PARTE 1
La Nieve Roja cayo por solo un par de horas, esta se mezclo con la nieve blanca y creo una ciudad que brillaba al rojo vivo por toda la nieve roja en las calles y en los tejados de los edificios. Las nubes negras no daban señales de irse, pero la tormenta ya habĂa terminado por ahora. Las calles de nuevo estaban vacĂas, uno podrĂa decir que el estado actual del mundo no favorece a nadie, es mas, castiga a los que no son precavidos. En medio de la calle llena de nieve roja corrĂa un hombre, el no traĂa camisa, solo un pantalĂłn gris completamente rasgado. El hombre corrĂa frenĂ©ticamente mirando a todas las direcciones posibles mientras que de su boca escupĂa sangre. Sus ojos eran completamente rojos y sin pupilas. De su cuello salia un tentĂĄculo negro, perteneciente al parĂĄsito que se adherio a el y lentamente se comĂa su cerebro, al menos parte de el para de esa forma hacer espacio para poder hospedarse dentro de su crĂĄneo.
La Nieve Roja cayo por solo un par de horas, esta se mezclo con la nieve blanca y creo una ciudad que brillaba al rojo vivo por toda la nieve roja en las calles y en los tejados de los edificios. Las nubes negras no daban señales de irse, pero la tormenta ya habĂa terminado por ahora. Las calles de nuevo estaban vacĂas, uno podrĂa decir que el estado actual del mundo no favorece a nadie, es mas, castiga a los que no son precavidos. En medio de la calle llena de nieve roja corrĂa un hombre, el no traĂa camisa, solo un pantalĂłn gris completamente rasgado. El hombre corrĂa frenĂ©ticamente mirando a todas las direcciones posibles mientras que de su boca escupĂa sangre. Sus ojos eran completamente rojos y sin pupilas. De su cuello salia un tentĂĄculo negro, perteneciente al parĂĄsito que se adherio a el y lentamente se comĂa su cerebro, al menos parte de el para de esa forma hacer espacio para poder hospedarse dentro de su crĂĄneo.
El hombre, ya sin posibilidad de salvarse o volver a la normalidad, seguĂa corriendo sin rumbo alguno por las calles. El fue expuesto a la nieve roja mientras el parĂĄsito lo atacaba, ahora estaba bajo un ataque de rabia incontrolable hasta que el ParĂĄsito lo empiece a controlar debidamente. El hombre se detuvo cuando vio algo asomĂĄndose por la ventana de uno de los edificios. Una sombra, una posible presa. El hombre corriĂł hasta esa ventana que se encontraba en el tercer piso. Gracias a la exagerada cantidad de nieve bajo sus pies el podĂa llegar a esa ventana sin problemas ya que estaban al mismo nivel. El hombre sin cuidado o preocupaciĂłn corriĂł hasta la ventana y se lanzo contra ella, rompiĂ©ndola en pedazos mientras gritaba desesperadamente con una voz aguda y reseca. El aterrizo en la habitaciĂłn oscura y antes de que pudiera encontrar a su presa, un hacha fue clavada justo sobre su cabeza. El atacante no se detuvo allĂ, el pateo al hombre siendo devorado por el parĂĄsito para poder quitarle el hacha de la cabeza. Cuando el hombre cayo al suelo, su atacante lo piso para retenerlo de allĂ lo ataco sucesivamente con el hacha hasta que no quedo nada del crĂĄneo o el ParĂĄsito. El atacante, un hombre estaba vistiendo una campera polar amarilla, guantes negros, pantalones negros, botas para la nieve y una mascara de gas tapando su cara y una capucha tapando el resto de su cabeza. El hombre de la Mascara tomo el parĂĄsito, lo que quedaba de el, lo metiĂł en una bolsa de basura negra y se adentro en la oscuridad del edificio.
Afuera del edificio los relĂĄmpago volvieron a hacer acto de presencia, anunciando la prĂłxima tormenta que se avecinara esta noche. El Hombre de la Mascara camino con calma por el pasillo del tercer piso hasta las escaleras, las bajo mientras encendĂa la linterna que tenia guardada en su bolsillo, la fuerte luz ilumino su camino y bajo las escaleras con seguridad hasta la planta baja. Las escaleras lo llevaron hasta el vestĂbulo. El vestĂbulo esta iluminado con una pequeña fogata improvisada con muebles rotos sirviendo como combustible para el fuego. La entrada al edificio estaba bloqueada con madera, muebles e incluso refrigeradores y hornos, la Ășnica entrada que no estaba bloqueada eran las escaleras, pero eso estaba por cambiar pronto. El hombre de la mascara no estaba solo, frente al fuego habĂan otras dos personas, dos niño y una niña. El hombre paso de ellos y se dirigiĂł a la oficina de Portero. Dentro de la oficina habĂa una mujer joven tratando de iluminar el lugar con un foco y una baterĂa de auto que estaba casi muerta, habĂan velas en cada esquina de la habitaciĂłn iluminando en caso de que no pueda encender el foco. El hombre dejo la bolsa sobre la mesa y la mujer noto su presencia.
âDionisio âDijo la mujer con solo darle una mirada rĂĄpida y volviendo al trabajoâ, Âżtrajiste lo que te pedĂ?
âDionisio âDijo la mujer con solo darle una mirada rĂĄpida y volviendo al trabajoâ, Âżtrajiste lo que te pedĂ?
âSi, esta en la bolsa, pero no esta del todo intacto.
âServirĂĄ âDijo mientras dejaba la baterĂa a un ladoâ. Escucha, Dio... Las provisiones escasean y despuĂ©s de esta tormenta es obvio que no podremos quedarnos aquĂ mucho mas tiempo. Vamos a tener que movernos cuando el cielo se despeje.
âConcuerdo âDionisio se quito la mascara, revelando el resto de un hombre de casi 40 años, con gran barba y pelo canosoâ. Tentamos a la muerte con quedarnos aquĂ.
âVoy a tener que decirles a Sarah y Damian âLa mujer se sentĂł en la silla cerca de la mesaâ. Siento que los estoy dando malas noticias. Les gusta este lugar y si, es algo seguro, pero las provisiones son demasiado escasas.
âDenise, ellos lo entenderĂĄn. Saben que la situaciĂłn es mala y es mejor asĂ. No podemos protegerlos con una mentira. El mundo les muestra lo contrario
âLo se, es solo que... Me gustarĂa que no estĂ©n estancados en esta situaciĂłn.
âAsĂ es el mundo... âDionisio miro cerca de la baterĂa de auto, un bolso negro lleno de herramientasâ. ÂżDonde esta Lorenzo?
âSalio a buscar algunas cosas con Federico.
âEse viejo... Salio y se llevo a su nieto. Lo Ășnico que va a lograr es que lo maten por eso.
âTranquilo, seguro estĂĄn bien. Lorenzo no es tan despistado.
âEspero que no se confiĂ©
Denise se acerco a la bolsa, la abriĂł y vio al parĂĄsito con cierto disgusto. Ella procediĂł a ponerse unos guantes, lo saco de la boca y con un enorme cuchillo lo corto a la mitad. Dionisio se apoyo contra la pared y la vio trabajando.
âEl parĂĄsito que te traje... ÂżNo es muy pequeño?
âNo, es perfecto. Lo usaremos como distracciĂłn. Por eso lo estoy cortando en pedazos. Los demĂĄs parĂĄsitos que estĂ©n en las cercanĂas serĂĄn atraĂdos por el olor a sangre mientras nosotros huiremos. TambiĂ©n usaremos nuestra ultima bengala para llevarlos a la direcciĂłn contraria si hace falta.
âÂżAlguna idea de donde vamos ahora?
âNorte. Iremos al norte. Hace poco, la radio encontrĂł una señal. Muy dĂ©bil, pero logre escuchar algo. Un mensaje.
âÂżDe quien?
âNo se, pero daba una direcciĂłn especifica y seguĂa repitiendo lo mismo... DecĂan que nos alejemos del sur lo mas rĂĄpido posible. Hablaban de un monstruo gigante que venia del Este.
âNo creo, pero prueba. Tal vez haya un nuevo mensaje. La frecuencia es FM 108.2
âPodrĂa ser una trampa âDijo Dionisio sin muchas esperanzasâ. ÂżQue pasarĂa si esta gente esta loca?
âÂżY que pasarĂa si no lo son? âPregunto Deniseâ. Dionisio... Llevamos años corriendo y estar rodeados de monstruos. Creo que tenemos el lujo de darles el beneficio de la duda. AdemĂĄs, dejaron una coordenadas. Necesito un mapa para poder saber exactamente donde estĂĄn ubicados.
âAun asĂ, no me gusta mucho... Pero no tenemos donde ir a este punto. Si vamos sera mejor que lo hagamos ahora. Cualquier lugar es mejor que aquĂ.
A Dionisio claramente no le gustaba la idea, dudaba de si era una transmisiĂłn de confianza. Pero a este punto muchas opciones no tenĂan, aun si decidieran evitar el lugar ellos sabĂan que no tenĂan otro lugar para ocultarse y la comida era peligrosamente escasa. Para colmo, tienen niños con ellos, no pueden darse mucho el lujo de privarlos de alimento.
âDeberĂamos decirles ahora, cuando vuelva Lorenzo le diremos a el y nos prepararemos para irnos... Solo espero que ningĂșn monstruo lo haya agarrado.
PARTE 2
Lea abriĂł sus ojos lentamente, despertada por el sonido de los relĂĄmpagos golpeando el suelo y de vez en cuando un edificio. Ella se encontraba sola en el departamento, el parĂĄsito que estaba con ella se encontraba cerca de la puerta, mirando afuera, al pasillo, su mirada enfocada en algo. Lea entonces miro por la ventana, la nieve roja habĂa dejado de caer, pero en su lugar una tormenta de nieve caĂa. Esto era suficiente para que Lea se relaje un poco. Salir con la tormenta era un suicidio y ella no tenia pensado arriesgarse afuera, nadie en su sano juicio lo harĂa. Lea se dispuso a cerrar sus ojos de nuevo, pero fue detenida por el ladrido del monstruo que alguna vez fue un perro. Sus ojos se alzaron para ver la puerta del departamento que daba al pasillo y miro al monstruo, alterado, incluso podrĂa decirse que estaba asustado, algo que era raro de ver, Lea creĂa que los parĂĄsitos no sentĂan esa clase de emociones. Es mas, ella creĂa que carecĂan de emociones...
â... ÂżPorque ladras? âPregunto Lea con algo de disgusto es su voz.
El ser de rara apariencia ladro varias veces antes de salir corriendo por el pasillo. Lea lo vio corriendo y se levanto de su rincĂłn, segundos despuĂ©s escucho lo que parecĂa ser un chillido agudo y alguien gritando. Lea al escuchar eso salio corriendo del departamento y corriĂł en direcciĂłn a los gritos. En la misma direcciĂłn escucho ladridos asĂ que apresuro el paso. Los ruidos provenĂan de los pisos de abajo, los pisos que por fuera estaban enterrados en la nieve. Lea bajo dos pisos antes de encontrarse al monstruo perruno ladrando ferozmente ante otro monstruo que tenia acorralado al niño y al anciano que ella vio no hace mucho. El hombre de edad avanzada estaba herido, sangrando del costado izquierdo de su pecho mientras con una barra de metal trataba de mantener al monstruo a raya. El niño esta detrĂĄs del anciano, temblando de miedo.
El monstruo era mas deforme de lo esperado, a tal punto que no se distinguĂa lo que solĂa ser antes de que los parĂĄsitos lo ataquen. Estaba parado en dos patas, como un ser humano normal, pero estaba cubierto por escamas en todo su cuerpo, hongos le crecĂan en la espalda que generaba una enorme joroba, el crĂĄneo era una rara mezcla de un crĂĄneo humano, de perro y reptil. La piel del crĂĄneo estaba siendo estirada por su enorme hocico a tal punto que la piel era desgarrada por la enorme presiĂłn que el crĂĄneo ejercĂa sobre la piel. Era notorio que su transformaciĂłn fue demasiado forzosa como para que la piel no pueda adaptarse al cambio tan rĂĄpidamente. El monstruo, con brazos anormalmente musculosos y repletos de pelo negro se acerco lentamente a su presa mientras chillaba fuertemente. Lea corriĂł hacia el, lo agarro fuertemente de su espalda y con una fuerza anormal lo lanzo contra las escaleras por las que ella vino, lejos del anciano y el niño. Lea los miro fijamente antes de gritarles que salgan corriendo.
âÂĄVĂĄyanse! âElla gritoâ. ÂĄYo me encargo de el!
El monstruo se retorciĂł en el suelo, como si fuera un gusano y se rompiĂł la espalda en el proceso, pero no le importaba. Sus ojos ahora veĂan a Lea directo a los ojos. El "perro" corriĂł junto a Lea y se posiciono detrĂĄs de ella, asustado. El monstruo se levanto del suelo y su espalda hizo un enorme crujido, re-ensamblando su columna en el proceso. El monstruo rugiĂł y Lea se arranco las vendas violentamente. Ella no tenia un arma a mano por lo tanto debĂa encargarse de el con sus propias manos. Ella le dio una mirada rĂĄpida a la extraña criatura detrĂĄs de ella.
âSi de verdad entiendes lo que digo, vete de aquĂ. Me estorbas âElla dijo en voz baja y el "perro" salio corriendo en direcciĂłn a la que el anciano y el niño salieron corriendo, por el pasillo sumido en inmensa oscuridadâ. Bien, terminemos con esto rĂĄpido.
El monstruo se lanzo contra Lea sin previo aviso con su enorme hocico abierto con la intenciĂłn de arrancarle la cabeza, pero Lea lo tomo de su mandĂbula y sorprendiĂł al monstruo. La fuerza de Lea no rivalizaba la suya, la superaba. Era una enorme sorpresa. Lea agarro al monstruo de la mandĂbula que mantenĂa abierta y con fuerza empezĂł a abrirla aun mas, forzĂĄndola a que se abra al punto de romper el maxilar inferior y parte del superior. El monstruo querĂa zafarse de su agarre, pero no importaba cuanta fuerza ponga en su cuello para escapar de sus manos, Lea no lo soltaba. Al monstruo le era imposible usar sus brazos ya que al ser tan musculosos no podĂa moverlos hacia adelante, solo podĂan permanecer a los lados. El monstruo entonces decidiĂł hacer lo contrario, empujar. El monstruo se impulso contra Lea y rompieron la pared del pasillo y sometiĂ©ndola contra el suelo, haciendo un enorme agujero que llevaba a un oscuro y hĂșmedo departamento con nieve tapando todas las ventanas. El monstruo se posiciono sobre Lea y trato de morderla, pero Lea moviĂł su cabeza para esquivar el enorme hocico del monstruo. Ella no estaba desesperada, ni asustada, sabia que hacer. Ella levanto sus piernas y con todas sus fuerzas empujo al monstruo, sacĂĄndoselo de encima y lanzandolo contra el techo, rompiĂ©ndolo en el proceso. Lea se levanto del suelo de un salto y apretĂł los puños mientras los levantaba lentamente, tomando una posiciĂłn de ataque.
El monstruo se lanzo contra ella y Lea empezĂł a sangrar de sus brazos. Cuando vio que tenia suficiente sangre en sus brazos ahĂ fue cuando se lanzo contra el monstruo, propinando y puñetazo directo en el hocico, quebrando su quijada, Lea no se detuvo allĂ, ella entonces pateo al monstruo contra la pared, corriĂł hacia el y enterrĂł su mano dentro del pecho del monstruo. La criatura grito de dolor mientras Lea entierra su mano aun mas dentro de el, tocando sus Ăłrganos, quemandolos con su propia sangre, desintregrandolos hasta el punto que se volvĂan nada mas que papilla y liquido negro que empezĂł a salir del hocico roto del monstruo. El dolor era indescriptible y el monstruo luchaba desesperadamente por zafarse, pero Lea lo sometĂa y mientras el monstruo se volvĂa cada vez mas dĂ©bil, Lea se volvĂa mas fuerte. Con una mano destruĂa sus Ăłrganos internos, con la otra libre ella agarro la cabeza del monstruo y empezĂł a apretarla con tal fuerza que solo le tomo unos segundos romper el crĂĄneo con sus mano sin ningĂșn esfuerzo. Lea vio el parĂĄsito saltando fuera de lo que solĂa ser el crĂĄneo del monstruo, un gusano gris con una extraña boca con dientes humanos que rechinaban. Lea lanzo el cuerpo con el gusano, aplastandolo, deteniĂ©ndolo para que no escape. Lea tomo el gusano y este trato de atacarla con sus dientes, morderle la cara, crear una apertura para comer su cerebro, pero Lea apretĂł al gusano con tal fuerza que este escupiĂł sangre gris, ella aplasto su cuerpo y con su sangre negra brotando de sus manos empezĂł a corroer al gusano, desintegrandolo. Mucho antes de que se diera cuenta, el gusano cayo muerto al suelo, partido en dos y siendo consumido por la sangre negra de Lea. Antes de que la sangre llegue a su cabeza, Lea piso al gusano violentamente y repetidamente, haciendo evidente su desprecio hacia la criatura que ahora no era nada mas que un charco negro viscoso en el suelo.
Lea miro a su alrededor, al desastre causado. No era mucho, pero lo suficiente como para tal vez atraer atenciĂłn de invitados indeseados, ella lo sabia muy bien. Lea, sin perder tiempo, salio del departamento que habĂa destruido y corriĂł hacia la oscuridad del pasillo para buscar al anciano y al niño que huyeron.
âMejor me aseguro que no hayan muerto mientras salĂan corriendo. Nada ni nadie me juzgarĂa si los abandono ahora... Pero no puedo abandonar a un niño asĂ como asĂ. No podrĂa dormir conmigo misma si hago eso, el anciano me importa una mierda...
CONTINUARA...
âCapitulo II
âCapitulo IV
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