebediah—. Mi Padre murió ese mismo día y desde entonces solo quede yo con mis hermanos... Los cuales perdí... Mi razón de estar aquí no era solo proteger el Rubí, era buscar mi Hermana que desapareció al inicio de la Gran Guerra y mi Hermano que fue a buscarla. Tengo entendido que ella esta aquí, pero por el momento no encontré absolutamente nada.
—... Como el fragmento que tenias fue destruido no hay mucho de que discutir. Tengo entendido que hay otro fragmento, este lo tiene un Kitsune, Naomi Kobayashi, ¿O me equivoco?
—Si, señor —Respondió Abigail.
—Una de las ultimas Kitsunes en el mundo. Recuerdo bien su nombre, hace años estuvo involucrada con un grupo que ayudaba a personas durante la dictadura militar y no se revelo su verdadera identidad hasta que la Guerra Oculta termino —El Presidente miro los documentos en su mesa y miro a una foto de Naomi—. Bueno... No podemos dejar que ella se quede con algo tan peligroso. Enviaremos a un intermediario que la hará entrar en razón para que nos entregue el Rubí y lo guardaremos nosotros.
—Señor —Dijo Wells—. Con todo respeto... ¿Donde se guardaran? ¿Y cuanta gente estará al tanto de su ubicación?
—No se preocupe Wells. Solo yo sabre de su ubicación y nadie mas. De esta forma evitaremos filtración de información. El Rubí que le quitaron a Amara ya esta siendo transportado a su destino.
—Yo tengo una mejor solucion —Dijo Jebediah—. Detruyan la maldita roca. No veo razon para guardar algo asi, es como Estados Unidos con sus malditas armas nucleares que dice no tener pero todos sabemos que tienen.
—Su destrucción se llevara a cabo en dos meses cuando se termine de estudiar por completo sus efectos y composición, hasta entonces permanecerá intacta.
—Eso espero.
—Blackwood... Tengo entendió que un pequeño fragmento quedo adherido a ti —Dijo el Presidente con curiosidad.
—S-Si... Ahora están haciéndome pruebas para ver si aun es posible sacarlo sin... bueno, cortarme el brazo. Naomi dice que a este punto es imposible de sacarlo, ya no es un fragmento, sino algo que se fusiono a mi sistema nervioso. Para evitar problemas ella y los doctores sugirieron Terapia Mágica para anular los efectos que el Rubí pueda tener en mi. Justamente ayer tome la primer sesión y ahora me siento bien. Creo que podre vivir con esto... Igualmente tenemos un plan de contingencia.
—Bien, espero que no haya problemas... —El Presidente suspiro—. También hay algo que deben saber. El Necrofago que ataco este lugar fue tomado bajo custodia, pero en un rato giro de eventos opto por tomar su propia vida.
—¿Es eso... Posible? —Pregunto Wells—. Digo, son criaturas que mayormente no tienen inteligencia. Este claramente tenia pero no parecía del tipo suicida.
—Es común para los espías —Dijo Jebediah—. Prefieren morir antes que revelar información. Claramente el sabia algo y opto por la muerte para no revelar nada.
—Lamentablemente perdimos valiosa información... Pero eventualmente descubriremos lo que necesitamos. Siempre hay una solución. Dejando de lado ese asunto... Debo decir que nunca espere esto, mucho menos en este país que se siente como la orilla del mundo —El Presidente se levanto y camino a la ventana mientras hablaba—. Lo ultimo que sufrimos como nación fue la dictadura militar que por suerte se retiro del poder después de haber visto y sentido de primera mano de lo que eran capaces los Criptidos... Nuestra guerra con Inglaterra... interrumpida por los Dragones que no sabíamos estaban en estado durmiente en las islas. Ambos nos vimos forzados a desistir y acordamos no tocar las islas nunca mas. Se volvió territorio de Dragones... Ahora tenemos suerte si ellos deciden no atacarnos. Ahora esto... Una mujer devuelta a la vida, manipulada para poder hacer un golpe de estado y alentar a los Criptidos a tomar el país. Por suerte eso no paso ya que la gran mayoría de ellos prefiere alejarse de los problemas.
El Presidente se volvió a sentar en su silla.
—Fui elegido, tanto por Humanos como Criptidos... Los pocos que se les permitía votar al menos. Prometí cambios y me veo con problemas para hacer esos cambios posibles debido a las constantes criticas y los problemas en la frontera. Ahora veo frente a mi un Híbrido que ayudo a detener esta amenaza, aliada con Humanos y Criptidos por igual... Creo que el cambio puede llegar mas rápido de lo que creía.
—¿A que quiere llegar, Señor? —Pregunto Abigail.
—Solo pensando en la despenalizacion de la ley anti Híbridos —Dijo el con una sonrisa—. Con lo que acaba de pasar podemos usar esto para deshacernos de esa ley. Por el momento Rabinovich conservara su ciudadanía y se ignorara su condición completamente. Se gano un respiro. No hay mucho que decir ademas de que ahora necesito que cada uno de ustedes sigan con sus trabajos. Especialmente a ti, Blackwood... Estas ascendida por tu desempeño y valentía. Te lo ganaste.
El Presidente tiro la noticia y Abigail quedo muda, sorprendida. Tan sorprendida que no sabia hacia donde mirar. Ella miro a su alrededor y entonces apunto a si misma para asegurarse de que de verdad se refería a ella. Ella estaba tan perpleja que necesitaba confirmar.
—¿M-me habla a mi? —Ella pregunto con miedo—. ¿Como? No creo que merezca el pequeño ascenso
—No lo llamaría pequeño... Subcomisario...
—... ¿Sub... comisario? —Abigail se sorprendió—. No espere... ¿Que?
—A la Comisaria 52 siempre le falto un Subcomisario y de todos los oficiales allí, ninguno demostraba ser digno del ascenso. Digo... No quiero ofender a nadie... Pero todos sabemos que esa Comisaria tiene los efectivos mas... Bueno, menos activos y lleno de novatos que apenas salieron de la academia. Eso es en parte porque el pequeño barrio donde se encuentra no es un área problemática, por el contrario... No pasa nada. Robos menores y es un área donde habitan Criptidos y Humanos por igual por lo que de vez en cuando hay algunos altercados, pero nada que merezca mucha atención. El puesto de Subcomisario quedo disponible después de la trágica muerte del anterior asi que... Lo tienes. Por lo que leí sobre tu desempeño y lo que escuche es que eres muy buena oficial y toma esto como recompensa por tu trabajo. Tranquila, nada cambiara ademas de tu salario y que cuando Maxwell no este disponible tu tendrás que tomar su lugar.
—Vaya... —Abigail miro al piso, tomo un poco de aire para tranquilizarse. Su corazón estaba latiendo rápido y trato de mantener la calma—. Gr-Gracias.
—No me lo agradezcas. Eso lo hiciste tu... Y recomendaciones de dos personas. Una esta aquí y la otra te espera afuera. Pueden retirarse.
Cuando el Presidente dijo eso Abigail miro directamente a Maxwell que le dio una sonrisa y se encogió de hombros, claramente fue el quien la sugirió para el ascenso, Jebediah la miro con una pequeña sonrisa que rápidamente desapareció mientras se cruzaba de hombros, Wells le dio un pulgar arriba y Tamara le dio una palmada en la espalda. Todos salieron de la oficina y Abigail se sorprendió al ver a una mujer esperando apoyada en la pared. Abigail la reconoció enseguida.
—¡Annabelle! —Ella dijo con una sonrisa y fue a abrazarla. Annabelle abrió sus brazos y la recibió. Ambas se abrazaron y Annabelle dio por terminado el abrazo rápidamente.
—Otro día puedes abrazarme mas, tengo que trabajar y no quiero arrugar mi ropa. Tengo que mantener mi imagen como la secretaria del Presidente.
—... Pero nadie te conoce.
—¡No digas eso! ¡Lo se, solo quiero sonar importante! —Dijo Annabelle con tristeza—. Si, se que es triste lo que acabo de decir.
Tamara se acerco a ambas y espero a que Abigail la introduzca.
—¿No vas a introducirme con la hermosa secretaria? —Tamara pregunto y Annabelle se sonrojo un poco.
—Hermosa y demasiado para mi... —Annabelle soltó una carcajada.
—Tamara, ella es Annabelle Blackwood, mi prima que vino de Inglaterra hace un par de años para estudiar abogacía... Termino como Secretaria.
—¡Oye! Es un buen empleo... Ademas, tengo cierta influencia. Fui yo quien te sugirió para tu pequeño ascenso.
—Me hice a la idea cuando el Presidente lo dijo. Maxwell solo no podría haberlo hecho.
—¿Aun te duele el brazo? —Annabelle pregunto y Abigail movió un poco el brazo izquierdo.
—Aun lo siento adolorido, pero esta bien. Va a mejorar.
—Me alegro de oírlo. ¿Puedo proponerte algo?
—Claro, ¿Que tienes en mente?
—Quiero festejar que acabas de salir del hospital y que te ascendieron a subcomisaria. Hace tiempo que no festejamos por nuestros logros, esta seria una buena razón para salir de la rutina que lentamente me esta devorando por dentro...
Tamara y Abigail miraron a Annabelle mientras ella se reía de su propia crisis. A Tamara le dio un pequeño escalofrió y a Abigail le parecía normal a este punto.
—Si, vamos a festejar. Ven a mi casa esta noche y festejaremos.
—¡Perfecto! —Dijo Annabelle y saco su telefono—. Voy a avisarle al tio John y la tia Maria.
Cuando Annabelle menciono a su madre la detuvo agarrándola de la mano. Abigail empezó a temblar ante solo pensar que su madre vendrá a su casa.
—No... Solo... No... —Dijo ella con miedo—. Papa tal vez, pero ella no... Festejemos nosotras.
—¿Segura?
—Bastante segura. La conoces y sabes lo que pasara si la invitas. Ninguno de los presentes durara ni cinco minutos. No se como Papa la aguanta todos los días de su vida.
—Pfff, tu madre debe ser la muerte encarnada —Tamara bromeo.
—Ella es peor que la muerte.
—Bueno, no la llamare, ni a tu padre. Festejaremos nosotras solas.
—¿Que hay de mi? —Pregunto Tamara—. ¿No estoy invitada?
—... Si quieres... Pero tendrás que ayudarme a cocinar si planeas venir.
—Me parece justo —Tamara se encogió de hombros.
—Bueno, te espero esta tarde. Todavía tengo una semana libre, acabo de salir del hospital y me recomendaron tomarme un tiempo.
—Bien, nos vemos esta tarde. Adiós, Abi —Annabelle la salido y a medio camino se dio la vuelta y saludo a Tamara de lejos—. Fue un gusto en conocer, Tamy.
—... ¿Tamy?
—Le gusta poner sobrenombres.
Abigail sale de la Casa de Gobierno junto a Tamara y Maxwell las esperaba con su patrullero, ambas entran y Maxwell conduce. El viaje fue silencioso hasta que Maxwell empezó la conversación diciendo algo que llamo la atención de Abigail.
—A partir de la próxima semana empezaras como Subcomisaria, tendrás tu propia oficina, una mas grande y tu propio espacio para trabajar sin dificultad.
—... Me acostumbre a mi oficina en la División Paranormal... ¿Es posible que la siga usando? No veo razón para moverme si aun seguiré trabajando allí. Mi ascenso solo es significativo si tu no estas disponible y quedo yo a cargo.
—Eso y... cuando me retire tu seras la que este a cargo de la Comisaria —Dijo Maxwell y Abigail lo miro con algo de tristeza—. Yo llevo mucho tiempo en este trabajo y falta un par de años para que me retire oficialmente... hasta entonces tu estarás parcialmente a cargo de algunos asuntos dentro de la Comisaria. Ten en cuenta que con tu posición actual puedes mandar a otros oficiales, están a tu cargo. Necesitas algo, ellos te lo traerán.
—Osea que tengo el poder de obligarlos a que me alaben como su nueva diosa —Abigail bromeo e hizo que Tamara empiece a reírse fuertemente.
—No tan así.
—Lo se, solo bromeo. Aun así, voy a quedarme en mi vieja oficina. No creo que hayas encontrado a alguien para que me reemplace en mi viejo puesto.
—En eso tienes razón. Por desgracia no encontré Criptozoólogos dispuestos a trabajar en la comisaria. La mayoría prefiere la seguridad de un laboratorio o un salón de clases. Otros... bueno, otros dejan el país. Es casi como los estudiantes de cine, se reciben y dejan el país porque tienen mejores oportunidades afuera que aquí —Maxwell suspiro—. No puedo dejar que ocupes tu vieja oficina, por algo esta la oficina de subcomisario. Vas a moverte, lo quieras o no. Aun así trabajaras en la División. Eres nuestra única experta en el lugar y no queremos parecer débiles ante las otras Comisarias que alardean de tener lo mejor en equipos, oficiales, etc. Nos tratan como si fuéramos lo peor de lo peor.
—... Mas o menos lo son —Dijo Tamara—. La Comisaria 52 no es la mejor Comisaria que digamos. Su edificio por dentro esta algo sucio también.
—¡Oye, eso ya es pasarse un poco!
Parte 2
Thomas se encontraba solo en su casa, silencio era su única compañía ademas de la televisión encendida mientras el trataba, con mucha dificultad, prepararse un té sin accidentalmente congelar el agua, lo cual era bastante complicado ya que cualquier cosa que tocaba era congelada y aun con guantes puestos no hacia mucha diferencia. Thomas después de luchar contra el deseo de tirar toda su cocina por la ventana logro prepararse un té. No importaba cuantas veces lo haya hecho desde que se vio afectado por la maldición, siempre le resultaba difícil conseguir calentar el agua. Por suerte para el sus labios no congelaban el agua (aún) así que pudo disfrutar de cada sorbo del dulce té. Thomas suspiro, satisfecho y con una sonrisa mientras sus ojos se enfocaban en su televisor. Thomas vive en un departamento pequeño, con suficiente espacio para una sola persona y nada mas. Las paredes estaban bastante juntas dando la sensación de opresión, como si el departamento fuera una especie de prisión, pero con el lujo de poder entrar y salir cuando quiera. La puerta de su departamento daba con un pasillo con barandas que daban a la calle, una avenida muy poco transitada en un barrio al limite de la Capital. El sonido de la televisión hacia eco en todo el departamento mientras Thomas miraba la pantalla en silencio. El disfrutaba estos momentos de tranquilidad que lamentablemente para el no duraban demasiado, por esta misma razón nunca esta vestido de entre casa. Thomas tomo su té lentamente, saboreandolo, cuando su tranquilidad se vio interrumpida por un fuerte golpeteo en su puerta. Thomas miro a su puerta y en lugar de responder decidió ignorar el llamado. Esta la persona del otro lado de la puerta toco múltiples veces, claramente en desesperación y empezó a gritar.
—¡¿Hola?! —Grito una mujer del otro lado de la puerta—. ¡Necesito ayuda, por favor!
Thomas dejo su té en la mesa, se levanto rápidamente y abrió la puerta. Del otro lado encontró a una Elfa que claramente estaba asustada y temblando. Ella tenia rasguños y moretones por todas partes. Thomas no tardo en preguntarle que había pasado.
—¡¿Que te paso?! —Pregunto con preocupación.
—¡Mi amiga...! —Dijo ella, tratando de hablar sin temblar—. ¡Vinieron en una camioneta y se la llevaron! ¡Se la llevaron! ¡Trataron de tomarme a mi también pero corrí! ¡Se la llevaron!
—Tranquila, ven adentro, llamaremos a la policía y... —Thomas miro atrás de ella y vio una camioneta blanca. El hombre en el asiento del conductor los miraba fijamente.
Thomas miro a su izquierda, al final del pasillo daban las escaleras que lo llevaban a la calle y de ellas aparecía un hombre vestido de negro con una mascara en su cara. Thomas tomo a la Elfa de la mano y la metió dentro de su departamento. Ella cayo dentro del departamento con su mano sintiendo el inmenso frió que Thomas transmitía. Thomas entonces cerro la puerta y le grito a la Elfa.
—¡No salgas hasta que yo te diga! —El grito y el hombre se acerco, con arma en mano.
Thomas corrió hacia el hombre quien disparo, la bala rozo la mejilla de Thomas quien tomo al hombre por la muñeca y congelo su mano junto al arma. El hombre grito por el frió y hielo que cubrió su mano. Thomas lo golpeo en el estomago y de una patada lo tiro contra la baranda, el hombre cayo al primer piso, rompiéndose una pierna. El edificio era pequeño y Thomas vivía en el segundo piso, si lo hubiera tirado del tercer piso el hombre podría haber muerto. Thomas bajo por las escaleras rápidamente y vio a otro hombre bajar de la camioneta mientras esta se acercaba rápidamente al departamento. El hombre que salio traía una metralleta y disparo contra que Thomas que se cubrió con un auto abandonado que estaba cerca de las escaleras, recibiendo un disparo en el brazo. La camioneta acelero, llevándose al hombre herido. Thomas vio la camioneta irse y trato de alcanzarla, pero sin éxito. Thomas suspiro y se quejo de la bala dentro de su brazo. La Elfa salio del departamento y corrió hasta Thomas.
—¡Por los Dioses! ¿Estas bien?
—¡Te dije que te quedes adentro! —Grito Thomas mientras se quejaba—. Mierda... Ven, llamemos a la policía.
Thomas entonces cayo de rodillas, la bala había alcanzado el hueso y se quejaba del dolor. Fue entonces que la camioneta volvió repentinamente y le disparo a la Elfa un dardo tranquilizante. La Elfa cayo al instante y Thomas trato de lenvantarla sin congelar su cuerpo. Los hombres salieron de la camioneta y golpearon a Thomas con la culata de un rifle directo en el rostro y se llevaron a la Elfa.
—¡Hijos de Puta! ¡¿Que van a hacerle?! —Pregunto con furia. Los hombres enmascarados miraron a Thomas de pies a cabeza.
—¿Que hacemos con el? —Pregunto uno de ellos.
—Es un testigo... —Dijo el otro hombre. Thomas se levanto y trato de atacar, pero lo inmovilizaron con una macana eléctrica. Thomas cayo al suelo, electrocutado—. Disparale, nos vamos.
Al dar la orden, el hombre disparo contra Thomas y se fueron en la camioneta. Thomas se quejo, pero no grito de dolor. Recibió las balas en el costado del pecho, pero en lugar de grito soltó una pequeña carcajada.
—Menos mal... Mis costados son de hielo solido... —Thomas trato de levantarse y vio a la camioneta blanca dando la vuelta en la esquina y desapareciendo de su vista—. ¡Hijos de puta!
Thomas se forzó a si mismo levantarse del suelo y empezó a correr en medio de la calle. Detrás de el se detuvo un auto misma tocaba la bocina. Thomas en lugar de moverse corrió hasta el auto y abrió la puerta del pasajero para entrar.
—¡Oye! ¿Que estas haciendo? —Grito el conductor y las manos de Thomas se congelaron mientras agarraba al hombre de la ropa.
—De la vuelta por la esquina y siga la camioneta blanca —Thomas ordeno con una voz profunda.
—¿Q-Q-Que?
—¡¿Estas sordo?! ¡Conduce esta chatarra o te congelo las putas manos!
El conductor, con miedo, acelero y sigo las instrucciones de Thomas. Avistaron la camioneta y la siguieron.
Maxwell deja a Abigail en su casa junto a Tamara y vuelve a la Comisaria. Abigail suspiro mientras veía su casa que no veía desde hace una semana. Una pequeña casa de dos pisos con un pequeño patio frontal con césped y un limonero que apenas estaba dando limones. Frente a la casa había una reja que evitaba que la gente se acerque al limonero. Abigail saco sus llaves y abrió la puerta de la reja, dejando a Tamara pasar. Abigail entro y cerro la puerta con llave mientras Tamara se acercaba al limonero y estaba a solo unos centímetros de arrancar un limón. Sin siquiera mirar a Tamara, Abigail ya sabia que Tamara iba a tomar un limón y la detuvo calmadamente.
—Si agarras un limón te corto la mano y lo juro —Dijo Abigail mientras daba vuelta la llave, trabando la puerta. Tamara puso sus manos en sus bolsillos con una sonrisa inocente—. Sabia que ibas a hacerlo.
—No puedes culparme —Tamara se encogió de hombros.
Abigail fue hasta la puerta de la casa y entro. Tamara entro con ella pero se detuvo un par de centímetros dentro y se saco sus zapatos, los dejo cerca de la puerta y camino descalza dentro de la casa. Abigail miro en silencio y no pudo evitar preguntar.
—... ¿Porque te quitas los zapatos? —Pregunto—. Mas importante... ¿Porque no estas usando medias? Te van a salir hongos.
—A mi los hongos no me afectan —Dijo Tamara mientras miraba la casa. Las paredes pintadas de blanco con un par de fotos colgadas, bien cuidadas. Algunas fotos viejas, otras recientes y un pintura colgada cerca de la sala de estar. Tamara miraba las fotos y se detuvo en una en particular—. En Rusia tenemos esta costumbre de sacarnos los zapatos cuando estamos en una casa ajena para no ensuciar.
—... Ya veo... —Abigail camino hasta ella y miro la foto que estaba mirando. La foto de su graduación del secundario. Allí estaba Abigail, sola, con su titulo en mano y su uniforme en orden. En ese tiempo Abigail usaba anteojos y dejaba su cabello largo.
—... Me resulta raro verte con el cabello largo... y con rulos —Dijo Tamara.
—Si... Es algo de familia supongo. Si me lo dejo largo se me hacen rulos. Me lo estoy dejando crecer un poco ahora, pero no lo suficiente para que se meta en el camino a la hora de trabajar. En la academia no obligaban a tener el pelo bien corto. Obviamente habían excepciones.
Abigail camino hasta la cocina y Tamara siguió mirando las fotos en la pared. Ella se detuvo en un cuadro que estaba dado vuelta, mirando a la pared. Tamara la dio vuelta y revelo la foto. En ella estaba Abigail con otra chica, ambas llevaban el mismo uniforme frente a un parque de diversiones. La chica de cabello amarillo verdoso estaba abrazando a Abigail cariñosamente mientras ella no parecía estar muy a gusto, pero aun así la dejaba abrazarla. Tamara miro mas de cerca y noto los ojos verdes de la chica... Parecían antinaturales y la sonrisa que ella daba era casi idéntica al tipo de sonrisa que Tamara suele darle a la gente. Su sonrisa en la foto era bastante condescendiente, como si mirara al fotógrafo con una felicidad casi mórbida. A Tamara le pareció bastante rara la chica de la foto.
—¿Abi? —Tamara tomo el cuadro y camino hasta la cocina donde Abigail ordenaba algunas cosas y se preparaba para limpiar un poco para quitar el polvo.
—¿Que paso?
—¿Quien es ella? —Tamara le mostró la foto y Abigail se puso algo pálida al ver la foto y rápidamente la dio vuelta para no ver a la chica.
—No es nadie —Dijo rápidamente—. Nadie importante al menos. Deja de ver mis fotos y ayúdame a limpiar un poco el lugar. Después prepararemos la comida... Tal vez tengamos que comprar primero.
Abigail se llevo el cuadro a su habitación que quedaba en el segundo piso y Tamara se quedo en la cocina, algo desconcertada por el repentino cambio de actitud.
—Era como si ella tuviera miedo de la foto —Tamara pensó.
Abigail y Tamara pasaron la siguiente hora limpiando un poco la casa. Después de estar una semana vacía junto algo de polvo que era bastante visible. Poco después de terminar la limpieza, Tamara acompaño a Abigail a comprar harina, salsa, levadura, queso y otros ingredientes. Abigail planeaba hacer pizza ya que no tenia muchas ganas de cocinar algo realmente complicado y prefería cocinar a ordenar pizza ya ella por que según ella "Le falta cariño."
Abigail preparaba la masa mientras Tamara se quedaba en la sala de estar mirando la televisión, mas específicamente documentales. Ella se sentó en el suelo justo frente a la pantalla mientras miraba un documental sobre la Primera Guerra Mundial. En ese momento sonó el teléfono y Tamara se levanto para atender por parte de Abigail mientras sus ojos no dejaban de ver el televisor.
—Casa de Abigail Blackwood, ¿Con quien tengo el gusto de hablar? —Dijo Tamara mientras miraba la tele.
—... ¿Quien eres tu? —Pregunto una mujer claramente mayor.
—Yo pregunte primero —Dijo Tamara.
—Y yo te estoy exigiendo una respuesta —La mujer parecía no tener paciencia alguna ya que no pasaron ni diez segundos y ya estaba a punto de hacer amenazas—. Sera mejor que me des una respuesta.
—... ¿Me exige? —Tamara soltó una carcajada—. Señora, usted no sabe con quien esta hablando.
—No lo se, porque no me lo estas diciendo.
—No se lo dije porque usted no respondió a mi pregunta y fui bastante amable con usted.
—¿Sabes que? No importa. Déjame hablar con Abigail.
—Primero responde mi pregunta si quieres que te pase con ella.
—Tamara, ¿quien es? —Abigail salio de la cocina y escucho la voz de la mujer gritando.
—¡Soy su madre! —Ella grito y Abigail se detuvo a mitad de camino y le hizo señas a Tamara. Mas que nada sacudió su cabeza en negación. Ella no quería responder la llamada.
—... E-Ella no esta aquí... —Dijo Tamara y Abigail suspiro mientras se llevaba ambas manos al rostro.
—Deja de mentirme —Dijo la Madre de Abigail—. ¡Abigail Jessica Blackwood si no contestas el teléfono voy a ir yo personalmente!
Ante esa simple amenaza Abigail corrió hasta el teléfono y contesto, aun contra su deseo de no hablar con su madre.
—¡Madre, que hermosa sorpresa! —Dijo Abigail con una sonrisa forzada
—No finjas, Jessica —Cuando su madre la llama por su segundo nombre significaba que le esperaba casi una hora de ella gritando por el teléfono.
—... ¿Que hice ahora? —Pregunto Abigail.
—Bien, ¿por donde puedo empezar? —La Madre de Abigail se tomo su tiempo—. Para empezar, nunca me llamas
—¿Y te preguntas porque? —Abigail susurro.
—Ignoras mis mensajes.
—Mi celular es para emergencias —Dijo Abigail y eso era verdad. Su celular era para emergencias solamente y ya no tenia ninguna otra necesidad para el.
—Siempre me entero algo por tu padre y no por ti. Solamente hablas con el.
—El no me grita ni cuestiona mi vida.
—¿Como quieres que no cuestione tu vida cuando estas rodeada de esos monstruos?
—... No les llames monstruos.
—Como mierda se llamen. No simpatices con esas cosas. Vi lo que paso en el Congreso y eso refuerza lo que digo. No te metas con algo con lo que no puedes lidiar, vas a terminar muerta uno de estos días.
—... Es mi trabajo. Si no te gusta te aguantas.
—Y otra cosa, tienes 27 años. ¿No estas desperdiciando tu tiempo? Ya deberías haber encontrado a alguien ya, comprometerte incluso.
Tamara llego a escuchar toda la conversación y se dio la idea de la clase de persona que era la madre de Abigail. Por el momento se mantuvo callada y evito hacer comentarios.
—Ni se te ocurra desaparecer como lo hizo tu hermano. A diferencia de el, tu vales mas y claramente tienes tus pies sobre la tierra, no como el inútil de tu hermano que se hace el humanitario.
—... —Abigail se quedo callada.
—Hazme caso por una vez. Lo digo por tu propio bien. Si no, vas a fracasar en tu vida. Y algo mas-
Abigail colgó el teléfono antes de que su Madre pueda decir algo mas. Abigail suspiro y Tamara se quedo callada hasta que vio a Abigail un poco mas calmada.
—Tu madre es... Diferente a lo que esperaba.
—Esa fue una conversación normal... Se vuelve peor.
—¿Segura que fue buena idea colgar el teléfono?
—No lo fue. Voy a prepararme para lo peor
—No lo fue. Voy a prepararme para lo peor
Thomas miro desde el auto como la camioneta entraba a un edificio abandonado, alejado de las áreas residenciales y de todo lugar que pueda verlo. El dueño del auto quedo en silencio mientras veía lo mismo que Thomas.
—De-Deberíamos llamar a la policía —Dijo el.
—Si... Hazlo tu. Yo entrare ahí —Thomas salio del auto y el hombre trato de detenerlo.
—Mierda... —Susurro Thomas—. ¿Estos son secuestradores? No... Parecen estar mas organizados...
Thomas se mantuvo escondido y mirando de lejos. Uno de los hombres se saco la mascara, revelando un tatuaje de araña en su cara, mas específicamente la mejilla. El se dirigió a sus otros cómplices, seis hombres incluyendo al que Thomas ataco.
—Bien, tenemos unos Elfos, como nos encargaron. Con esto tenemos el encargo principal listo. Asegúrense de tenerlas dormidas, deben llegar al cliente para mañana a la tarde afuera del país.
—Entendido —Dijo uno de los cómplices mientras se aseguraba que este todo en orden. Thomas vio que entre los Criptidos capturados había un sarcófago de metal parado contra la pared y cadenas a su alrededor.
—¡Jefe! ¡Tenemos un problema aquí! —El sujeto pateo a Thomas y quedo expuesto ante los secuestradores.
—Vaya, pero si es el imbécil que se hizo el héroe... Pensé que lo habíamos liquidado.
—Soy mas resistente de lo que crees, Imbécil —Dijo Thomas con sus brazos levantados.
Sus manos se cubrieron en hielo y rápidamente golpeo el suelo con ellas, creando una pared de hielo. Todos dispararon a la pared mientras Thomas tomaba al hombre que le estaba apuntando y lo congelaba a la pared. Thomas tomo el arma y rápidamente corrió por el palier creando otra pared de hielo cerca del sarcófago. Thomas reviso el arma y se preparo en caso de tener que disparar. El nunca disparo un arma antes, pero tenia confianza en que podría hacer algo. Las balas impactaron contra el hielo, quebrandolo, pero no rompiéndolo en su totalidad.
—Mierda, mierda, mierda. La estoy cagando en grande. ¿Que hago? Si salgo me matan seguro a menos que cubra todo mi cuerpo en hielo y solo seria retrasar lo inevitable. Piensa... —Thomas miro el sarcófago—. Podría... Si lo que sea que esta ahí dentro es peligroso entonces lo usare contra ellos. Vale la pena intentarlo, estoy con la espalda en la pared y no tengo nada que perder ahora.
Thomas se asomo un poco y llego a ver una sombra saliendo del sarcófago, eventualmente viendo al dueño de la sombra... Una mujer con una camisa de fuerza. Los ojos de Thomas se abrieron en su totalidad cuando vio serpientes saliendo de su cabello... No, las serpientes eran su cabello, serpientes sin ojos y con dientes filosos que eran parte de su piel. La camisa de fuerza blanca no era solo una camisa, era una vestimenta de una sola pieza que la inmovilizaba en su totalidad mediante correas. Las correas en sus piernas estaban sueltas, quedando solo sus brazos atados a su cuerpo. Sorprendentemente la mujer tenia una enorme cola de reptil que salia de su cuerpo y se arrastraba por el suelo. La mujer miro frente a ella con su ojo izquierdo, el derecho estaba vendado, y dejo salir un aire que estaba conteniendo. Todas las serpientes en su cabeza miraron fijamente a los secuestradores y claramente estaban furiosas.
Una de las serpientes miro atrás, enfocándose en Thomas. La mujer se dio la vuelta y miro a Thomas con indiferencia. Ella camino hasta el, Thomas se arrastro fuera de su alcance pero choco contra la pared. Las serpientes se acercaron a el primero, lo olfatearon y algunas incluso se enrollaron en el. La mujer miro a Thomas fijamente por lo que parecía ser una eternidad. Thomas no sabia porque, pero ese ojo que parecía no ser de ella causa un raro efecto en el... Era eso o Thomas encontraba a la chica algo linda. Es mas, el no esperaba para nada que alguien como ella este en el sarcófago. Uno de los secuestradores apunto a la mujer. Thomas lo noto y la empujo para que no le de la bala. La bala la rozo, pero le dio a el directo en el hombro. Thomas cayo al suelo con otra bala en su cuerpo, una bala que no solo choco contra el hueso, sino que rompió su clavícula. La mujer se sorprendió y todas las serpientes se dieron vuelta para ver al atacante. La mujer se enfureció y de un solo movimiento brusco rompió las correas de sus brazos y para la sorpresa de las secuestradores la boca de la mujer se abrió de par en par, como si de una serpiente se tratara y rugió como una especie de monstruo. Todos se quedaron petrificados, algunos incluso soltaron sus armas. El líder les ordeno que mantengan la calma, pero en el segundo que se distrajo, la mujer ya se había lanzado hacia el usando su enorme cola como un resorte para darse un poderoso impulso. Sus mandíbulas fueron directo al cuello del hombre, matándolo instantáneamente mientras rompía su cuello. La mujer escupió al líder y los seis hombres que quedaban de pie dispararon contra ella, pero las balas no le hacían nada. La enorme cola tomo a uno de los hombres y lo azoto contra el suelo varias veces, rompiendo su cráneo en el proceso y tirándolo contra uno de los hombres, noqueandolo en el proceso. La mujer, con sus enormes fauces, se lanzo contra los cuatro hombres restantes y los hizo pedazos, sin dejar que ninguno de ellos escapen de ella. Thomas, sangrando en el suelo, vio como la mujer hacia pedazos a sus captores sin ninguna piedad o remordimiento. Todo paso tan rápido que Thomas no podía creer lo que había visto ni tampoco podía creer en el lió en el que se metió solo por querer hacerse el héroe. La mujer se acerco a Thomas, bañada en la sangre de los hombres, se sentó junto a el, tomo a Thomas en sus brazos y lo acerco a su pecho. Ella se quedo así en silencio junto a el, como si tratara de consolarlo o tranquilizarlo. Thomas no sabia lo que ella iba a hacer o lo que esperaba hacer con esto. En ese momento la policía llego al lugar y vieron el desastre. Entre los oficiales había una cara conocida, David Barone. El vio a Thomas sangrando en el suelo y corrió hacia el.
Una de las serpientes miro atrás, enfocándose en Thomas. La mujer se dio la vuelta y miro a Thomas con indiferencia. Ella camino hasta el, Thomas se arrastro fuera de su alcance pero choco contra la pared. Las serpientes se acercaron a el primero, lo olfatearon y algunas incluso se enrollaron en el. La mujer miro a Thomas fijamente por lo que parecía ser una eternidad. Thomas no sabia porque, pero ese ojo que parecía no ser de ella causa un raro efecto en el... Era eso o Thomas encontraba a la chica algo linda. Es mas, el no esperaba para nada que alguien como ella este en el sarcófago. Uno de los secuestradores apunto a la mujer. Thomas lo noto y la empujo para que no le de la bala. La bala la rozo, pero le dio a el directo en el hombro. Thomas cayo al suelo con otra bala en su cuerpo, una bala que no solo choco contra el hueso, sino que rompió su clavícula. La mujer se sorprendió y todas las serpientes se dieron vuelta para ver al atacante. La mujer se enfureció y de un solo movimiento brusco rompió las correas de sus brazos y para la sorpresa de las secuestradores la boca de la mujer se abrió de par en par, como si de una serpiente se tratara y rugió como una especie de monstruo. Todos se quedaron petrificados, algunos incluso soltaron sus armas. El líder les ordeno que mantengan la calma, pero en el segundo que se distrajo, la mujer ya se había lanzado hacia el usando su enorme cola como un resorte para darse un poderoso impulso. Sus mandíbulas fueron directo al cuello del hombre, matándolo instantáneamente mientras rompía su cuello. La mujer escupió al líder y los seis hombres que quedaban de pie dispararon contra ella, pero las balas no le hacían nada. La enorme cola tomo a uno de los hombres y lo azoto contra el suelo varias veces, rompiendo su cráneo en el proceso y tirándolo contra uno de los hombres, noqueandolo en el proceso. La mujer, con sus enormes fauces, se lanzo contra los cuatro hombres restantes y los hizo pedazos, sin dejar que ninguno de ellos escapen de ella. Thomas, sangrando en el suelo, vio como la mujer hacia pedazos a sus captores sin ninguna piedad o remordimiento. Todo paso tan rápido que Thomas no podía creer lo que había visto ni tampoco podía creer en el lió en el que se metió solo por querer hacerse el héroe. La mujer se acerco a Thomas, bañada en la sangre de los hombres, se sentó junto a el, tomo a Thomas en sus brazos y lo acerco a su pecho. Ella se quedo así en silencio junto a el, como si tratara de consolarlo o tranquilizarlo. Thomas no sabia lo que ella iba a hacer o lo que esperaba hacer con esto. En ese momento la policía llego al lugar y vieron el desastre. Entre los oficiales había una cara conocida, David Barone. El vio a Thomas sangrando en el suelo y corrió hacia el.
—No puedo creerlo —Dijo el—. ¡Thomas!
—El cigarrillo va a esperar. La ambulancia primero. ¿Que mierda paso aquí?
—Es... una larga historia... Solo... No la hagan enojar... —Thomas apunto a la mujer que había enfocado su ojo en Thomas e ignoro todo a su alrededor—. No les conviene...
—Es mi televisor, déjame ver algo —Dijo ella y lo dejo en el canal de películas.
—No es cierto
—¿Cuando termino la Guerra Oculta?
—25 de Noviembre de 1989 a las doce del mediodía —Dijo Tamara casi al instante.
—¿Quien detuvo la Guerra?
—Un Ángel que mato a casi toda Europa.
—... No se porque miras documentales...
—Refrescan mi memoria
—Por favor, ni que hubieras estado ahí
—... Bueno...
—... Espera... —Abigail vio a Tamara, sorprendida—. No me digas que estuviste ahí.
—...Eh... Bueno... Estar ahí implica que haya participado de la Guerra... Yo... No estoy diciendo que estuve en el área de impacto ni nada de eso...
En ese momento sonó el celular de Abigail y ella tuvo que contestar inmediatamente.
—Después hablaremos de esto —Dijo ella y contesto el teléfono—. Blackwood... Ah, Maxwell... Si, estoy en casa... Espera... ¿Que? ¿Es broma? No, no... Si, iremos enseguida... Esta bien... Adiós.
Abigail colgó y miro a Tamara.
—¿Que paso?
—Bueno... Primero menciono a Thomas y después digo... Gorgona...
—¿Gorgona? ¿No se habían extinto?
—Por eso me quiere en la Comisaria ahora, quiere que lo confirme. Menos mal falta un par de horas para que Annabelle aparezca... Aun así le haré saber que salimos por un momento y que estaremos aquí antes de que llegue.
Abigail y Tamara fueron directo a la Comisaria en el auto de Abigail que mantenía siempre estacionado frente a la casa. El poco uso del auto era obvio por el polvo dentro de este ya que siempre que va a trabajar Maxwell la lleva en su patrullero, a veces David es quien la lleva. Apenas llegaron vieron a Maxwell en la entrada y las llevo dentro de la Comisaria. Allí dentro vieron a varios Criptidos siendo atendidos por la policía mientras tomaban sus declaraciones.
—¿Vas a darme los detalles de lo que paso? —Pregunto Abigail y mientras se adentraban en la Comisaria ella vio a Thomas sentado en el pasillo con su buzo atado a la cintura y debajo de su remera podía verse un pedazo de hielo en su hombro derecho. Junto a el estaba David, con un cigarrillo en la boca. Thomas vio a Abigail y se paro con algo de dificultad.
—No esperaba verte tan pronto, Abigail —Dijo Thomas—. ¿Como esta tu brazo?
—Estoy bien, pero eso no importa ¿Que te paso a ti?
—Clavícula rota... Pero no importa. Me sacaron la bala y la maldición actuó por si sola, cubriendo mi hombro en hielo y reuniendo el hueso roto. A veces amo esto, pero la mayor parte la detesto.
—Al menos estas curándote rápido —Dijo Tamara
Abigail vio a David que le sonrió y estaba por darle la mano, pero sin decir nada Abigail le saco el cigarrillo de la boca antes de estrechar su mano. David suspiro y directamente le dio su caja de cigarrillos.
—¿Ni un hola? —Pregunto David—. Solo... "Dame los cigarrillos"
—Tu sabes mejor que nadie que esta prohibido fumar aquí.
—Ni que fueras mi jefa.
—Bueno... A partir de la próxima semana lo sera... —Dijo Maxwell con una sonrisa.
—¿Como?
—Ella sera la nueva subcomisaria
—¿Me estas jodiendo?
—No
—Mierda... Felicidades —Dijo David, claramente feliz por el ascenso de Abigail—. Bueno, ahora podes darme otra razón por la cual sacarme los cigarrillos... Jefa.
—¿Significa que aun vas a seguir haciéndolo?
—Claro
—... En fin, ¿Que paso, Thomas? —Abigail fue directo al punto.
—Bueno... Resulta que...
Thomas empezó a contar lo que había pasado. Abigail escucho todo mientras interrumpía a Thomas solo para preguntar por detalles. Maxwell, David y Tamara se quedaron callados mientras escuchaban toda la historia. Cuando termino, Abigail se quedo en silencio pensando en lo ocurrido.
—Bueno, primero que nada me gustaría hablar con la... Gorgona... Si es que es una Gorgona. ¿Donde esta?
—La tuvimos que trasladar a la sala de interrogatorio por un momento. Fue difícil lidiar con ella ya que no parecía querer cooperar en lo absoluto. Se mostraba incluso violenta —Explico Maxwell—. Por suerte no lastimo a nadie.
Maxwell los guió a todos hasta la sala de interrogatorio, entraron y vieron a la mujer, supuestamente una gorgona, detrás del vidrio en la otra habitación. Ella estaba sentada en la mesa, mirando sus manos en silencio. Abigail se acerco al vidrio, se acerco tanto que lo toco y la mujer alzo la vista repentinamente, como si se hubiera dado cuenta de la gente del otro lado del vidrio y mirando a Abigail directo a los ojos, haciendo contacto visual por varios segundos hasta que la mujer bajo la cabeza nuevamente. Abigail retiro su mano del vidrio y lo primero que dijo sorprendió a Maxwell.
—Ella... No es una Gorgona —Dijo con seguridad.
—¿Segura?
—Te lo puedo asegurar por varias razones. La primera... Ella pudo haberme petrificado con esa mirada que me lanzo, incluso detrás de este vidrio el poder me pudo haber alcanzado. Segundo... Ella tiene cola... Las Gorgonas no tenían cola y esta claramente no tiene escamas... Es piel humana. Tercero, sus serpientes están ciegas, no tienen ojos pero aun así captan nuestros movimientos... Podría ser que usan la ecolocalización para ver... Puedo decirte mucho mas pero te puedo asegurar que ella no es una Gorgona. Se parece a una, pero no lo es. Ella parece una mezcla de... —Abigail guardo silencio repentinamente—. ¿Mezcla?
Abigail se pregunto a si misma y entonces miro a Thomas.
—Mencionaste que las personas que la tenían en el sarcófago hablaron sobre un doctor. ¿Dijeron su nombre?
—Dijeron un apellido, creo. Pero no lo recuerdo con claridad, estaba muy lejos para escuchar bien la conversación.
—Mencionaste que las personas que la tenían en el sarcófago hablaron sobre un doctor. ¿Dijeron su nombre?
—Dijeron un apellido, creo. Pero no lo recuerdo con claridad, estaba muy lejos para escuchar bien la conversación.
—Ya veo... —Abigail entonces hablo con Maxwell—. Debo hablar con ella, quiero confirmar algo.
—Puedes entrar, pero no te aseguro que hable.
—Tranquilo, conmigo hablara. Ustedes quédense aquí, yo me encargo de todo.
Abigail salio de la sala y camino hasta la puerta que daba a la habitación de la mujer. Abigail tomo un poco de aire y abrió la puerta, entro tranquilamente y cerro la puerta detrás de ella. Abigail camino hasta la mesa y miro a la mujer a su ojo. Hubo un silencio sepulcral hasta que Abigail fue la primera en hablar.
—Necesito que me hagas un pequeño favor... Claro si es que entiendes mi idioma. ¿Me entiendes, no? —Abigail pregunto y la mujer asintió despacio—. Perfecto. Quiero que, por favor, mires mi mano derecha. Quiero que sigas mi mano, mas específicamente mi dedo indice, el único dedo que tengo levantado ¿Esta bien? Solo eso voy a pedirte que hagas por mi.
Ella dijo y movió su mano de un lado a otro, la mujer al principio no la obedeció pero eventualmente lo hizo, mirando fijamente su dedo y siguiéndolo con la mirada. Abigail sonrió un poco.
—Bien, muy bien —Dijo ella y mientras movía su mano empezó a hacer preguntas—. Si no te molesta me gustaría hacerte un par de preguntas, ¿Te parece?
Abigail pregunto y la mujer no dijo nada, solo se enfoco en el dedo.
—Tomare eso como un si... ¿Tienes un nombre? ¿Segundo nombre? ¿Algún apellido?
Abigail pregunto y la mujer no dijo nada, solo se enfoco en el dedo.
—Tomare eso como un si... ¿Tienes un nombre? ¿Segundo nombre? ¿Algún apellido?
La mujer no contesto esa pregunta.
—¿De donde vienes?
La mujer sigo sin contestar.
—¿Cuantos años tienes?
Seguía sin haber respuesta.
—... ¿Algún recuerdo de tu padre?
Esa pregunta parecía haber tenido cierto impacto ya que la mujer dejo de seguir la mano de Abigail.
—Lo sabia —Pensó ella—. Hubiera deseado que ese no fuera el caso.
La mujer sigo sin responder, bajando un poco la vista y mirando fijamente sus propias manos mientras las frotaba nerviosamente.
—... ¿Podría ser que pasaste gran parte de tu vida rodeada de agua... Sin posibilidad de salir al exterior? —Abigail hizo una rara pregunta. Tamara estaba confundida y no sabia a lo que quería llegar. David y Thomas estaban igual de confundidos pero Maxwell parecía entender lo que quería lograr con esto. La mujer bajo la cabeza y no dijo nada, esta vez se puso mas nerviosa, como si tratara de olvidar.
—No tienes nombre... Ni apellido... ¿Sera que en lugar de nombre... Tienes un numero? Posiblemente... En tu brazo... —Ella dijo y las serpientes se movieron erraticamente sobre la cabeza de la mujer—. Podría ser... ¿Numero 067? ¿Numero 098? o... ¿Numero 101?
Esta vez recibió una reacción violenta por parte de la mujer. Las serpientes se lanzaron contra ella, Abigail dio un par de pasos atrás y dijo un nombre.
—Doctor Cornelius Michael Stevenson —Dijo ella y la mujer se detuvo. Ella con su ojo la miro fijamente, sorprendida y asustada—. ¿Ese es el nombre de tu padre, no es así? El nombre del hombre que te puso en ese sarcófago para venderte y usarte como un arma ¿O me equivoco?
—... —La mujer abrió la boca por primera vez y dejo salir un pequeño quejido antes de hablar—. ¿Co-como es que... lo conoces?
Todos del otro lado del vidrio se quedaron callados y Maxwell suspiro.
—Dios mio... No otra vez... No otro caso de estos... —Dijo Maxwell con miedo.
—¿De que hablas? —Pregunto Tamara.
—Ella no es una Gorgona... Es un Híbrido... Un Híbrido Artificial...
CONTINUARA...
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