Parte
1
Hana abrió los ojos luego
de haber perdido la consciencia, se encontraba recostada sobre una cama,
cubierta con una sábana blanca.
– ¿D-Dónde estoy?
Diciendo esto se sentó
mientras se tomaba la cabeza, aún algo agotada, la sábana que cubría su cuerpo
comenzó a deslizarse por sus pechos hasta caer a su cintura y fue entonces
cuando se dio cuenta que se encontraba desnuda.
–............................................
¿eh?
La caída de la sábana dejó
notar la hermosa y esbelta figura de su cuerpo. Hana de inmediato cogió aquella
sábana y se volvió a cubrir el cuerpo.
– ¡¿P-P-P-P-Pero qué...?! –
dijo bastante avergonzada mientras sujetaba la sábana cubriendo hasta la altura
de sus pechos – ¿qué fue lo que pasó?, recuerdo el enfrentamiento con Ilaz.
¿Acaso perdí el conocimiento? ¿Cómo es que llegué a quedar a...sí?...
Mientras iba terminando de
hablar, el rostro de Hana comenzó a enrojecerse aún más cuando recordó a cierta
persona que estuvo con ella todo el tiempo.
– ¡¡¡Mi-Mi-Mi-Miloooo!!!
En el techo de la cabaña se
encontraba Milo recostado sobre sus brazos.
– ¿Mmm? Ya se despertó –
dijo al escuchar el grito de Hana.
Unos momentos después, una
de las paredes de aquel lugar fue destruida completamente.
Hana iba saliendo de ese
mismo lugar bastante enfadada, ya vestida, empuñando su gran espada, y buscando
con la mirada a Milo.
– ¡¿Dónde estás maldito
degenerado?! ¡No pienses que vas a librarte de esto!
– Ehmm ¿puedo saber a qué
te refieres con eso? – Milo se asomó por el techo para verla.
– ¿A qué me refiero? – la
espada de Hana apuntó hacia Milo –, ¡a que eres un maldito pervertido, a eso me
refiero!
– ¿Ah?
Milo mostró con un rostro
desencajado que no entendía a lo que Hana se refería.
– ¡¡Argggghhhh!! ¡Y todavía
te estás burlando!
– Oh, veo que ya estás
recuperada...
Hana escuchó voz sutil
hablándole desde atrás que hizo que se detenga y se quede callada por un
instante. Luego comenzó a voltear lentamente y entonces la pudo ver.
– Parece que las medicinas
que te apliqué hicieron efecto.
Era ella, una joven de
larga cabellera blanca y ojos de un tono azul oscuro, vestida con ropa común y
corriente como una pueblerina cualquiera, y un detalle bastante peculiar, sus
largas orejas en punta.
– El elfo – murmuró Hana.
– Me alegro que te
encuentres mejor – la mujer habló con una sonrisa tan refrescante a la vista de
Hana.
– Ehm... no fue nada – solo
atinó a responder la joven de cabellos lila.
– Estoy muy agradecida con
ustedes dos por haberme salvado, aunque quedaron muy mal después de su
enfrentamiento; pero me encargué de curar sus heridas, en tu caso era necesario
despojarte de tus prendas porque habías recibido más daño.
– E-Espera, quien me
desvistió fue...
– ¿Hmm?, fui yo... –
respondió muy tranquila la joven elfo –, las heridas de tu compañero eran
leves, así que primero sané las suyas, tras eso de inmediato dijo que iría a
descansar mientras te atendía y subió al techo.
– E-Entonces...
Hana volvió a ruborizarse y
regresó su vista lentamente hacia el techo de la cabaña viendo a Milo quien con
una mirada acusadora se apoyaba sobre uno de sus codos y su cara posaba sobre
su puño, viéndola fijamente a los ojos.
– Así que... ¿qué es lo que
estabas pensando?
Unos minutos después, los
tres se encontraban al interior de la cabaña, Hana estaba frente a Milo, con la
cabeza agachada y bastante avergonzada.
– Lo siento...
–
.................................... olvídalo
Milo avanzó unos pasos por
el costado de Hana volviendo a salir de la cabaña. La joven elfo lo siguió y
Hana ya algo más tranquila los acompañó también.
– Por cierto, ¿cómo es que
te llamas? – preguntó Milo.
– Oh cierto, qué descuidada
fui... lo siento... ehmm mi nombre es Ireth-Eleneide Nairel, tercera sucesora
de Elessar de Fëanor.
– Y esta es tu cabaña
¿cierto?
– Así es, aquí es donde
vivo... o bueno, vivía hasta que fui capturada por aquellos sujetos...
– Espera, espera –
interrumpió Hana –, aquí lo más importante que hay que saber es qué hace un
elfo en Belifas, cuando ustedes pertenecen a Edana.
Ireth bajó la mirada al
suelo, quedándose callada por unos instantes ante la vista de Milo y Hana,
luego comenzó a explicarles.
– Edana está pasando por
una crisis severa desde hace algunos años, el imperio ha ganado varios
detractores, y los más radicales, los Drows, se han decidido a derrocar al rey
y tomar el control de nuestro mundo, las guerras son incesantes. La ciudad en
la que vivía junto a mi familia fue atacada y esto provocó que perdiera
contacto alguno con ellos, ya no teniendo un lugar fijo donde vivir, sin poder
saber nada de los míos, decidí huir de aquel mundo; muchos se embarcaron con
rumbos desconocidos y decidí hacerlo también, hasta que después de navegar por
un tiempo a través de nada más que agua, mi bote encalló en estas tierras.
– Así que Edana se
encuentra viviendo un caos – comentó Hana.
– Sí, desde entonces he
vivido pacíficamente en esta cabaña.
– ¿Y cuánto tiempo llevas
viviendo aquí? – agregó Milo.
– He perdido la noción del
tiempo desde que fui capturada, así que no podría decirte, pero antes de ser
capturada, llevaba viviendo aquí casi un año.
Eso sorprendió bastante a
Hana, y es que la presencia de habitantes de otros continentes es tomada como
amenaza para Belifas y es política que en caso de capturar a alguien de esos
lugares se los encarcele de por vida, se les esclavice o en su defecto, se les
sentencie a muerte.
– ¿Un año?, pero como es
que no tuviste problemas durante ese tiempo, si aquí siendo elfo tranquilamente
pueden asesinarte o capturarte considerándote como amenaza.
Ireth estuvo a punto de
responder, cuando tuvo una sensación extraña que la alertó, y no solo a ella;
Milo y Hana parecieron haberse dado cuenta también.
– Eso es...
Ireth mostraba una expresión
de confusión por lo que estaba sintiendo mientras fijaba su vista en cierta
dirección.
– Alguien se acerca – Hana
también se sentía igual pero aumentado un poco de nervios –, si se llegan a dar
cuenta de tu presencia estaremos en aprietos.
Milo de inmediato alertó a
ambas para que se movieran del lugar.
– Todos, a la cabaña,
encuentren un lugar dónde ocultarse, yo me ocupo de lo demás.
Hana e Ireth ingresaron a
la cabaña para buscar un lugar donde poder esconderse.
Casi al instante, Milo salió
por la zona que Hana había destruido y vio llegar cinco personas al lugar, no
había dudas, eran miembros de una organización y uno de ellos destacaba
notoriamente.
A paso lento las cinco
personas llegaron al lugar hasta quedar frente a Milo, y aquella que destacaba
más se acercó unos pasos a él.
– Hola, buenas tardes.
El saludo hacia el joven
provino de una voz femenina, aquella mujer quien era la que lideraba el pequeño
grupo se dirigió a Milo con una sonrisa. Pero el saludo de respuesta de Milo
fue por el contrario, bastante frío.
– Hola
– Disculpa, hace poco
sentimos una magia extraña por esta zona y andamos buscando a su usuario, ¿de
casualidad no viste algo raro por aquí?
Hana e Ireth al escuchar lo
dicho por la mujer, se vieron entre sí, la magia de la mujer elfo había sido
descubierta.
–
Pues no he visto ni sentido nada parecido a lo que me acabas de decir.
– Ya veo – la mujer veía de
reojos la cabaña –, por cierto, ¿es tu cabaña? – dijo apuntando el lugar.
– Sí
La mujer seguía observando
la cabaña, especialmente la zona que Hana había destruido poco antes, y Milo al
percatarse de aquello trató de explicarlo...
– Eh... eh... verás, sucede
que desde hace un tiempo tenía pensado hacer cambios a la fachada...
– Y... ¿los cambios esos
incluyen destruir parte de la construcción?
Al escuchar ello Hana se
tapó el rostro con la mano, sintiendo vergüenza ajena e hizo un pequeño
murmuro:
– Idiota, ¿no pudiste
escoger algo mejor para decir?
Y Milo continuaba su
intento de excusa para despistar a la mujer frente a él.
– Bueno, lo que pasa es que
por estas temporadas el calor es demasiado intenso, así que lo hice para
obtener más ventilación... es bastante popular esto en muchas ciudades por
estas épocas...
–
......................................................................................................
–
......................................................................................................
Hana e Ireth escuchaban
confundidas el intento de explicación de Milo.
– Interesante – contestó la
mujer –, aunque no llegué a conocer sobre algo así.
Ella comenzó a caminar en
dirección a la cabaña seguida por sus acompañantes.
– Esto es malo, tenemos que
salir de aquí – Hana pareció asustarse al verla venir.
– UN MOMENTO
En ese momento Milo alzó la
voz dirigiendo su vista a la mujer que de inmediato se detuvo.
– ¿Pasa algo?
– Lo siento pero no permito
que ingresen desconocidos a mi hogar.
– Ah ya veo
La mujer se volteó y caminó
hacia Milo, quedando en frente, su mirada parecía bastante tranquila.
– Qué descortés de mi
parte, mi nombre es Bárbara Skipwhite de la orden Relámpago.
Cuando esta mujer se
presentó ante Milo, Hana llegó a oír aquel nombre y se sorprendió con
notoriedad ante la mirada de Ireth.
– ¿Bárbara Skipwhite?
Bárbara dio vuelta
nuevamente y continuó avanzando hacia la cabaña como si el simple hecho de dar
su nombre le hubiese dado la autoridad de continuar, indicando además con un
gesto a sus acompañantes que no la sigan.
Milo decidió dejarla
avanzar y solo optó por ir detrás de ella sin decir nada.
Una vez dentro, Bárbara
comenzó a caminar muy despacio mientras observaba alrededor suyo...
– Todavía no entiendo cuál
es el objeto de revisar mi casa.
– Es solo cuestión
preventiva
– ¿Preventiva?
– Aquel cuarto... – Bárbara
señaló con su dedo en una dirección.
– Es mi habitación
La mujer se acercó en
aquella dirección, la única habitación de la cabaña... mientras, Hana e Ireth
se encontraban recostadas boca abajo en el techo, bastante quietas para evitar
ser descubiertas.
Milo se encontraba
preparado mentalmente para actuar en caso de que fuese necesario, ya que tenía
a unos pasos su espada apoyada sobre la pared.
Bárbara ingresó a la
habitación como esperando encontrar algo, pero no encontró nada.
– ..................
La mujer caminaba para
salir de la habitación, pero le llamó la atención un ropero de doble puerta,
por curiosidad se acercó ante la mirada de Milo.
Cuando la mujer abrió las
puertas del ropero, no solo ella, sino también el joven quedaron sorprendidos.
–
........................................................................................................................
El ropero tenía vestimentas
de mujer, entre blusas, faldas y ropa interior; ella levantó una braga mientras
veía a Milo.
–............................................................................................................................
puedo explicarlo.
– No, no hace falta...
puedo imaginarlo... parece que eres bastante popular con las mujeres.
– ¿Heh? A-Ahh... eso...
claro...
Milo no sabía cómo
reaccionar ante esa situación y solo mostraba algo de vergüenza por el momento
incómodo que estaba pasando.
La mujer devolvió la prenda
a su lugar y cerró las puertas del ropero, salió de la habitación dirigiéndose
a la puerta de salida para abandonar la cabaña.
Caminó unos pasos y se
detuvo, al instante y sin mencionar nada estiró su brazo derecho hacia un
costado con la palma extendida y de inmediato en el aire comenzó a
materializarse una lanza de acero.
Chasqueó los dedos y
aquella lanza salió despedida hacia arriba incrustándose en el techo, mientras
Milo observaba bastante serio recuperado del mal momento que había pasado.
Aquella lanza había
traspasado el techo de la cabaña a unos pocos milímetros del rostro de Hana, quien
veía el arma bastante impresionada, al mismo tiempo que evitaba emitir algún
sonido que pueda delatarlas.
Bárbara al no observar nada
sospechoso luego de aquello, desmaterializó la lanza.
– Lo siento, pensé que
podía ayudarte un poco con la ventilación...
–
.................................... sí, entiendo... pero en serio, no necesito
ayuda.
La mujer mostró una leve
sonrisa mientras salía del lugar, y ya con sus acompañantes detrás y frente a
Milo, se despidió...
– Efectivamente, en este
lugar no parece haber sucedido algo fuera de lo común, lamento los
inconveniente ehh... ehm... M... Mi...
– Milo
– Ah sí... Milo, bien...
cualquier cosa que veas o sientas no dudes en avisarnos...
Luego de su despedida y
recomendación adicional, los miembros de la orden Relámpago, liderados por la
mujer llamada Bárbara abandonaron el lugar.
Ya cuando aquellas personas
terminaron de desaparecer en el bosque, ambas jóvenes que se ocultaban en la
parte superior de la cabaña bajaron y se acercaron a Milo.
– Parece que finalmente se
dieron cuenta de tu presencia – refirió el joven dirigiéndose a Ireth.
– Aunque una preocupación
aun mayor es saber quiénes ya lo saben.
Estas palabras que mencionó
Hana cruzándose de brazos y mostrando preocupación llamó la atención de Milo e
Ireth.
– Bárbara Skipwyth, uno de
los dorados de Relámpago.
– ¿Dorados?
– Así es, la orden
Relámpago cuenta con un grupo especial que es quien los mantiene como la sub
élite del reino, los Dorados, "The Golden", sus siete guerreros más
poderosos. Y uno de ellos es esa mujer
– Entiendo, por eso es que
pude sentir un poder fuera de lo ordinario cuando pasó por mi costado – refirió
Milo.
– Posiblemente regresen,
tenemos que irnos de aquí.
– Cruzaremos la frontera –
Milo comenzó a caminar en dirección a la cabaña ante la mirada de ambas jóvenes
–, tomen las cosas necesarias... una vez que lo hayamos hecho podrás buscar un
nuevo lugar donde vivir.
Estas últimas palabras
señalaban claramente a la joven elfo.
– Yo... yo quiero ir con
ustedes.
Cuando el elfo mencionó
estas palabras, hubo una persona que se emocionó demasiado, Hana al oírla
comenzó a mostrar un brillo en los ojos, como el que podían tener los niños
cuando se les mostraba algún juguete que tanto querían, quizá esa podría ser la
manera más fácil de explicarlo; sin embargo, Milo cortó aquella emoción de
manera tajante, mientras ingresaba a la cabaña...
– De ninguna manera...
Ireth bajó la cabeza
aceptando de inmediato la respuesta que había oído, aunque Hana no lo tomó de
la misma forma.
– ¿Q-Q-Queeeeé?
La joven líder del grupo
fue presurosa a la cabaña, mientras Ireth aún se mantenía en el mismo lugar, de
pie.
Mientras Milo cogía sus
armas preparándose para el viaje, Hana se acercó e hizo su reclamo.
– ¿Acaso estás loco?, ¿que
no ves que esta es una gran oportunidad para que el grupo pueda crecer?, si
nosotros...
– No estamos yendo a ningún
campamento o de paseo como para cargar con atrasos, eso deberías saberlo mejor
que nadie...
– ¿Atraso? ¿Qué te hace
pensar eso?
– Es un elfo, eso es
suficiente...
– ¿Qué?
– Los elfos son una raza
muy débil, el hecho que ellos posean magia innata no quiere decir que sepan
utilizarla, por último, ni siquiera es de la clase guerrera.
– Pero viste que puede
curar, podría servirnos mucho después de nuestros enfrentamientos, justo como
ahora.
Hana buscaba mostrarle a
Milo las ventajas que creía importantes para ellos.
– Lo primero que buscarán
hacer es matarla para que eso no suceda, nos pasaríamos el tiempo tratando de
protegerla, ¿no te das cuenta?
– Pero...
Hana parecía estar
conteniéndose por dentro, de liberar su fastidio; respiró profundo y exhaló
lentamente, para luego sin decir palabra alguna retirarse. Tal vez no optó por
reaccionar de otra manera ya que era bastante lógica la explicación de Milo.
Parte
2
El grupo de Bárbara seguía
su camino de regreso a la ciudad de Damardas. Los soldados a su mando
comenzaban a hacer comentarios respecto a lo que había sucedido.
– No puede ser, teníamos la
certeza de que era ese lugar.
– Y no nos equivocamos –
dijo Bárbara mostrando una sonrisa.
– ¿Qué?
– Efectivamente, en ese
lugar habían más personas, y una de ellas era la que poseía esa magia...
– ¿Cómo es eso posible?,
entonces tuvimos que haber actuado.
– Milo, sentí en ese sujeto
un poder bastante elevado, si me hubiese atrevido a enfrentarlo posiblemente...
Los soldados veían a
Bárbara con desconcierto total, no podía creer lo que estaban escuchando...
– Como sea, según mis
cálculos, con tres de nosotros sería suficiente para eliminarlo.
– ¿T-Tres dorados?, ¿está
hablando en serio?.... ¿qué tan fuerte puede ser ese tipo?
Los soldados caminaban
absortos al imaginar con qué posible clase de persona se habían topado...
Aquella persona que en esos
momentos partía acompañado de la joven militar y la mujer elfo hacia la
frontera, dejando atrás la pequeña y maltrecha cabaña.
– ¿Heeehhh? ¿Entonces la
pequeña ardilla eras tú?
Hana preguntó aquello
bastante sorprendida mientras veía a Ireth.
Los tres jóvenes seguían
caminando a través de la montaña que formaba parte de la Cordillera de
Genevias, que hacía de límite natural entre los reinos de Thrin Theras y Agaia.
Milo caminaba delante de
ellas escuchando la conversación sin decir una palabra.
– Así es
La joven elfo respondió de
manera afirmativa y mostrando una leve sonrisa hacia Hana.
– Yo vivía tranquila en el
bosque, no tenía intenciones de involucrarme con nadie, pero un día mientras
recolectaba plantas medicinales en las falda de la montaña sentí como mis fuerzas
me abandonaron hasta el punto de perder la conciencia, cuando desperté estaba
siendo llevada en hombros de un extraño sujeto, aún me encontraba bastante
débil, pero pude observar un pequeño animalito que pasaba por el lugar y
trasladé a él mi conciencia completa para poder escapar.
– Espera... ¿es eso
posible?
– Los elfos somos capaces
de ello, al formar parte de los orígenes de la naturaleza y la magia hemos
podido tomar la capacidad de realizar cosas como esa.
– Impresionante, nunca
habría imaginado que algo así se podría hacer... entonces, ¿qué hiciste
después?
– No podía abandonar mi
cuerpo, así que permanecía constantemente cerca de la cueva, aunque no podía
entrar, sabía que aquellos sujetos me iban drenando magia día tras día. Yo
quería poder hacer algo, pero no sabía qué... muchas veces regresé a la cabaña
para ver si alguien de casualidad podría encontrarse ahí para tratar de pedir
ayuda, pero nunca encontré a nadie, así pasaron los días hasta que una noche
cuando vine a revisar pude ver a personas que estaban enfrentándose fuera de la
cabaña; tuve que esperar que aquello acabara...
– Entonces es cuando
apareciste en la cabaña poco después...
– Sí
– De modo que nos
utilizaste para poder escapar de ellos... – refirió Milo.
– Milo ¡oye!
– No señorita Hana, él dice
lo correcto, por eso es que traté de llevarlos hacia la cueva; en verdad lo
siento mucho, pero estoy muy agradecida a la vez, considero que tengo una deuda
con ustedes, y si algún día me lo permiten con mucho gusto los ayudaré en lo
que sea posible.
– Sobre eso...
– Ya está comenzando a
anochecer, debemos encontrar un lugar donde poder pasar la noche.
Con este comentario Milo
interrumpió a Hana, evitando que se continúe la conversación sobre el tema de
Ireth.
– ¿Hmm? Es verdad, quizá lo
mejor sea apresurarnos en cruzar la frontera antes que el cielo se oscurezca
por completo.
Mencionó Ireth mientras
Hana veía algo disgustada a Milo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario