Chronicles of a Lifeless World - Capitulo 3

Capitulo corto, pero de a poco va desarrollĂĄndose la historia. DisfrĂștenlo


III - Ayuda

PARTE 1

La Nieve Roja cayo por solo un par de horas, esta se mezclo con la nieve blanca y creo una ciudad que brillaba al rojo vivo por toda la nieve roja en las calles y en los tejados de los edificios. Las nubes negras no daban señales de irse, pero la tormenta ya habĂ­a terminado por ahora. Las calles de nuevo estaban vacĂ­as, uno podrĂ­a decir que el estado actual del mundo no favorece a nadie, es mas, castiga a los que no son precavidos. En medio de la calle llena de nieve roja corrĂ­a un hombre, el no traĂ­a camisa, solo un pantalĂłn gris completamente rasgado. El hombre corrĂ­a frenĂ©ticamente mirando a todas las direcciones posibles mientras que de su boca escupĂ­a sangre. Sus ojos eran completamente rojos y sin pupilas. De su cuello salia un tentĂĄculo negro, perteneciente al parĂĄsito que se adherio a el y lentamente se comĂ­a su cerebro, al menos parte de el para de esa forma hacer espacio para poder hospedarse dentro de su crĂĄneo. 

El hombre, ya sin posibilidad de salvarse o volver a la normalidad, seguía corriendo sin rumbo alguno por las calles. El fue expuesto a la nieve roja mientras el paråsito lo atacaba, ahora estaba bajo un ataque de rabia incontrolable hasta que el Paråsito lo empiece a controlar debidamente. El hombre se detuvo cuando vio algo asomåndose por la ventana de uno de los edificios. Una sombra, una posible presa. El hombre corrió hasta esa ventana que se encontraba en el tercer piso. Gracias a la exagerada cantidad de nieve bajo sus pies el podía llegar a esa ventana sin problemas ya que estaban al mismo nivel. El hombre sin cuidado o preocupación corrió hasta la ventana y se lanzo contra ella, rompiéndola en pedazos mientras gritaba desesperadamente con una voz aguda y reseca. El aterrizo en la habitación oscura y antes de que pudiera encontrar a su presa, un hacha fue clavada justo sobre su cabeza. El atacante no se detuvo allí, el pateo al hombre siendo devorado por el paråsito para poder quitarle el hacha de la cabeza. Cuando el hombre cayo al suelo, su atacante lo piso para retenerlo de allí lo ataco sucesivamente con el hacha hasta que no quedo nada del cråneo o el Paråsito. El atacante, un hombre estaba vistiendo una campera polar amarilla, guantes negros, pantalones negros, botas para la nieve y una mascara de gas tapando su cara y una capucha tapando el resto de su cabeza. El hombre de la Mascara tomo el paråsito, lo que quedaba de el, lo metió en una bolsa de basura negra y se adentro en la oscuridad del edificio.

Afuera del edificio los relĂĄmpago volvieron a hacer acto de presencia, anunciando la prĂłxima tormenta que se avecinara esta noche. El Hombre de la Mascara camino con calma por el pasillo del tercer piso hasta las escaleras, las bajo mientras encendĂ­a la linterna que tenia guardada en su bolsillo, la fuerte luz ilumino su camino y bajo las escaleras con seguridad hasta la planta baja. Las escaleras lo llevaron hasta el vestĂ­bulo. El vestĂ­bulo esta iluminado con una pequeña fogata improvisada con muebles rotos sirviendo como combustible para el fuego. La entrada al edificio estaba bloqueada con madera, muebles e incluso refrigeradores y hornos, la Ășnica entrada que no estaba bloqueada eran las escaleras, pero eso estaba por cambiar pronto. El hombre de la mascara no estaba solo, frente al fuego habĂ­an otras dos personas, dos niño y una niña. El hombre paso de ellos y se dirigiĂł a la oficina de Portero. Dentro de la oficina habĂ­a una mujer joven tratando de iluminar el lugar con un foco y una baterĂ­a de auto que estaba casi muerta, habĂ­an velas en cada esquina de la habitaciĂłn iluminando en caso de que no pueda encender el foco. El hombre dejo la bolsa sobre la mesa y la mujer noto su presencia.

—Dionisio â€”Dijo la mujer con solo darle una mirada rĂĄpida y volviendo al trabajo—, Âżtrajiste lo que te pedĂ­?

—Si, esta en la bolsa, pero no esta del todo intacto.

—ServirĂĄ â€”Dijo mientras dejaba la baterĂ­a a un lado—. Escucha, Dio... Las provisiones escasean y despuĂ©s de esta tormenta es obvio que no podremos quedarnos aquĂ­ mucho mas tiempo. Vamos a tener que movernos cuando el cielo se despeje.

—Concuerdo â€”Dionisio se quito la mascara, revelando el resto de un hombre de casi 40 años, con gran barba y pelo canoso—. Tentamos a la muerte con quedarnos aquĂ­.

—Voy a tener que decirles a Sarah y Damian â€”La mujer se sentĂł en la silla cerca de la mesa—. Siento que los estoy dando malas noticias. Les gusta este lugar y si, es algo seguro, pero las provisiones son demasiado escasas.

—Denise, ellos lo entenderán. Saben que la situación es mala y es mejor así. No podemos protegerlos con una mentira. El mundo les muestra lo contrario

—Lo se, es solo que... Me gustarĂ­a que no estĂ©n estancados en esta situaciĂłn.

—AsĂ­ es el mundo... â€”Dionisio miro cerca de la baterĂ­a de auto, un bolso negro lleno de herramientas—. ÂżDonde esta Lorenzo?

—Salio a buscar algunas cosas con Federico.

—Ese viejo... Salio y se llevo a su nieto. Lo Ășnico que va a lograr es que lo maten por eso.

—Tranquilo, seguro están bien. Lorenzo no es tan despistado.

—Espero que no se confiĂ©

Denise se acerco a la bolsa, la abriĂł y vio al parĂĄsito con cierto disgusto. Ella procediĂł a ponerse unos guantes, lo saco de la boca y con un enorme cuchillo lo corto a la mitad. Dionisio se apoyo contra la pared y la vio trabajando.

—El parĂĄsito que te traje... ÂżNo es muy pequeño?

—No, es perfecto. Lo usaremos como distracciĂłn. Por eso lo estoy cortando en pedazos. Los demĂĄs parĂĄsitos que estĂ©n en las cercanĂ­as serĂĄn atraĂ­dos por el olor a sangre mientras nosotros huiremos. TambiĂ©n usaremos nuestra ultima bengala para llevarlos a la direcciĂłn contraria si hace falta.

—¿Alguna idea de donde vamos ahora?

—Norte. Iremos al norte. Hace poco, la radio encontrĂł una señal. Muy dĂ©bil, pero logre escuchar algo. Un mensaje.

—¿De quien?

—No se, pero daba una dirección especifica y seguía repitiendo lo mismo... Decían que nos alejemos del sur lo mas rápido posible. Hablaban de un monstruo gigante que venia del Este.

—¿Monstruo gigante? â€”Dionisio miro la radio vieja que estaba oculta detrĂĄs de la baterĂ­a—. Me gustarĂ­a decir que es una exageraciĂłn, pero vimos parĂĄsitos muy raros afuera, algunos desproporcionadamente enormes... ÂżAun estarĂĄn transmitiendo?

—No creo, pero prueba. Tal vez haya un nuevo mensaje. La frecuencia es FM 108.2 

Dionisio tomo la radio y la encendiĂł. Bajo el volumen y empezĂł a buscar la frecuencia. Giro la perilla de la radio lentamente llegando al numero 108. Cuando llego al 108.2 se empezaron a escuchar voces, algo distorsionadas, pero sobre todo claras.

—AquĂ­... Transmitiendo desde la base de... comunicado urgente para todo aquel que escuche. Hay un... desastre en... destrucciĂłn por doquier... El sur no es seguro... struo acercandos... Norte, nuestras coordenadas son... â€”La señal se corto abruptamente debido a la tormenta y solo se escucho interferencia a partir de allĂ­.

—Es un mensaje pre grabado... ÂżComo es que no los habĂ­amos escuchado antes?

—Parece que hace poco empezaron a transmitir. Esta gente o quien quiera que sea debe haber tomado una estaciĂłn de radio al norte. Que tan al norte sera, no lo se. Pero es nuestra mejor opciĂłn. Todo acĂĄ esta muerto.

—PodrĂ­a ser una trampa â€”Dijo Dionisio sin muchas esperanzas—. ÂżQue pasarĂ­a si esta gente esta loca?

—¿Y que pasarĂ­a si no lo son? â€”Pregunto Denise—. Dionisio... Llevamos años corriendo y estar rodeados de monstruos. Creo que tenemos el lujo de darles el beneficio de la duda. AdemĂĄs, dejaron una coordenadas. Necesito un mapa para poder saber exactamente donde estĂĄn ubicados.

—Aun asĂ­, no me gusta mucho... Pero no tenemos donde ir a este punto. Si vamos sera mejor que lo hagamos ahora. Cualquier lugar es mejor que aquĂ­.

A Dionisio claramente no le gustaba la idea, dudaba de si era una transmisiĂłn de confianza. Pero a este punto muchas opciones no tenĂ­an, aun si decidieran evitar el lugar ellos sabĂ­an que no tenĂ­an otro lugar para ocultarse y la comida era peligrosamente escasa. Para colmo, tienen niños con ellos, no pueden darse mucho el lujo de privarlos de alimento.

—DeberĂ­amos decirles ahora, cuando vuelva Lorenzo le diremos a el y nos prepararemos para irnos... Solo espero que ningĂșn monstruo lo haya agarrado.

PARTE 2

Lea abriĂł sus ojos lentamente, despertada por el sonido de los relĂĄmpagos golpeando el suelo y de vez en cuando un edificio. Ella se encontraba sola en el departamento, el parĂĄsito que estaba con ella se encontraba cerca de la puerta, mirando afuera, al pasillo, su mirada enfocada en algo. Lea entonces miro por la ventana, la nieve roja habĂ­a dejado de caer, pero en su lugar una tormenta de nieve caĂ­a. Esto era suficiente para que Lea se relaje un poco. Salir con la tormenta era un suicidio y ella no tenia pensado arriesgarse afuera, nadie en su sano juicio lo harĂ­a. Lea se dispuso a cerrar sus ojos de nuevo, pero fue detenida por el ladrido del monstruo que alguna vez fue un perro. Sus ojos se alzaron para ver la puerta del departamento que daba al pasillo y miro al monstruo, alterado, incluso podrĂ­a decirse que estaba asustado, algo que era raro de ver, Lea creĂ­a que los parĂĄsitos no sentĂ­an esa clase de emociones. Es mas, ella creĂ­a que carecĂ­an de emociones...

—... ÂżPorque ladras? â€”Pregunto Lea con algo de disgusto es su voz.

El ser de rara apariencia ladro varias veces antes de salir corriendo por el pasillo. Lea lo vio corriendo y se levanto de su rincĂłn, segundos despuĂ©s escucho lo que parecĂ­a ser un chillido agudo y alguien gritando. Lea al escuchar eso salio corriendo del departamento y corriĂł en direcciĂłn a los gritos. En la misma direcciĂłn escucho ladridos asĂ­ que apresuro el paso. Los ruidos provenĂ­an de los pisos de abajo, los pisos que por fuera estaban enterrados en la nieve. Lea bajo dos pisos antes de encontrarse al monstruo perruno ladrando ferozmente ante otro monstruo que tenia acorralado al niño y al anciano que ella vio no hace mucho. El hombre de edad avanzada estaba herido, sangrando del costado izquierdo de su pecho mientras con una barra de metal trataba de mantener al monstruo a raya. El niño esta detrĂĄs del anciano, temblando de miedo. 

El monstruo era mas deforme de lo esperado, a tal punto que no se distinguía lo que solía ser antes de que los paråsitos lo ataquen. Estaba parado en dos patas, como un ser humano normal, pero estaba cubierto por escamas en todo su cuerpo, hongos le crecían en la espalda que generaba una enorme joroba, el cråneo era una rara mezcla de un cråneo humano, de perro y reptil. La piel del cråneo estaba siendo estirada por su enorme hocico a tal punto que la piel era desgarrada por la enorme presión que el cråneo ejercía sobre la piel. Era notorio que su transformación fue demasiado forzosa como para que la piel no pueda adaptarse al cambio tan råpidamente. El monstruo, con brazos anormalmente musculosos y repletos de pelo negro se acerco lentamente a su presa mientras chillaba fuertemente. Lea corrió hacia el, lo agarro fuertemente de su espalda y con una fuerza anormal lo lanzo contra las escaleras por las que ella vino, lejos del anciano y el niño. Lea los miro fijamente antes de gritarles que salgan corriendo.

—¡VĂĄyanse! â€”Ella grito—. ÂĄYo me encargo de el!

El monstruo se retorció en el suelo, como si fuera un gusano y se rompió la espalda en el proceso, pero no le importaba. Sus ojos ahora veían a Lea directo a los ojos. El "perro" corrió junto a Lea y se posiciono detrås de ella, asustado. El monstruo se levanto del suelo y su espalda hizo un enorme crujido, re-ensamblando su columna en el proceso. El monstruo rugió y Lea se arranco las vendas violentamente. Ella no tenia un arma a mano por lo tanto debía encargarse de el con sus propias manos. Ella le dio una mirada råpida a la extraña criatura detrås de ella.

—Si de verdad entiendes lo que digo, vete de aquĂ­. Me estorbas â€”Ella dijo en voz baja y el "perro" salio corriendo en direcciĂłn a la que el anciano y el niño salieron corriendo, por el pasillo sumido en inmensa oscuridad—. Bien, terminemos con esto rĂĄpido.

El monstruo se lanzo contra Lea sin previo aviso con su enorme hocico abierto con la intenciĂłn de arrancarle la cabeza, pero Lea lo tomo de su mandĂ­bula y sorprendiĂł al monstruo. La fuerza de Lea no rivalizaba la suya, la superaba. Era una enorme sorpresa. Lea agarro al monstruo de la mandĂ­bula que mantenĂ­a abierta y con fuerza empezĂł a abrirla aun mas, forzĂĄndola a que se abra al punto de romper el maxilar inferior y parte del superior. El monstruo querĂ­a zafarse de su agarre, pero no importaba cuanta fuerza ponga en su cuello para escapar de sus manos, Lea no lo soltaba. Al monstruo le era imposible usar sus brazos ya que al ser tan musculosos no podĂ­a moverlos hacia adelante, solo podĂ­an permanecer a los lados. El monstruo entonces decidiĂł hacer lo contrario, empujar. El monstruo se impulso contra Lea y rompieron la pared del pasillo y sometiĂ©ndola contra el suelo, haciendo un enorme agujero que llevaba a un oscuro y hĂșmedo departamento con nieve tapando todas las ventanas. El monstruo se posiciono sobre Lea y trato de morderla, pero Lea moviĂł su cabeza para esquivar el enorme hocico del monstruo. Ella no estaba desesperada, ni asustada, sabia que hacer. Ella levanto sus piernas y con todas sus fuerzas empujo al monstruo, sacĂĄndoselo de encima y lanzandolo contra el techo, rompiĂ©ndolo en el proceso. Lea se levanto del suelo de un salto y apretĂł los puños mientras los levantaba lentamente, tomando una posiciĂłn de ataque. 

El monstruo se lanzo contra ella y Lea empezĂł a sangrar de sus brazos. Cuando vio que tenia suficiente sangre en sus brazos ahĂ­ fue cuando se lanzo contra el monstruo, propinando y puñetazo directo en el hocico, quebrando su quijada, Lea no se detuvo allĂ­, ella entonces pateo al monstruo contra la pared, corriĂł hacia el y enterrĂł su mano dentro del pecho del monstruo. La criatura grito de dolor mientras Lea entierra su mano aun mas dentro de el, tocando sus Ăłrganos, quemandolos con su propia sangre, desintregrandolos hasta el punto que se volvĂ­an nada mas que papilla y liquido negro que empezĂł a salir del hocico roto del monstruo. El dolor era indescriptible y el monstruo luchaba desesperadamente por zafarse, pero Lea lo sometĂ­a y mientras el monstruo se volvĂ­a cada vez mas dĂ©bil, Lea se volvĂ­a mas fuerte. Con una mano destruĂ­a sus Ăłrganos internos, con la otra libre ella agarro la cabeza del monstruo y empezĂł a apretarla con tal fuerza que solo le tomo unos segundos romper el crĂĄneo con sus mano sin ningĂșn esfuerzo. Lea vio el parĂĄsito saltando fuera de lo que solĂ­a ser el crĂĄneo del monstruo, un gusano gris con una extraña boca con dientes humanos que rechinaban. Lea lanzo el cuerpo con el gusano, aplastandolo, deteniĂ©ndolo para que no escape. Lea tomo el gusano y este trato de atacarla con sus dientes, morderle la cara, crear una apertura para comer su cerebro, pero Lea apretĂł al gusano con tal fuerza que este escupiĂł sangre gris, ella aplasto su cuerpo y con su sangre negra brotando de sus manos empezĂł a corroer al gusano, desintegrandolo. Mucho antes de que se diera cuenta, el gusano cayo muerto al suelo, partido en dos y siendo consumido por la sangre negra de Lea. Antes de que la sangre llegue a su cabeza, Lea piso al gusano violentamente y repetidamente, haciendo evidente su desprecio hacia la criatura que ahora no era nada mas que un charco negro viscoso en el suelo. 

Lea miro a su alrededor, al desastre causado. No era mucho, pero lo suficiente como para tal vez atraer atención de invitados indeseados, ella lo sabia muy bien. Lea, sin perder tiempo, salio del departamento que había destruido y corrió hacia la oscuridad del pasillo para buscar al anciano y al niño que huyeron.

—Mejor me aseguro que no hayan muerto mientras salĂ­an corriendo. Nada ni nadie me juzgarĂ­a si los abandono ahora... Pero no puedo abandonar a un niño asĂ­ como asĂ­. No podrĂ­a dormir conmigo misma si hago eso, el anciano me importa una mierda...

CONTINUARA...

—Capitulo II

—Capitulo IV

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

ÚLTIMOS CAPÍTULOS