Aquí está el epílogo que corresponde al segundo volumen...
ASTRA
EPÍLOGO 2
EPÍLOGO 2
El nuevo día en el pueblo
había comenzado con un conglomerado de gente reunida en cierta parte de las
calles, cual acto callejero, aquellas personas veían con atención lo que tenían
en frente.
A unos metros de aquella
ubicación, caminaban Dobre y sus hombres dirigiéndose hacia la salida... su día
de diversión había acabado; sin embargo, al momento de pasar por el costado del
grupo de personas, Dobre se detuvo al oír los murmullos que se escuchaban.
– ¿Qué sucede aquí?
Junto a sus hombres, Dobre
se abrió paso entre el conglomerado, llegando a pararse en primera fila para
ver lo que había llamado la atención de todos.
La escena que tenía en
frente no era protagonizada por ninguna persona... al menos no una viva.
Uno de los acompañantes de
Dobre, se agachó y llevó a posar un dedo en aquella sustancia rojiza coagulada,
y después de retirarlo, haciendo presión y moviéndolo con su pulgar, se puso de
pie.
– No tiene mucho tiempo –
refirió.
– ¿Cuánto? – preguntó
Dobre, todavía observando el charco de sangre en aquel callejón.
– Calculo unas cinco horas.
Dobre entonces retrocedió
unos pasos para salir del lugar.
– ¿Qué hacemos señor? – le
preguntó al instante uno de sus hombres.
– Busquen los alrededores.
Mientras los caballeros que
acompañaban a Dobre se separaban del lugar, este llamó a todos los pobladores a
que se acerquen hacia él.
– No sabemos exactamente
qué ha sucedido, pero si alguien vio algo anoche en este lugar, les pido que lo
digan.
La gente comenzó a verse
entre sí, otros simplemente no reaccionaban. Dobre podía atestiguar cómo nadie
habría presenciado el origen de aquel charco de sangre.
Aun así la gente permanecía
en el lugar, esperando por mórbida curiosidad saber lo que había sucedido.
Algunos minutos después,
uno de los caballeros se acercó a Dobre para hablarle.
– Lo encontramos, señor.
No tuvieron que caminar
mucho para llegar a los restos de lo que parecía ser una vivienda abandonada.
El cuerpo había sido dejado sin más ni más, no se habían tomado la molestia de
tratar de desaparecer la clara evidencia de aquel crimen.
Lo que parecía un raro caso
de asesinato, tomó más impacto para Dobre al ver que la víctima había sido un
participante del torneo del día anterior.
– ¿Arienthus?
– Fue una limpia y rápida
estocada. Por la manera en que fue ultimado da la impresión que el asesino
podría ser...
– Un profesional – Dobre
completó la frase de su subordinado.
La gente nuevamente se
había aglutinado en la zona, algo que Dobre aprovechó para dirigirse a ellos
una vez más.
– ¡Escuchen todos!
Con esta exclamación, Dobre
llamó la atención de todos, que de inmediato quedaron viéndolo con atención.
– Quisiera saber si anoche
alguien aquí vio algo extraño o que pueden considerar poco común. Lo que sea,
este crimen debe ser castigado y para ello necesitamos de su cooperación.
Todos comenzaron nuevamente
a mirarse entre sí, algunos trataban de recordar escenas de la noche anterior,
pero es que muchos se encontraban ebrios como para poder recordar algo.
Sin duda sería difícil
recibir alguna respuesta que amerite atención.
Dobre y sus hombres
observaban todos los rostros pensativos de la gente y la expresión que
mostraban por ello era de decepción. Sin embargo, una persona levantó la mano.
Enseguida los caballeros le
pidieron que hablase, se trataba de una mujer que aparentemente superaba los
sesenta años de edad.
– Anoche – comenzó su
relato – dos personas que tenía alojados en mi casa, salieron aproximadamente a
la medianoche.
– ¿Puede dar detalles de
sus apariencias? – preguntó Dobre.
– Sí, eran... dos jóvenes,
un chico que vestía un traje negro, tenía el cabello de un color verdoso...
Al instante Dobre se
petrificó, sin duda, la mujer estaba describiendo al joven que se portó
irrespetuosamente ante él, el día anterior.
Pero la mujer aún no había
terminado su relato.
– Y su acompañante era una
jovencita que vestía una ropa normal y su cabellera alborotada tenía un color
violeta.
Otro impacto más para
Dobre, la segunda persona que la mujer describía era definitivamente la joven
que había derrotado a Arienthus en el torneo del día anterior.
Saliendo a medianoche, todo
parecía cuadrar, los asesinos de aquel hombre no podían ser otros más que
ellos, de hecho, Dobre tenía tantas ganas de acabar con Milo que no reparó en
inculparlo con toda seguridad.
Y esto era más que perfecto
para él, y su gran sonrisa lo confirmaba.
– Ahora sí... eres hombre
muerto.
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